En un primer momento, la CNDH informó que ya estaba realizando una investigación tras conocerse el hallazgo del cuerpo de un bebé en el interior del CERESO de San Miguel.
Después, con un tuitazo, el organismo que preside María del Rosario Piedra Ibarra dio tres pasos para atrás ante un reclamo insostenible de la comisión estatal (así, con minúsculas).
Y convenientemente se quedó muda y ciega.
El organismo que firma todos sus tuits con la frase #DefendemosAlPueblo utilizó su red oficial para decir el 19 de enero que no metería las manos en el caso Tadeo tras el tuitazo de la Comisión Estatal.
Desde entonces, hace 13 días, la CNDH simplemente olvidó el tema.
No le valió ni el reclamo de las agrupaciones civiles ni que se tratara de un tema de repercusión nacional e internacional.
Menos le interesó acompañar a los padres de Tadeo en el calvario de recuperar el cuerpo de su pequeño y volver a pasar el tormento de despedirse de él.
Rosario Piedra Ibarra volteó para otro lado y simplemente se desentendió de la tragedia que lo mismo involucra a la Ciudad de México, donde se inhumó el cadáver de Tadeo que al estado de Puebla.
Lo dicho, la 4T le quitó a la CNDH los dientes, el valor y hasta el sentido humano.
La ola de violencia que no cesa
Mientras escribo estas líneas, me entero de más detalles sobre el hallazgo de dos cadáveres en el fondo de un pozo en Huejotzingo.
El triste final de estas dos personas que fueron torturadas antes de que abandonaran sus cuerpos, se suma a una larga lista de acontecimientos violentos.
Ahí están, la ejecución de un comerciante en la Central de Abasto, las bolsas en las que abandonaron los cuerpos cercenados en Bosques de Amalucan y el feminicidio de Elizabeth Ramírez; sólo por hacer la lista finita y de las últimas horas.
La semana pasada los cuerpos amordazados y embolsados localizados en Santa Lucía; el asesinato del edil auxiliar electo en Huejotzingo; y el feminicidio de Liliana Lozada, se sumaron a la lista de notas rojas que cada día nos parecen más comunes.
Combatir la inseguridad en la capital del estado y los municipios conurbados es tarea de todos y si no nos ponemos las pilas, la delincuencia común y organizada nos robará la paz que aún nos queda.
¿Con estas cuentas, cómo no sentirnos inseguros?