Todo tiene que ver con la narrativa.
El virtual ganador en Puebla de la contienda de junio próximo, Alejandro Armenta, empezó a tejerla desde que el 10 de noviembre derrotó en las encuestas a quien pensó que la pura cercanía con el presidente López Obrador –Ignacio Mier– era suficiente para imponerse en el proceso interno de Morena.
Mier tejió su narrativa por lo alto –en el umbral donde las élites solo hablan y acuerdan con las élites.
Armenta lo hizo desde abajo durante varias décadas, y tuvo la certeza de acordar con el gobernador Sergio Salomón, a quien Mier no supo ver como parte de la trama sucesoria.
Esa ceguera –que ya empezó a ser histórica– era producto de una ceguera mayor: la soberbia.
(La soberbia de creerse ganador de antemano. La soberbia que cegó a Ícarus y derritió sus alas).
Armenta, en cambio, optó por hacer una precampaña en clave lopezobradorista: yendo con la gente y sumando a quienes Mier desdeñaba desde las alturas del Banco de la Ilusión.
La narrativa del hoy virtual ganador de la contienda de junio próximo fue permeando hasta consolidarse.
Y contra todos los pronósticos –generados por una cultura política que viene del PRI histórico–, Armenta derrotó a las élites que solo hablan con las élites.
A la hora de rendir protesta como candidato de Morena, el pasado domingo, nuestro personaje seguramente vio pasar su vida en segundos: desde que a los veintiún años ganó en un plebiscito la alcaldía de Acatzingo hasta que a los 54 años tejió la narrativa que lo llevará a la gubernatura de Puebla.
Todo tiene que ver con la narrativa excepto la narrativa.
La narrativa tiene que ver con la trama.
Armenta quiso desde siempre ser gobernador.
Su trama siempre fue esa.
Hoy, en la antesala, está sumando a todos, incluso a aquellos que nadie imaginó que sumaría.
Un caso:
Mientras el candidato anunciaba la incorporación, a su equipo de campaña, de Fernando Manzanilla –ex coordinador de Ignacio Mier–, algunos rostros de quienes vienen con él desde el arranque lo decían todo.
Incertidumbre, dudas, recelo…
Todo eso que acompañó al primer sapiens que fue testigo de un acuerdo entre otros sapiens como él.
En efecto: el equipo ha crecido.
¿Eso es malo?
No para quien, como Armenta, sabe que a la guerra hay que ir con fusiles, y con hombres que sepan disparar esos fusiles.
En política, pues, primero es la suma.
Luego vendrá la resta.
Ni todos los nuevos cuadros se quedarán, ni todos los viejos cuadros se perderán en el país de Nunca Jamás.
Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila.
(O no se paga por ver, se paga por preguntar).
La narrativa la escriben los ganadores, aunque también existe la visión de los vencidos.
Pero esa, siempre, es otra historia.