Durante más de 35 años, la firma Topolino –que es una franquicia de origen ítalo-poblana– se ha posicionado como un emblema de Puebla, en particular de la ciudad de Atlixco, en el rubro de la preparación de café, helados y pasteles. Su historia de éxito, construida entre vitrinas relucientes y una aparente calidez de atención, parecía incuestionable hasta no hace mucho. Atrás de esa fama, se esconde una realidad que indigna: empleados y extrabajadores denuncian explotación laboral, omisiones legales y vínculos oscuros que hoy rodean a esta reconocida marca.
Sin contar que durante más de dos décadas la empresa ha utilizado un pozo clandestino para surtir de agua a varios de sus negocios, el cual se ubica en una de sus sucursales más emblemáticas, que está a unos metros del lujoso fraccionamiento El Cristo, en Atlixco, que es donde se encuentra la matriz de esta compañía. Todo ello con la complicidad u omisión de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Un grupo de cinco empleados –unos en activo y otros ya retirados por el supuesto acoso laboral que sufrieron en esa compañía– se acercaron a este columnista para narrar lo que han vivido en Topolino, una firma que está a cargo de Francesca Marilisa Soliman Minutti.
Desde hace meses, según estos testimonios, los empleados de Topolino han reportado jornadas extenuantes de hasta 12 horas sin el pago correspondiente de horas extra ni acceso a prestaciones básicas, como es estar afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Lo más alarmante es que, según una empleada que pidió permanecer en el anonimato, “hay un maltrato que por necesidad aguantamos, pero ya es demasiado, llevo meses solicitando me den de alta en el IMSS y nadie de mis compañeros de área tiene prestaciones”.
Narró que quienes exigen que se cumpla con el pago de prestaciones, son objeto de malos tratos y acaban siendo despedidos, no sin antes sufrir amenazas de que en los tribunales laborales supuestamente nadie les gana a los patrones.
El miedo por esas amenazas no es infundado: hace algún tiempo un directivo habría sido incriminado –en 2014– en un caso de secuestro, según consta en el expediente 83/2014 de la Fiscalía del estado de Puebla.
En los últimos meses, cuentan los denunciantes, se ha desatado una campaña de hostigamiento laboral para despedir al grueso de los trabajadores que más antigüedad tenían, como una manera de frenar la petición de contar con seguridad social que habían externado la mayoría de los empleados.
Para sustituir a los trabajadores que se han ido, se ha echado mano de obra juvenil sin experiencia formal.
Varios testimonios confirman que se contrata a jóvenes con sueldos inferiores al mínimo y sin prestaciones, un esquema que aprovecha la falta de historial laboral para evitar cualquier responsabilidad legal y reducir costos operativos.
Esa situación ha llevado al crecimiento de demandas por despidos injustificados y deudas a proveedores. Para enfrentar esos problemas, Topolino cambió de razón social, pasando de Ielato Natural a Gelaitmex.
Esta nueva figura jurídica, de la cual no hay registros públicos disponibles, parecería ser un intento deliberado por deslindarse de obligaciones legales anteriores.
Topolino paga de agua 200 pesos al mes
Las irregularidades no se detienen en lo laboral. Las instalaciones de Topolino también son un ejemplo de los vicios que hay en la empresa.
La sucursal más afamada de Topolino es la que se encuentra en el zócalo de Atlixco, misma que opera sin cumplir los lineamientos de Protección Civil ni figurar en el padrón oficial de comercios, lo cual legalmente debería impedir su funcionamiento, sostienen los trabajadores entrevistados.
En 2024, un medio de comunicación local reveló que la sucursal ubicada en el libramiento Izúcar de Matamoros, esquina con bulevar Niños Héroes, no paga el servicio correcto al Sistema Operador de Agua Potable en Atlixco (SOAPAMA), pues a pesar de que ahí transitan miles de clientes, resulta que la tarifa que ahí se eroga oscila entre los 200 y los 250 pesos mensuales.
Por lo menos, eso ocurría hasta finales del año pasado.
Luego de que se exhibió que Topolino pagaba lo equivalente al consumo de agua de una familia de mediano tamaño, se supo que esa situación era (o es) posible por el uso de un pozo clandestino.
Los trabajadores saben que la matriz se abastece de agua a través de un pozo clandestino que existe desde la construcción de la propiedad.
Y ese pozo no solo alimenta de agua a la cafetería, sino también a otros negocios del mismo predio: un restaurante, una panadería y un local de embutidos, todo sin que la Conagua interviniera.
En la actualidad, se ignora si ese pozo sigue funcionando en la ilegalidad, es un dato que se verificará en los próximos días. Lo cierto es que durante más de 20 años de ahí se extrajo el agua de manera ilegal, sin que nadie pusiera orden.