Ni duda cabe, las cosas siempre llegan cuando es su tiempo, nada antes, nada después; lo siguiente viene a colación por el momento en que le ha tocado gobernar a Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Puebla venía de una vorágine que arrancó con la muerte de Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle el 24 de diciembre de 2018, de un breve lapso bajo Jesús Rodríguez Almeida, de un interinato encabezado por Guillermo Pacheco Pulido, el cual dio paso al periodo que encabezó el gobernador Barbosa.
Puebla reclamaba paz y unidad, pero, principalmente, verdadera reconciliación entre todos sus sectores previo a la llegada de un nuevo proceso electoral y, entonces, la sorpresiva muerte de Miguel Barbosa dio paso a la administración de Sergio Salomón, quien ha logrado unificar a todos los poblanos.
Y es ahí, precisamente, en donde viene a colación la parte con la cual arrancamos está columna, los tiempos de Dios son perfectos.
El clima de polarización y de encono que prevalecía bajo la administración del difunto Barbosa, podría haber estallado precisamente este año, con motivo del proceso electoral y la sucesión de su administración, haciendo de Puebla un “foco rojo” en el país.
Y es ahí en donde el perfil de Sergio Salomón se acomoda a las necesidades del momento. Un hombre mesurado, conciliador, que escucha, pero, sobre todo, que garantiza neutralidad, a pesar de que es un morenista convencido y amigo del presidente López.
En los hechos, el mandatario ha dado claras muestras de no meter las manos, ni en el proceso de selección del candidato de su partido a la gubernatura, ni en la precampaña, ni tampoco en la selección de los candidatos a presidentes municipales, diputados locales o federales, el famoso piso parejo.
Sergio Salomón ha dejado en manos de la dirigencia nacional y la estatal de su partido estas decisiones, mientras se ha dedicado a trabajar mediante intensas giras por todo el estado, ya que Puebla se encontraba semiparalizada, a causa de la pandemia y, luego, por las limitaciones físicas provocadas por el delicado estado de salud de Miguel Barbosa.
No es casualidad que hoy en Puebla, previo al inicio del proceso electoral, la entidad se encuentre en paz y existan acercamientos con todas las fuerzas políticas, las cuales hacen su trabajo sin temor a que exista algún tipo de represalia en su contra.
Estos son los tiempos de Sergio Salomón, un personaje que, como lo dijera el clásico, le cayó “como anillo al dedo” a los tiempos que vive Puebla, el mandatario llegó cuando tenía que llegar para recomponer las cosas, terminar con la etapa de las persecuciones y la crispación social, para dar paso a una etapa de tranquilidad y de estabilidad, la cual le urgía a Puebla, sin duda ese será el legado del hombre nacido en Tepeaca.
El PAN y el PRI le estorban a Eduardo
Desde hace tiempo lo consignamos en este mismo espacio, el precandidato de la coalición “Mejor Rumbo para Puebla”, Eduardo Rivera Pérez, tiene que cargar con las dirigencias de dos de sus partidos aliados, cuyas cabezas son inoperantes.
Ni la dirigente estatal del PAN, Augusta Díaz de Rivera, ni el dirigente estatal del PRI, Néstor Camarillo, le aportan algo al ex alcalde capitalino en su lucha contra el bloque “Sigamos haciendo historia”, que lleva como su precandidato a Alejandro Armenta Mier.
Ambos personajes le estorban a Eduardo, quien tiene que cargar con todo el peso de la campaña.
El panista ha encontrado mejores apoyos en los experimentados Carlos Martínez Amador, dirigente del PRD en Puebla, y del PSI, Carlos Navarro Corro, quienes ya tienen más experiencia en el tema, que en los dirigentes de los dos partidos políticos que se supone son los que soportan la campaña.
Durante la precampaña, la inoperatividad de Augusta y Néstor quedó en evidencia, dejando en mal al candidato de la coalición opositora, quien ha tenido que apoyarse en sus operadores, Marcos Castro, Pablo Montiel, Abel Hernández y, reitero, en los dirigentes del PRD y del PSI, quienes tienen más experiencia haciendo campaña.
Mucho trabajo tiene por delante el ex alcalde capitalino para hacer que los dos partidos soporte dentro de su campaña, aporten en la lucha que va a emprender en contra de Morena y sus aliados.
Está de más decir que, hasta el momento, ni el PAN ni el PRI le aportan nada a su precandidato y si esto sigue así, no se augura nada bueno para Lalo en su lucha por alcanzar Casa Aguayo.