El arrasador triunfo de Donald Trump, virtual presidente de los Estados Unidos quien asumirá el cargo el próximo 20 de enero de 2025, no tomo por sorpresa o por lo menos a quienes tienen claridad de que la narrativa política de polarización es muy efectiva en nuestros tiempos actuales, aunado a que los liderazgos sui géneris que tienen tendencia a la autocracia queda cómoda en las sociedades convulsas.
El triunfo del republicano, que incluso fue mayor a lo que pronosticaban las encuestas, tuvo votos de grupos claves: los votos de indecisos, los votos de hispanos (sí, aunque usted no lo crea) y de católicos; los estados claves de votos switchers Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin dieron el tiro de gracia a los demócratas con una candidata que entró tarde a la contienda pero que era una esperanza para las personas que compararon una arrasadora ventaja de Kamala Harris en comparación con Joe Biden.
El apoyo de Trump entre los jóvenes también creció significativamente, con un aumento de 11 puntos porcentuales respecto a la elección de 2020. Si en 2020 Biden se impuso entre ellos por 24 puntos, en 2024 Harris lo hizo por 13, según datos de una encuesta de CNN publicada por Business Insider.
Las nuevas generaciones mucho más activas políticamente se decantan por liderazgos que tienen rasgos evidentes de autocracia, el caso más evidente es el de Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Las juventudes prefieren liderazgos autocráticos porque los gobiernos les han quedado debiendo en materia de seguridad, economía, utilización de nuevas tecnologías para acercarse al grupo en el poder y la utilización de energías renovables para el cuidado del medio ambiente.
La posmodernidad alcanzó a América, Estados Unidos es una sociedad evidentemente en decadencia y requiere de un respiro para recuperar su posición como potencia a nivel macro económico, Trump conviene a la sociedad norteamericana luego de haber sufrido un mal manejo por parte del presidente Biden con una recesión económica del 20 por ciento.
Trump apuesta por una recuperación económica dejando de lado la inversión bélica, tal es el caso de su postura ante Ucrania de dejar de apoyar económicamente a este país en su guerra contra Rusia, no es casualidad que uno de los primeros líderes mundiales en felicitarle fue Vladimir Putin.
Es probable que las juventudes se decantaron por Trump en parte por esta postura aparentemente no bélica que atiende de manera más urgente los problemas internos del país, también por un liderazgo en apariencia mucho más diplomático que lo mismo se puede sentar con el archienemego de Estados Unidos por décadas, Rusia que con Gran Bretaña o Canadá.
La posmodernidad, que implica una decadencia de las Instituciones, la falta de credibilidad de la ciudadanía a figuras políticas, religiosas o económicas, entre otras condiciones; favorece los liderazgos sui géneris con posturas autocráticas; tal es el caso de Nayib Bukele en El Salvador, de Javier Milei en Argentina, o la continuidad de la Cuarta Transformación en México. Este tipo de liderazgos albergan en la mayoría de la ciudadanía un ápice de esperanza entre tanta destrucción (económica, política y social) un ápice de rumbo ante tanta incertidumbre, una guía, una brújula.
Estos liderazgos “llegaron para quedarse” y que a nadie tome por sorpresa ni el triunfo de Trump, ni el triunfo de estos líderes con una narrativa que brinda cobijo a una sociedad perdida; el riesgo es que la permanencia de un grupo en el poder, se encamina a una autocracia que poco o nada abona a una democracia, pero no existe democracia sin la participación activa de la ciudadanía y en estos momentos la participación más activa es el de las mujeres (que nos seguirán quedando a deber) y el de las juventudes que definen actualmente las elecciones y han decidido este tipo de liderazgos.