Ahora que Alejandro Armenta logró la presidencia de la Mesa Directiva del Senado deberá demostrar que está preparado para las grandes ligas, si bien la posición es de privilegio y lo coloca en el foco nacional y local, lo cierto es que tendrá grandes retos que afrontar.
Uno de ellos será fortalecer la propia Mesa Directiva, construir los acuerdos, como se comprometió en su discurso tras la toma de protesta. Estrechar lazos y la relación con los otros Poderes del Estado y con la Cámara de Diputados también está en la lista.
Otro reto por enfrentar será encontrar el punto medio para mantener su lealtad con Ricardo Monreal y a la vez atender los caprichos de Andrés Manuel López Obrador, justamente cuando la relación entre ambos morenistas se encuentra más delgada que un hilo.
Uno más será sacar adelante las votaciones en la Cámara Alta, máxime cuando la oposición ya demostró que no cederá tan fácilmente. Su propia elección, en tercera ronda, es muestra de ello.
Estos tres retos, más los que se acumulen, podrían distraer a Alejandro Armenta de su proyecto local en Puebla.
Logrará sortear todas las complejidades que se darán en la Cámara Alta, ¿a qué costo?
Veremos y diremos.
La crisis legislativa
La necesidad de llegar a una tercera ronda, después de que en la primera no se pusieron de acuerdo sobre 10 papeletas en blanco y que en la segunda armaron un show porque la secretaria en pleno conteo se llevó “un papelito” a la oposición y regresó, demuestra el caos legislativo que está imperando en las Cámaras, en concreto en la de Senadores.
Esta crisis legislativa comenzó con la llegada de Morena, sus mayoriteos aplastantes y principalmente su facilidad para modificar las leyes o interpretarlas a su modo, tal como hace su líder moral, Andrés Manuel López Obrador.
Sí, el desorden que se apreció anoche en el Senado, el espacio que históricamente ha contado con legisladores de gran calado, es reflejo de las locuras del hombre que duerme en Palacio Nacional.
Aunque no se llegó al caso, habría que considerar que se fije en la ley alguna sanción para que los legisladores asuman sus tareas y responsabilidades en el tiempo dictaminado.
Es increíble que tanto para el tema del presupuesto federal, en la Cámara de Diputados, como para definir al presidente de la Mesa Directiva en el Senado, se piense en “pausar” el reloj legislativo, ante la incapacidad de los políticos de sacar los consensos en los tiempos establecidos.
¿Acaso a usted en su trabajo le permiten “pausar” las horas o fechas de entrega?, ¿empresas trasnacionales podrían entregar sus productos dos o tres días después de lo pactado alegando que “pausaron el reloj”?
La respuesta es obvia.