Una y otra vez, en este mismo espacio, lo advertimos, el regreso de Israel Pacheco a la vida política de Puebla no es ninguna casualidad, esas no existen en política.
Los días del líder “charro” del Ayuntamiento de Puebla, Gonzalo Juárez, están contados, así como sus acuerdos y prebendas, de las cuales gozó a partir de que Israel fue aprehendido y enviado a prisión en tiempos del “morenovallismo”.
Los excesos del todavía líder del sindicato “Benito Juárez”, de los trabajadores del Ayuntamiento de Puebla, van a llegar a su fin, aunque el proceso pueda ser lento.
Pacheco ya anunció que va a formar un nuevo sindicato al interior de la Comuna, pero tal vez ni tenga necesidad de hacerlo, basta con que tome el control de un organismo el cual le es leal, el sindicato de trabajadores de limpia, “Ignacio Zaragoza”, creado durante la administración de Tony Gali como presidente municipal de Puebla.
Israel tiene la sartén por el mango, puede, o bien formar un tercer sindicato dividiendo el “Benito Juárez” de Gonzalo Juárez, o formar un nuevo sindicato, o se apropia del “Ignacio Zaragoza”, el cual siempre le ha sido afín.
La formación del sindicato “Ignacio Zaragoza” obedeció a una idea del entonces edil capitalino, Tony Gali, quien no quiso darle todo el control de los trabajadores de la Comuna a Gonzalo Juárez, invento de su entonces secretario de Administración, Rafael Ruiz Cordero.
Como no quiso darle todo el poder, Gali ideó el formar un nuevo sindicato con el personal del Organismo Operador de Limpia. Inicialmente su idea no tuvo éxito, porque solo un poco más de 40 personas decidieron afiliarse al nuevo sindicato, el cual no podía obtener la toma de nota.
Para evitar el fracaso, Tony ordenó que se contratara a nuevo personal de la Comuna, principalmente del Organismo Operador de Limpia, unas 300 plazas aproximadamente, y así fue como se creó el nuevo sindicato, “Ignacio Zaragoza”, el cual se encuentra hoy bajo la influencia de Israel Pacheco.
Así pues, las cosas no lucen nada fáciles para el seudolíder sindical del Ayuntamiento de Puebla, quien debe poner sus barbas a remojar ante el embate de Israel, pero sobre todo ante el cansancio de la base trabajadora de la Comuna, la cual ya está harta de tanto abuso por parte de quien supuestamente debería de ser su representante y defensor laboral.
El gobierno y la BUAP suman esfuerzos
Si algo ha entendido bien el gobernador del estado, Alejandro Armenta Mier, es que las universidades, y específicamente la BUAP, nuestra máxima casa de estudios, tienen todo para coadyuvar al desarrollo del estado.
Lo anterior viene a colación por la invitación que el mandatario estatal le realizó a la rectora de la BUAP, Lilia Cedillo, para que la máxima casa de estudios se sume a las labores de elaboración del Plan Estatal de Desarrollo 2024-2030.
Como egresado de esta institución Armenta sabe que los mejores especialistas en casi todas las áreas de la ciencia y las humanidades se encuentran dentro de la BUAP, no hay que buscarle mucho.
Por eso fue una gran idea que el gobernador sumara a la máxima casa de estudios en el estado a la gran labor de construir un plan estatal de desarrollo, acorde a las necesidades de nuestro estado.
Quién puede tener mejor conocimiento de las necesidades de las poblanas y los poblanos sino los especialistas de la BUAP, todos ellos académicos reconocidos y con estudios de posgrado, cuyas investigaciones pueden, por primera vez, ser tomadas en cuenta por un gobierno.
Resulta increíble que, teniendo el talento de la BUAP a la mano, pocos gobernadores hayan recurrido a la máxima casa de estudios para apoyarse en diferentes planes y programas.
Por el contrario, acudían al pago de empresas de consultoría externa, las cuales cobran cantidades estratosféricas por esta labor y cuyos programas y estudios muchas veces se quedaron solo en el escritorio de un burócrata, que bien, o no lo entendió, no supo cómo aplicarlo o simplemente no le interesó.
La suma de voluntades entre el Gobierno del estado y la BUAP auguran buenos resultados en el plan rector para el trabajo que deberá desarrollar, durante los próximos seis años, la presente gestión estatal.