Esta semana que termina fue muy buena para Puebla porque, como se ha difundido ampliamente, se concretó lo que parecía imposible: la terminación anticipada del leonino contrato con la empresa –de los Hank– a la que se adeudaba el costo de construcción y operación del Museo Internacional del Barroco, lo que implica un ahorro firme de 8 mil millones de pesos a las arcas del estado.
El logro de la administración del gobernador Alejandro Armenta Mier, tras la eficaz operación de un grupo de negociadores encabezado por el coordinador de Gabinete, José Luis García Parra, acabó con uno de los capítulos más oscuros (¡y vaya que hay numerosos!) en materia de corrupción, abuso de poder y saqueo, herencia de la era morenovallista.
La cancelación de la deuda que el estado arrastraba equivale a 10 veces el Programa de Obra Comunitaria, a miles de patrullas y a 5 veces el presupuesto anual para el campo; eso nos da una idea clara de la importancia y el impacto del acuerdo.
Sin embargo, la recuperación del recinto por el que desde 2016 se pagaron más de 4 mil millones de pesos plantea desde ya una gran interrogante, que hasta el momento, increíblemente, no se ha contestado: ¿y ahora qué sigue?
Es decir: ¿cuál es o en dónde está el proyecto cultural para el Museo Internacional del Barroco? ¿Cómo se va a detonar su potencial? ¿Cuál es la ruta o el plan que se seguirá para que se recupere lo invertido y se convierta en uno de los mejores del mundo, a la altura de los existentes en España, Gran Bretaña, Italia o Estados Unidos?
Hace unos días, el propio gobernador Alejandro Armenta dio a conocer que muy posiblemente se le cambie el nombre, para lo cual –planteó– se haría una consulta ciudadana. La idea, que busca revalorar la identidad del inmueble ubicado en la Reserva Territorial Atlixcáyotl, se está afinando.
Sin embargo, un simple cambio de nombre o denominación luce totalmente insuficiente para transformarlo en un verdadero ícono de la cultura y el arte de Puebla, así como para convertirlo en visita obligada para turistas nacionales y extranjeros.
Lamentablemente, desde su inauguración, el Museo Internacional del Barroco ha sido un fracaso en cuanto a cantidad de visitantes.
Un estudio realizado en 2023 por el Barómetro Turístico reportó cifras verdaderamente dramáticas:
Solo 3% de los turistas lo visita.
El 6.2% prefiere el Museo Amparo.
Y el zócalo, la Catedral y Africam Safari siguen siendo los atractivos más populares entre quienes vienen a Puebla de vacaciones.
A la fecha, ningún gobernador –ni siquiera su impulsor, Rafael Moreno Valle Rosas– ha logrado colocar en el lugar que merece un recinto que, paradójicamente, es valorado internacionalmente por su belleza arquitectónica (se trata de la primera obra en México del maestro Toyo Ito, el arquitecto japonés ganador del premio Pritzker), pero que en el día a día no es sino un recinto fantasma, pues incluso carece de una colección propia de obras, tanto que en sus salas solo se exhiben exposiciones o experiencias inmersivas temporales.
Ahora que “ya es de los poblanos”, ¿en dónde está el proyecto?
¿Por qué la secretaria de Arte y Cultura, Alejandra Pacheco Mex, no ha propuesto una estrategia que no solo aproveche la imagen positiva que ha generado la cancelación de la millonaria deuda, sino también sirva para detonar verdaderamente el potencial de un museo que, en su origen, según se dijo, causaría el efecto Guggenheim?, es decir, la construcción de un hito arquitectónico sobre el que debe recaer todo el esfuerzo de regeneración de una ciudad, lo que sí sucedió en Bilbao, España.
¿Por qué la directora de Museos, María José Farfán, no ha dicho una sola palabra al respecto?
¿Existe, acaso, un proyecto museográfico que pueda desarrollarse en los siguientes meses o años?
Es deseable que pronto se presente un plan integral para que el Museo Internacional del Barroco deje de ser –literalmente– el “elefante blanco” que siempre ha sido y para que empiece a generar los beneficios económicos, sociales y culturales que Puebla se merece y por los cuales tantos miles de millones de pesos han pagado los poblanos.
Sí, ya se acabó el saqueo; ahora toca detonar el gran potencial del MIB, de Puebla para el mundo.