No lo creo. El problema no era Armando Ríos Piter.
El problema es de la familia dueña de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), no de quien sea el rector.
De la fortuna que construyó un norteamericano aliado con muchos mexicanos, particularmente con Manuel Espinoza Yglesias.
Pero además, todos saben los deseos de William O. Jenkins de no dejarles nada a sus hijos y para que no se
acabaran la fortuna les creó unos candados del tamaño del mundo que hoy sin embargo, se han abierto, se han violado.
La decisión de Ríos Piter viene bien después de unos días de marchas y de impartir clases en los camellones que dan buena foto para los periódicos.
¿En serio a los estudiantes les preocupa quién sea el rector o rectora?
Claro que no.
Les preocupa a los padres que sus hijos no tengan clases presenciales.
Les preocupa que no pueden titularse.
Les molesta que estén pagando por un servicio que no están usando como por ejemplo las instalaciones.
Preocupa a los recién egresados que no los contraten porque la universidad pueda perder prestigio y se devalúen los títulos UDLAP.
Esas son las auténticas preocupaciones. No si manda uno u otro. No si regresan los fondos o siguen en Panamá.
Bueno. Ya incluso hay hasta una estrategia por involucrar al gobierno de Estados Unidos -como ocurrió con el caso Humboldt- para meter presión. Hágame usted el favor.
Ojalá con la salida del Jaguar, los Aztecas puedan volver a su guarida, y como dijo, “no haya pretextos”.
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