A tres días del arranque de las campañas en Puebla, los demonios se soltaran entre las coaliciones punteras, encabezadas por Morena y por el PAN, y ya surgieron las primeras acusaciones y denuncias por parte de los candidatos y contendientes.
De éste hecho, por supuesto, hay dos noticias: una mala y una buena.
Lo mala, es que con esto el proceso electoral local se va a empezar a ensuciar.
Y la buena, es que los mapaches electorales solitos se van a empezar a evidenciar.
Ojalá que de esta forma, por lo menos, las campañas y sus candidatos se pongan más interesantes.
Porque nomás no levantan, y las propuestas de los candidatos, está claro, no le interesan ni tantito a los ciudadanos.
Tal vez por ello no hay mucha publicidad y utilitarios regados por la ciudad.
Papel propagandístico sí, pero no con exceso, pues las redes y las estrategias digitales son las que reinan hoy en las campañas.
De hecho, los candidatos de las distintas coaliciones y partidos le están apostando más recursos a las redes sociales, por ejemplo, que a la campaña tradicional.
Y es que saben que la gente ya no se traga tan fácil el cuento de que con una gorrita, sombrilla o playerita la pueden comprar.
Ya no.
Hoy por hoy, los ciudadanos son poco más exigentes e innovadores, pues están más familiarizados con la tecnología.
Eso mismo les permite enterarse -de primera mano- de las noticias y las novedades con respecto a sus candidatos.
El caso es que los partidos, coaliciones y aspirantes saben perfectamente que en la capital y su zona conurbada se concentra poco más de la tercera parte del padrón electoral local.
En ese sentido, por ello es que surgen los primeros escándalos de la elección, pues los candidatos saben que ganar la capital es imprescindible para su causa.
Esto explica el porqué de las acusaciones lanzadas por el PAN contra Morena acusando una elección de estado, y mostrando la participación de funcionarios de gobierno, sobre quienes alegaron que si participaron en algún mitin lo hicieron en su tiempo libre.
Y, desde luego, el porqué la estrategia de entregar tinacos azules en medio de una campaña y un proceso electoral tan caliente como el de Puebla.
En lo personal, sigo insistiendo que el PAN y sus aliados se van a concentrar en mantener la ciudad pintada y gobernada de azul, para que Morena no se quede con todo, y evitar que acaparé el estado.
Lo que no hay que perder de vista es que la actual campaña es una guerra de cochinos contra marranos, pues ambos bandos están integrados por políticos y a ellos es imposible confiarles.
Todo un reto resulta para el PAN y Morena retener y recuperar la capital, la cual el partido de la 4T la perdió por la desastrosa administración de Claudia Rivera Vivanco, quien encabezó el primer gobierno de izquierda en la ciudad de Puebla.
Por cierto, además del show -cómico y mágico- que armó Toño López el candidato a diputado federal por el distrito 11, por la supuesta entrega de tinacos azules, las autoridades que brillaron por su ausencia fueron las del Instituto Electoral del Estado (IEE).
Opaco, gris y como siempre ausente, el organismo no se ha pronunciado al respecto, ni para bien, ni para mal.
Y lamento decirles, pero se los dije.
El hecho de contar con un árbitro electoral del pobre nivel del IEE y de sus consejeros, encabezados por Blanca Yassahara Cruz García, quien no ata ni desata ante las exigencias del actual proceso electoral, es todo un riesgo.
Por algo el PAN está exigiendo que el organismo esté a la altura y exigencias del proceso electoral, ya que debe garantizar una campaña ejemplar.
Y eso que la guerra sucia, las denuncias, los madrazos y manotazos en las campañas apenas empiezan.
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A propósito de la caminata que realizó ayer por las calles del centro histórico el candidato al gobierno de la coalición encabezada por Morena, Alejandro Armenta Mier, sería bueno recordar que fue Morena y su entonces presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, la que fomentó el ambulantaje y el desastre en el primer cuadro de la ciudad.
Los poblanos no olvidamos cómo las calles del centro estaban infestadas de ambulantes, quienes se adueñaron de las calles y del paso peatonal.
No creo que ni el mismo Armenta, ni nadie desee que vuelva al centro la catástrofe que tenían en las calles del centro histórico el comercio informal.
¿O a poco sí?
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