Muy alejado de los festines, los besamanos, los regalos caros y lo estridente de unos mariachis, el gobernador electo celebrará un año más de vida.
Solo que este es diferente, es la antesala de la gran responsabilidad de gobernar un estado que requiere la consagración en cuerpo y alma de quien encaminará el desarrollo de Puebla.
Alejandro Armenta sigue conservando sus valores: la sencillez, la honestidad y el amor a los suyos.
En el viejo régimen, el cumpleaños del gobernador electo era un festín de comilonas con cientos de viandas, con grupos musicales y mariachis que se interrumpen el turno para su participación; con el gobernador electo, nada de ello es trascendente, incluso en su ámbito familiar y de amigos; nunca busca ese tipo de encuentros, normalmente busca una capilla para dar gracias con su esposa y sus hijos; como siempre, como cada año, porque el ser agradecido, acomedido y útil son las enseñanzas de vida que su abuelita Cholita le inculcó.
La celebración seguramente será una pequeña y cálida comida en su casa o en casa de sus seres queridos, sin figuras políticas, solo con su familia.
Para Armenta el mejor regalo es la amistad sincera fuera del interés del poder y menos del político; esa amistad que se cobija en la lealtad, la prudencia y el entendimiento de que lo que cuenta es el afecto.
Armenta aprecia más un gesto sincero y honesto antes que un reloj de marca que nunca usará; no porta joyas, ni anillos, ni cadenas en su cuello.
Él no se distingue por una marca de ropa; selecciona los regalos caros que le han dado a lo largo de más de 35 años de vida pública y ocupa los más simples, los que no ofendan al pueblo, porque cuida para quienes trabaja y a quienes sirve, que son los poblanos.
Hoy es su cumpleaños.
Estoy seguro que él aprecia más un abrazo sincero, una oración y una bendición que una corbata fina, evita que después en una columna periodística la exhiban por dispendio público; lo ostentoso no es lo suyo.
Él acepta de la persona humilde, la generosidad sincera.
Del hombre poderoso y rico, solo el respeto, nunca los regalos caros que siempre le otorgan a quien posee el PODER o quien lo tendrá temporalmente en sexenio.
No se equivoquen llevándole mancuernillas de marca, seguramente las tiene todas; no las usa.
Para él solo cuenta la amistad sincera, esa que está alejada de los cargos, los puestos y la falsa cortesía.
Los resultados y la dedicación en las encomiendas, es la reciprocidad que él espera.
Así es Armenta, valora auténticamente a los que aman a Puebla, con la misma intensidad que él lo expresa y lo honra.