Ya llevamos un mes de 2023 y nuestras calles continúan—orgullosamente al parecer— manchadas de rojo, esos ríos de sangre creados por las manos de cientos de hombres que, ambiciosamente, optaron por esa vida, otros que no tuvieron alternativa y los más cobardes y “ganones”, aquellos de doble vida y moral, quienes, indirectamente, reciben algún beneficio económico mientras representan un partido político y están en altos cargos para servir al pueblo, supuestamente.
Nos encontramos con un Guerrero cada vez más controlado por cárteles de narcotráfico que despojan a las personas de sus predios para operaciones ilícitas, como fue el caso de la ejecución en El Durazno.
Ni hablar de los estados al norte del país como Sinaloa donde se armó literalmente un desmadre cuando aprehendieron a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, de los narcotraficantes más buscados, noticia que me pareció muy sospechosa, por cierto, pues sucedió justo antes de la llegada del presidente Biden a México. ¿Milagro? Recordemos esa reiterada frase “Cada quien es el arquitecto de su propio destino”… y parece que o les valemos tres hectáreas de ya saben qué a nuestras máximas autoridades o Diosito ya nos olvidó.
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Narcotráfico y corrupción, nuestros peores enemigos
Me cuesta entender que la guerra contra el narcotráfico haya estado perdida desde antes de comenzarla, aunque si nos ponemos analíticos, en un país en el que el 43.9% de habitantes (2020) están en situación de pobreza, según Coneval, entre 6 y 7 millones de mexicanos estuvieron desempleados en 2022 y 27.4 millones endeudados en 2021, de acuerdo con una encuesta a personas de 18 a 70 años realizada por el Inegi, cifra que equivale a 32.7% de la población en este rango de edad, creo que podemos adivinar por qué es una alternativa volverse matón y vender estupefacientes o peor aún, volverse gobernante y ser corrupto, otro gran problema a combatir en nuestro país —y para mí el mayor, como le pasó a tantos y tantas. Un buen ejemplo y el que más pronto viene a mi cabeza es el de Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz, que fue capaz de todo, con tal de seguir exprimiendo el cochinito, un cochinito que nos pertenece a todos. Fue capaz de cambiar medicina por agua a enfermos de cáncer, de, presuntamente, matar a un periodista que lo exponía —según el documental el Caso Narvarte, que está en Netflix y es buenísimo— y bueno, tantas otras hazañas que el medio Contralínea lo llamó el gobernador más ladrón de la historia. De hecho, Contralínea estimó que 150 funcionarios del gobierno de Duarte saquearon más de 15 mil millones de pesos.
¿Y a qué voy con todo esto? A que no olvidemos que entre la necesidad y la ambición hay una delgada línea, la línea de la conciencia.
También me lleva a pensar qué pasaría, si en un México utópico se terminara el narcotráfico, qué y cuántos planes o estrategias de empleo tendríamos que implementar para que todos aquellos que se dedicaran, consiguieran un trabajo y no decidieran simplemente a seguir delinquiendo.
Memes de Javier Duarte pic.twitter.com/qI4fyc4tJI
— México militarizado (@ajolote21) February 19, 2018