Esteban Arce Herrera es uno de los líderes más notables en México de la ideología de odio. Es un personaje que, desde su supuesta vivencia de que se le apareció la Virgen María en un viaje a Europa, se ha dedicado a desatar el aborrecimiento contra el feminismo, la diversidad sexual, los pobres, contra algunos deportistas extranjeros y hacia la vacunación preventiva del COVID-19. Por eso ha provocado sorpresa, desconcierto y una fuerte oleada de críticas que este conductor de televisión haya sido invitado por la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) a impartir una conferencia ante alumnos de esta casa de estudios.
Arce es uno de los voceros de la derecha más radical del país, por no decir la más primitiva, que sostiene que en México se vive una conspiración contra las familias y la religión católica, lo que genera un rechazo a la educación con bases científicas, la difusión de temas sobre sexualidad, los derechos de género y la pluralidad religiosa.
La presencia de Estaban Arce en una de las universidades públicas más importantes de América Latina se da en un momento muy delicado en que se ha revivido el esfuerzo de la extrema derecha de eliminar los libros de texto gratuitos bajo el absurdo de que su contenido forma parte de una estrategia para “sembrar el virus comunista” entre los escolares.
O lo que es peor, el comunicador es un aliado del Frente Nacional por la Familia, una organización radical que difunde el disparate de que se busca despojar a los niños de las escuelas primarias, del sector público, de su identidad de género para que la mayoría de los mexicanos abandonen el modelo tradicional de familia.
De 61 años de edad, profesión de licenciado en Relaciones Industriales, futbolista frustrado, conductor de radio y televisión, Arce se ha convertido en un fundamentalista católico. Este jueves fue convocado a impartir una conferencia, ante miles de alumnos, en la Arena UAP, como parte de una campaña de prevención de consumo de drogas denominada: “No te pases”.
Se podría entender que Esteban Arce fuera invitado a una universidad privada, como la UPAEP, que abiertamente se declara una institución católica, pero no a la UAP, que es una universidad pública, crítica y popular.
La UAP es una institución que promueve la inclusión social, el respeto a los derechos humanos, que combate la discriminación, que defiende la pluralidad de las ideas y, lo más importante, que tiene una de las comunidades científicas más importantes de México. Es decir, se fomenta todo lo que odia Esteban Arce.
Por si fuera poco, la UAP ha sido uno de los semilleros más importante de los diferentes movimientos feministas en el estado de Puebla y es una casa de estudios en donde la comunidad estudiantil, con el apoyo de la Rectoría de la institución, ha generado una lucha contra maestros señalados de ser acosadores sexuales.
Es decir, es una de las universidades en donde más se entendió y se desarrolló el movimiento del Me Too que cimbró en el mundo a las élites del espectáculo, financieras, de la política y hasta de la cultura al permitir que surgieran múltiples denuncias contra poderosos depredadores sexuales.
Por eso resulta incongruente, incomprensible, que se le abran las puertas de la UAP a Esteban Arce, un hombre que no oculta su odio hacia los movimientos feministas y de la diversidad sexual y social.
Solo hay que recordar algunas de sus frases, tales como:
“En el mundo solo hay dos seres distintos y complementarios: el hombre y la mujer, no hay más. Hay perro y perra, no hay perrín”.
“Intentar un aborto es degollar a un bebé”.
O cuando narró que en la Alcaldía Azcapotzalco de la Ciudad de México, si un conductor no circula con un GPS, lo van a atacar, lo van a robar, y “luego te van a volver a violar… te vas a quedar a vivir con el que te violó”.
“La ideología de género, que viene –a México– a nivel mundial, quiere hacernos entender cosas que no van con la naturaleza humana… es negar la naturaleza humana y los valores que son fundamentales”.
Esteban Arce se ha dedicado a impartir conferencias entre adolescentes de movimientos católicos, en donde se ha destacado por su hostilidad, su burla contra jóvenes que le han cuestionado su discurso de odio contra homosexuales, feministas y mujeres que interrumpen un embarazo.
Una de las participaciones más destacadas ocurrió en octubre de 2017, durante el congreso mariano llamado “Guadalupe y Fátima: mensaje de esperanza”, que fue nutrido con miles de estudiantes de colegios católicos de todo el país.
Fue ahí donde sostuvo que, en un viaje al santuario de Medjugorje, en Europa, se le apareció la Virgen de Guadalupe, a través de una figura luminosa. Más o menos lo narró así:
“Lo que a mí me impactó fue que a mi lado iba una señora con una niña pequeña, quien al parecer estaba enojada; sin conocerme, me preguntó por mi nombre qué hacía ahí y por qué había ido de tan lejos, a la vez que lanzaba palabras ofensivas contra Dios y la Virgen. Me entró mucho miedo en ese momento, pensé que no la iba volver a ver; al día siguiente regresamos y volvimos a encontrarnos con la misma niña, quien ya estaba más tranquila.
“A partir de ese día, he tratado, a través de la oración, de cambiar todo. Al regresar de aquel viaje a mi trabajo normal, decidí que en cada uno de mis programas dejaría un mensaje positivo, para promover la defensa de la familia, de los no nacidos y de los valores de la sociedad”.