Hace 14 años los movimientos cristianos–evangélicos jugaron un papel fundamental en la contienda por la gubernatura de Puebla. Para el entonces candidato del PRI, Javier López Zavala, fue un error mayúsculo el romper con los líderes políticos y sociales de los cultos no católicos. Y fue un acierto del abanderado de la oposición Rafael Moreno Valle Rosas pactar una alianza con este sector de la población, que le habría aportado unos 100 mil sufragios.
Casi una década y media después, han cambiado los actores políticos de la lucha por la gubernatura de Puebla. En cambio, lo que se mantiene intacto es el poder electoral de los cristianos.
Se estima son más de 500 mil los cristianos –en edad de votar— que habitan en la entidad poblana y sus líderes, sobre todo los que actúan en la capital y el resto de la zona metropolitana de Puebla, tienen la capacidad de movilizar a más de un tercio de sus miembros –es decir unos 160 mil electores– hacia los candidatos y partidos que decidan apoyar, mediante el consenso de las comunidades.
En ese sentido, hace unos días Morena acaba de cometer un grave yerro que le podría costar un masivo voto de castigo en el corredor de iglesias cristianas–evangélicas que va de la zona de Cholula y termina hasta San Martín Texmelucan, abarcando varios municipios vecinos a esa región, como San Buenaventura Nealtican, San Nicolás de los Ranchos, San Andrés Calpan e incluso Santa Isabel Cholula.
Esa franja es de suma importancia, porque es donde se concentra una de las mayores reservas de votos de cristianos, junto con la ciudad de Puebla.
De esa zona –incluida la capital– es donde salieron el grueso de los 100 mil votos que beneficiaron al morenovallismo en la histórica elección de 2010, que significó quitarle al PRI el control de los poderes públicos del estado y que entrara en una crisis que ha devastado todo su capital político.
No es un asunto menor, sobre todo cuando en la 4T se ha fijado la exagerada meta de alcanzar 2 millones de votos en la elección de junio próximo, ya que el nivel histórico del obradorismo en Puebla es de un millón 700 mil sufragios, obtenido hace seis años durante el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
El agravio a las iglesias mormonas
El municipio de Juan C. Bonilla, ubicado entre Cholula y Huejotzingo, ha tenido una característica peculiar: ahí siempre gana el candidato a alcalde que es apoyado por los fieles de las iglesias mormonas.
Es un área donde se deja sentir el poder electoral de los cristianos, por encima de las siglas partidistas.
Hace tres años, las iglesias mormonas decidieron apoyar a José Cinto Bernal para que contendiera por la alcaldía y acabó ganando, tras ser postulado por el PAN y el PRD.
Con el paso de los meses, José Cinto se convirtió en una fuerte decepción. Se confrontó con el Frente de Puebla en Defensa del Agua y la Tierra. Con las iglesias mormonas. Y con la militancia del PRD y el PAN.
Entre los pobladores es común acusar a José Cinto de haber incurrido en presuntos actos de corrupción, abuso de autoridad e incluso, de tener malos hábitos relacionados con supuestas adicciones. Es lo que se dice en “radio pasillo”.
Lo que si está constatado, es que José Cinto Bernal acabó abandonando el culto de las iglesias mormonas, se confrontó con los líderes y miembros de esas asociaciones religiosas. Con ello, se echó la “soga al cuello” para buscar una posible reelección.
No hace mucho, a la hora de buscar prospectos para competir por el gobierno municipal, surgió el nombre de Efraín Sandoval Sandoval, actual regidor de la Comisión de Parques, Panteones y Jardines de Juan C. Bonilla, quien además milita en el Partido de Regeneración Nacional.
Eso significaba para Morena que “tenía el plato puesto sobre la mesa” en Juan C. Bonilla, porque contaba con el apoyo de las influyentes comunidades mormonas y con un aspirante popular, que es miembro y fundador del movimiento obradorista en la región.
El pasado 5 de marzo, Morena, fiel a su estilo, se autosaboteó y echó a perder un modelo que les garantizaba el triunfo.
Para sorpresa de propios y extraños –en esa fecha– se anunció que el candidato va a ser José Cinto Bernal, el alcalde repudiado por la población y que además, hasta hace unos días, seguía militando en el PAN.
Por si fuera poco, los morenistas de Juan C. Bonilla se sienten timados, ofendidos, al argumentar que Cinto Bernal nunca se inscribió en el proceso interno de Morena y que este partido, lo designó ignorando el resultado de la encuesta que se levantó en el municipio y que ganó Efraín Sandoval.
Todo indicaría que se tomó la decisión autoritaria de imponer como candidato de la 4T al panista José Cinto como consecuencia de que, en esta fuerza política, ven con desprecio al municipio y piensan que es una plaza menor, por no tener más de 3 mil electores.
Lo que no entienden en Morena, producto de la pobreza política de sus dirigentes, es que con esta decisión han agraviado a las iglesias mormonas.
Y que las iglesias cristianas–evangélicas se mueven en comunidades de fieles que rebasan las fronteras de los municipios.
Si las iglesias mormonas, por lo ocurrido en Juan C. Bonilla, deciden alejarse de Morena, no solamente lo van a hacer en el municipio en cuestión, sino en toda la zona metropolitana de Puebla, que es donde se generan cuatro de cada 10 votos en el estado.
Es en esa zona donde hace 14 años arrasó el morenovallismo, en mucho porque en esa época los cristianos comulgaban con el PRI, pero el tricolor los acabó ignorando y entonces los líderes de esas asociaciones religiosas dieron un viraje político-electoral y se sumaron al panista Rafael Moreno Valle Rosas.