Pablito Fernández del Campo quiere, pero no puede ni debe.
Pepe Chedraui puede, y además quiere y debe.
Víctor Manuel Giorgana sólo quiere, porque no debe y menos puede.
Silvia Tanús quiere…
Leobardo Soto ni debe ni puede y hace como que no quiere.
La bancada priista en la nueva legislatura estará tan disminuida que para trascender necesita un líder que tenga autoridad moral y que no venga de perder una elección.
Un líder que no haya utilizado el aparato para colocarse en el primer lugar de la lista plurinominal.
Un líder que no haya hecho concertacesiones en el tema de Audi y que en consecuencia no esté amarrado de pies, manos y boca.
Un líder que tenga capacidad de peloteo con la Federación y que al mismo tiempo sea un interlocutor válido con el gobierno del estado.
Un líder fuerte, pero no intransigente.
Un líder con músculo aunque haya perdido doce kilos en los últimos meses.
Un líder al que conozcan y reconozcan el presidente Enrique Peña Nieto, el dirigente César Camacho, los secretarios Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray y los subsecretarios Luis Miranda y Luis Ernesto Nehmer.
Un líder al que le tomen las llamadas en los momentos claves.
Un líder al que respete el gobernador Moreno Valle.
Un líder con capacidad de convocatoria.
Un líder que no haya peleado su sitio en la lista plurinominal como si en ello lo hubiera ido la vida.
Y sí, faltaba más, ese líder existe.
Se llama Pepe y se apellida Chedraui.
De Amistades y Lealtades. Justo cuando Peña Nieto vino a Puebla por primera vez, en el contexto de una tormenta política, Pepe fue invitado a recibir al presidente en el estadio Zaragoza.
Ahí llegó y fue ubicado junto con el gobernador, el alcalde de Puebla y el jefe de la XXV Zona Militar.
El helicóptero presidencial apareció en el horizonte y descendió al lugar marcado como helipuerto.
Peña bajó y saludó a uno por uno.
Hasta que su mano se encontró con la de Pepe, hijo de don José Chedraui, recientemente fallecido.
El diálogo no pudo transcurrir de otra manera:
-Mi querido Pepe, lamento mucho lo de tu papá. Tú sabes que me unía una gran amistad con él.
-Lo sé, presidente. Agradezco tus palabras.
-Qué bueno que viniste. Acompáñanos al acto oficial.
Y sí, en efecto, Pepe estuvo en los primeros lugares.
Más saludado que nunca.
El 5 de mayo regresó el presidente, pero esta vez Pepe no fue convocado.
El motivo no podía ser otro: ya era candidato a diputado plurinominal por su partido, el PRI.
Una y otra vez los encuentros se suceden.
Y no es una cercanía hechiza.
Hay hechos contundentes que la marcan.
De aquí al 2015 varios ríos habrán de correr en esta historia.