Este 15 de julio dio inicio una de las temporadas gastronómicas más importantes del estado de Puebla. Sin duda alguna, el chile en nogada es un platillo lleno de identidad, con los tres colores de la bandera mexicana que celebra la Independencia con la entrada triunfal de Agustín de Iturbide al mando del Ejército Trigarante. Pero no solo es símbolo de identidad y tradición, también es un gran motivo turístico para que visitantes y turistas se den cita en el bello estado de Puebla.
La secretaria de Turismo del Gobierno de México, Josefina Rodríguez Zamora, acompañó al gobernador de Puebla, Alejandro Armenta Mier; a la secretaria de Desarrollo Turístico, Carla López-Malo; al alcalde de la capital poblana, Pepe Chedraui; al presidente de Canirac Puebla, Juan José Sánchez, entre otros funcionarios, al inicio la Temporada de Chile en Nogada, en el San Pedro Museo de Arte, ubicado en el Centro Histórico de la capital poblana.
Al evento no podían faltar cocineras tradicionales, productores poblanos, restauranteros, chefs, estudiantes e integrantes de la gran cadena productiva del turismo.
La titular de la Secretaría de Turismo celebró el inicio de temporada del icónico platillo subrayando su importancia en México:
“El chile en nogada es una identidad culinaria que no solo refleja un episodio histórico de nuestro país, sino también la Independencia de México, los colores de nuestra bandera y, sobre todo, la creatividad de las cocineras que en su momento elaboraron este platillo para enaltecer la gastronomía mexicana”.
🌶️✨Cocina poblana, orgullo que trasciende.
Durante el inicio de la temporada del Chile en Nogada, @josefinarodzam, titular de @SECTUR_mx, destacó que nuestra gastronomía es parte esencial del turismo comunitario y motor de desarrollo para todo el sector.
¡Puebla y México están… pic.twitter.com/017MZvCvNu
— Gobierno de Puebla (@Gob_Puebla) July 15, 2025
Degustamos una sopa de chile poblano con champiñones, calabacitas y flor de calabaza como entrada, acompañada de una mezcalina. Me tocó el chile en nogada del restaurante Casa del Mendrugo. Una delicia. Pero cabe destacar que participaron 12 restaurantes en esta comida, entre los que destacan El Patio de San Luis, Augurio, La Fonda de Santa Clara, El Burladero, La Casa del Mendrugo, Salon Mezcalli, Restauro y Casa Reyna. Maridamos el chile con vino rosado. De postre, una cremita de La Fonda de Santa Clara.
En Puebla, se espera recibir a más de 550 mil visitantes y turistas, y vender más de 4.5 millones de chiles para superar las cifras del año pasado. Tenemos el Festival del Chile en Nogada en San Nicolás de los Ranchos, donde participarán 50 cocineras tradicionales todos los sábados y domingos de agosto.
Entre nogada y chile, ¡que no se nos pase la fiesta!
La verdad que yo me enamoré del platillo tardíamente. Mi paladar ama los sabores extremos –excepto el amargo, así que no tomo café y el alcohol me gusta únicamente por convivir–, pero, irónicamente, no le gustaba la mezcla de lo dulce con lo salado. Fue hace apenas unos años que le di la oportunidad a este emblema gastronómico poblano.
Y es que el chile en nogada es más que un platillo: es un manifiesto comestible del mestizaje, una metáfora servida en loza blanca que condensa historia, agricultura, identidad y, por supuesto, sabor. Como cada año, entre julio y septiembre, Puebla se viste de fiesta para celebrar una temporada que –aunque dura apenas unos meses– representa siglos de tradición.
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La historia popular dice que las monjitas agustinas del Convento de Santa Mónica crearon este platillo para agasajar a Agustín de Iturbide, que entraba triunfante con el Ejército Trigarante. Más allá del mito, el chile en nogada tiene raíces profundamente comunitarias: son las cocineras tradicionales y los campesinos quienes lo hacen posible, año tras año, de la tierra a la mesa.
