Una de las razones por las que el diputado Ignacio Mier perdió la puja por la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla fue que no generaba la suficiente confianza entre los distintos actores políticos y propiciaba, en consecuencia, la ruptura de la unidad.
Sin estos elementos, ya lo sabemos, no hay hay posibilidades de ganar unos comicios.
Lejos de aprender la lección, en los últimos días ha reincidido al atacar abiertamente al diputado Jorge Estefan Chidiac por el supuesto –alimentado de versiones y rumores– de que será candidato a diputado federal por el Partido Verde, filial de Morena.
Sus mensajes –nacidos en la bilis– están plagados de incongruencias.
Sobre todo porque se arroga un papel que nadie le ha dado: el de ser el censor de Morena.
No es él quien decide quién entra o quién sale de ese partido en Puebla.
Dichas credenciales, en todo caso, las tendrían el gobernador Sergio Salomón y Alejandro Armenta, candidato a la gubernatura.
Pero ellos ni siquiera se han metido en las botas stalinistas para iniciar la purga exigida por el diputado Mier.
Cosa curiosa:
Mientras a grito abierto exige cerrarle las puertas al diputado Estefan, pone en la mesa principal de su comida de cumpleaños –efectuada el sábado pasado– a Tony Gali, el exgobernador que fue parte del morenovallismo, grupo antagónico hasta el final de la 4T.
Con unos sí es selectivo.
Con otros no.
¿Cuál es la diferencia?
Que Estefan rechazó todas las propuestas de jugársela con Mier.
Si hubiese aceptado participar en su proyecto, es claro, hoy no sería receptor de las ácidas críticas.
A unos los quiere enviar al infierno.
Y a otros hasta los pone en la mesa de honor de su cumpleaños.
Otro de los convidados fue el priista Rubén Moreira, exgobernador de Coahuila y coordinador de su bancada en San Lázaro, con quien mantiene no solo excelentes relaciones, sino negociaciones por debajo de la mesa.
Moreira y Alito Moreno, dirigente nacional del PRI, son dos de sus aliados inconfesables en la Cámara de Diputados.
Tanto así que la exigencia de desafuero ha sido improcedente en San Lázaro gracias a los acuerdos oscuros.
¿Eso significa ser congruente?
Me temo que no.
Pero al diputado Estefan sí le pide congruencia.
“Que sea congruente y se quede en el PRI”, exige metido en sus botas stalinistas y, faltaba más, con las cejas levantadas.
Por cierto: no ha sido Jorge Estefan quien ha buscado a la dirigencia del Verde para convertirse en candidato a diputado.
Ha sido la propia dirigencia nacional quien se lo ha ofrecido.
Pero también tiene invitaciones del PRI y Movimiento Ciudadano para serlo.
Si el diputado Mier fuera en realidad congruente ya debería haber roto relaciones con Luis Antonio Godina, quien fue director del ISSSTE durante la presidencia de Enrique Peña Nieto.
¿El motivo?
Los gravísimos señalamientos que hicieron el presidente López Obrador y Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad Pública y responsable del proceso de reestructuración del organismo, durante la mañanera del martes 16 de enero.
—¿Qué encontraste en esa institución en las administraciones anteriores a la 4T? —preguntó el presidente.
La respuesta dejó helados a muchos:
“Pues encontramos corrupción, conflicto de intereses, fraude, involucramiento de autoridades –de exservidores públicos que habían sido directivos–, que ahora son propietarios de empresas que dan servicios al ISSSTE. (…) Se han detectado fraudes hasta por 15 mil millones de pesos”.
Luis Antonio, hay que decirlo, fue socio de “Lerdo de Tejada-Godina, Lobbying México S. A. de C. V.”, firma especializada en lobbying y consultoría.
Con Sebastián Lerdo de Tejada –su exsocio–, llegó al ISSSTE a los cuatro días de haber iniciado la administración de Enrique Peña Nieto –pieza clave en la investigación ordenada por el presidente López Obrador.
Godina fue durante tres años la mano derecha de Lerdo de Tejada, y tras la muerte de este, en mayo de 2015, quedó al frente del ISSSTE una temporada, hasta que Peña Nieto puso en su lugar a José Reyes Baeza, exgobernador de Chihuahua.
Pero la vara moral del diputado Mier para medir la congruencia y manejar la ventanilla del derecho de admisión no está hecha para sus amigos.
Faltaba más.
Para los Gali y los Godina, gracia y justicia.
Para sus enemigos, la ley a secas.
Otro punto más:
El diputado es duro con los de enfrente, pero blando con los suyos.
Y mientras el presidente López Obrador ha sido muy congruente al no permitir el nepotismo –hace unos meses bajó a una prima suya que pretendía ser candidata a la gubernatura de Chiapas–, el diputado Mier ya negoció para su hijo una candidatura a diputado federal.
Ya metió la pata una vez.
Ahora la mete de nuevo.
Vulnerar la unidad partidista no es una buena idea en momentos como este.
Por cierto:
Tras sus severas críticas al diputado Estefan, dos personajes salieron en defensa de este: el gobernador Sergio Salomón y el candidato Alejandro Armenta.
Parafraseando a Lope de Vega:
Mensajes son amores y no buenas razones.