Todo indica –si no hay cambio de planes– que la próxima semana inicia el levantamiento de la encuesta –o las encuestas– que decidirá quién va a ser el candidato de la 4T a alcalde de la ciudad de Puebla, como parte de un proceso que ha entrado en una etapa de fuerte desgaste a causa de la polémica generada por el intento de destacadas figuras del PRI que quieren ser parte del movimiento obradorista.
A la par, ha trascendido que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena ha empezado a medir el impacto negativo que podría tener en la votación de junio próximo el malestar que se ha generado, entre las bases y simpatizantes de la 4T en Puebla, por el posible arribo de controvertidos personajes del PRI a las candidaturas de la izquierda.
Y es que el estado de Puebla se ha convertido en uno de los “focos rojos” por el fenómeno de los “priistas mutantes”.
Puebla, Yucatán, Estado de México, Baja California norte, Colima, Hidalgo y Oaxaca son las principales plazas en donde se ha acrecentado el enojo por los tránsfugas del tricolor que se quieren volver morenistas.
En el CEN de Morena ya están acumulados varios expedientes, que han llevado detractores, para intentar frenar el “éxodo tricolor”.
La oposición gira en torno a cuatro o cinco nombres, destacando, en primer lugar, el de José Chedraui Budib, quien busca ser candidato por la capital poblana, sin importar sus relaciones con el Grupo Atlacomulco del Estado de México –que muchos lo califican como la “cabeza de la mafia del PRI”– y que no tiene la más mínima identidad con el movimiento obradorista.
Jorge Estefan Chidiac, quien estaría intentando colarse como aspirante a legislador por un distrito de la Mixteca, luego de que el priista fue artífice de la aprobación del rescate bancario en la época de Ernesto Zedillo y tiene un fuerte nexo con Emilio Gamboa Patrón, uno de los caciques del viejo régimen.
Guadalupe Vargas Vargas, la actual edil de Xicotepec de Juárez e hija del cacique Ardelio Vargas Fosado, que quiere ser postulada como suspirante a diputada federal en la Sierra Norte, pese a la descalificación pública que hubo de su padre por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, que lo ligó a la mafia de Genaro García Luna, quien está preso en Estados Unidos por dar protección al Cartel de Sinaloa cuando fue secretario de Seguridad Pública federal.
Un cuarto nombre es el de Eliseo Morales Rosales, mejor conocido como “El Chino Morales”, quien es líder de los cañeros de Atencingo y antes era un operador electoral en contra de la izquierda.
Hasta ahora, la respuesta que se ha dado a los inconformes van a en dos sentidos:
Primera: es preferible tener a algunos priistas de aliados, ahora y en un futuro, en lugar de que sean rivales y que operen fraudes electorales contra Morena.
Segunda: que no van a pasar todos los políticos tricolores que quieren “cambiar de camiseta”.
Se tendrá el cuidado, han dicho en la dirección nacional de Morena, de que haya un equilibrio entre líderes de la 4T y los nuevos cuadros políticos en el movimiento obradorista a la hora de la asignación de candidaturas. ¿Será posible?