Porque, además de la derrama económica y el impulso turístico –esperamos recibir a más de 550 mil visitantes y turistas, y vender más de 4.5 millones de chiles para superar las cifras del año pasado–, los turistas pueden conocer el detrás de este símbolo culinario, practicando turismo rural al recorrer las rutas por los campos de cultivo de los ingredientes del chile en nogada. En municipios como Calpan y San Nicolás de los Ranchos, el chile en nogada no solo se cocina: se cultiva. Allí, las familias siembran chile criollo, manzana panochera, pera lechera, durazno criollo y nuez de Castilla, ingredientes que tienen “temporada”, como si fueran viejos amigos que solo vienen a visitarnos unos meses al año.
Las rutas del chile en nogada
La Ruta del Chile en Nogada en Calpan es un ejemplo perfecto de cómo un producto gastronómico puede mover economías y corazones. Pero también es una ventana al México rural que aún resiste, gracias al trabajo colaborativo, el trueque, el fogón y la cocina heredada de abuelas con más sazón que libro de recetas.
Imagínate caminar por santuarios naturales donde crece el auténtico chile criollo, y degustar un taquito de rajas con sal acompañado de cerveza artesanal y mezcal. Después de eso, te sumerges en el bosque a conocer más sobre los maíces endémicos de San Mateo Ozolco y, entre incienso, ocote y flores, realizas un ritual de agradecimiento a la Madre Tierra. Al final, te espera una prueba de pulque “para elevar tu conciencia” –guiño, quiño– como lo hacían los antiguos sacerdotes. Y concluyes con una cena de seis tiempos en la que están presentes la salsa de chile cascabel, tostadas de maíz azul, tamal de esquites con quelites, sopa de hongos con yerbabuena y, por supuesto, para coronar la noche, el chile en nogada. ¿Ves? No en cualquier lugar te espera una experiencia gastronómica del tercer tipo.
San Nicolás de los Ranchos, por su parte, es otro destino poblano donde el chile en nogada se vive con tradición, arte y sabor. El pueblo ofrece un festival en agosto con recorridos por los cultivos de ingredientes en el cerro Tlalmimilolpa, que regala mágicas postales del Popocatépetl, así como degustaciones del platillo. Pero San Nicolás también invita al recogimiento espiritual en la Parroquia de San Nicolás de Bari y ofrece artesanías de piedra volcánica, un oficio al que se dedican varias familias del lugar. Cocineras y artesanos locales comparten su legado con orgullo, haciendo de este sitio un refugio auténtico y generoso.
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Más que un platillo
Lo más divertido de probar el chile en nogada en los 3 mil establecimientos que lo venden en Puebla, según estimaciones de El Economista, es conocer las variantes del mismo. Como el helado en nogada, la dona en nogada, el pulque en nogada –10 de 10, conoce más aquí–, la cemita en nogada, los chilaquiles en nogada, el sushi en nogada y la pizza en nogada. Si bien, para que un chile en nogada sea auténtico, los ingredientes deben ser de la región Izta-Popo, resulta divertido ver la diversificación de este emblemático platillo.
Y, bueno, si hablamos de maridaje, el mezcal, vino blanco o cerveza artesanal no se quedan atrás; yo recomiendo comerlo acompañado de vino rosado.
En tiempos donde el turismo masivo y la estandarización amenazan lo auténtico, el chile en nogada nos recuerda que la temporalidad es un lujo. Que lo que solo sucede unos meses al año tiene un peso simbólico. Que hay que saborear con historia y conciencia.
Ojalá esta temporada nos llene no solo el paladar, sino también la mirada para ver en cada chile capeado una obra colectiva, una memoria comestible y, claro, la oportunidad de disfrutarlo en familia o en amigos, como si de una navidad gastronómica se tratara, tal como lo dice nuestro estimado columnista Alejandro Cañedo y el presidente de Canirac Puebla, Juan José Sánchez, que es más de cemitas, pero poblano al fin.