Antes era el presidente de un partido.
Luego pasó a ser un gris presidente
Pero con el paso del tiempo se ha convertido en un timorato, una burla de presidente.
Ese es Néstor Camarillo, el ahijado de quien toma las decisiones en el PRI, o sea Estefan Chidiac, el primer morenista del PRI.
Hasta donde llegó la sumisión para ostentar una dirigencia y sacar provecho personal.
En el Congreso del estado sólo levanta la mano si su padrino, Estefan Chidiac le suelta la cadena.
Ayer soltó una gracejada
“Este día fijé un posicionamiento para solidarizarme con los alcaldes que sufren por falta de recursos. El municipio debe ser fortalecido con acciones que den certidumbre a sus habitantes. Es urgente una reforma constitucional para fortalecer el primer orden de gobierno”.
¿Su liderazgo no le da más que ser solidario y nada más?
Yo también soy solidario, me vecino es más solidario, todos somos solidarios.
Es patético el papel que juega Néstor y su equipo que lo rodea, que son muy pocos.
Se trata del enterrador del PRI.
Estas fechas son propicias para imaginarlo con su pala al hombro en la penumbra y con una sonrisa socarrona.
Sus dos cuentas públicas como presidente de Quecholac lo hacen sumiso, con un ronroneo que da ternura.
Ese es el dirigente que requiere el PRI, un opositor férreo al gobierno del estado.
Ni wiskas se necesitan para que ronronee
FIN