Latoso y chillón. Bueno, chillón no tanto”, dice Alfredo Cuarón sobre su hermano Alfonso, ahora consagrado cineasta que se encuentra en los cuernos de la luna gracias a su más reciente obra fílmica: Gravedad.
Alfredo, quien comparte rasgos característicos con sus hermanos cineastas (incluyendo al guionista y director Carlos Cuarón) como el cabello canoso y la sonrisa, recuerda que fue un alumno regular, aunque la familia sabía que tenía un don.
Sí le gustaba la escuela, no era de los puros dieces, pero siempre tuvo una mente brillante”, añade Alfredo, quien desde la adolescencia sabía que Alfonso consagraría el resto de su vida al cine.
“(Como a los 12 años) agarraba la camarita de Super 8mm y junto con Carlos (guionista de Y tu mamá también y director de Rudo y cursi) se dedicaban a seguirnos a todos por la casa. Ése era ya un presagio de que se dedicarían al cine.”
Alfredo, junto con su hermana Cristina (son cuatro hermanos Cuarón en total) se dedica a “salvar el mundo” con proyectos de conservación de la naturaleza, mientras que los cineastas se dedican a “inventarlo” gracias a sus historias.
Pero toda esa curiosidad por explorar las herramientas de la narrativa cinematográfica hubieran servido de poco si Alfonso no hubiera contado con el apoyo de una mujer fundamental en su vida: su madre, a quien por cierto le dedica en los créditos finales la película Gravedad.
“Desde niño yo quería hacer cine y mi mamá siempre me apoyó en ese sentido. Ella me introdujo a nuevos directores cuando yo era pequeño”, relata el propio Alfonso con un dejo de nostalgia.
“Más tarde, en mi tardía infancia y temprana adolescencia, también me introdujo a las salas de arte y a los cineclubes. Mucho de lo que es la experiencia de Gravedad es gracias al empuje que me dio mi mamá.”
Fue precisamente en uno de esos cineclubes, en el CUC (Centro Universitario Cultural), ubicado en la calle de Odontología 35 en Ciudad Universitaria, que Alfonso compartió varias tardes de cine con Daniela Michel, ahora directora del Festival Internacional de Cine de Morelia.
“Ahí nos echamos muchísimas películas. Alfonso es un gran cinéfilo, siempre coincidíamos y veíamos películas un grupo de amigos, incluyendo a Alfonso”, rememora Michel, quien siempre ha mantenido una gran amistad con la familia Cuarón.
“Me da una gran emoción ver que su hijo Jonás, a quien conocí cuando acababa de nacer, ahora sea el guionista de Gravedad, así como a Carlos, que estrena Besos de azúcar. Es un momento muy emotivo para mí a nivel personal y artístico.”
Años más tarde, Alfonso tomó una decisión determinante en su vida: estudiar cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), de la UNAM, donde conoció, además de a la madre de su hijo Jonás, Mariana Elizondo, a algunos de sus mejores amigos y cómplices de muchas de sus batallas fílmicas: Emmanuel Lubezki (su cinefotógrafo de cabecera), Carlos Marcovich y Luis Estrada.
Fue ahí en el CUEC que realizó un cortometraje titulado Vengeance is Mine, por el cual se cree que fue expulsado de la escuela debido a que estaba rodado en idioma inglés.
Pero la verdad es que Alfonso nunca fue expulsado de la institución sino que, junto con Lubezki y Estrada, decidió abandonarla porque no contó con la autorización para comercializar y distribuir su cortometraje.
Se trató más bien de una diferencia ideológica y política, dos conceptos que siempre han regido su carácter inclinado siempre más hacia la izquierda.
Una vez fuera del CUEC y en vísperas del nacimiento de Jonás, Alfonso consiguió trabajo de burócrata en el Museo Nacional de Arte (sí, el mismo de la ahora polémica escultura de El Caballito), donde su “carrera” como director parecía más imposible que nunca.
Pero entonces llegaron al rescate varios amigos, entre ellos el realizador José Luis García Agraz, quien le dijo que tomara sus cosas y renunciara al empleo porque lo quería como asistente de dirección en su cinta Nocaut.
Más tarde, Cuarón dirigiría algunos episodios de la serie de suspenso La hora marcada, donde conoció a Guillermo del Toro, otro “monstruo” de la cinematografía mundial.
En esos años, los 90, Alfonso comenzó a escribir junto a su hermano Carlos el guión de la que se convertiría en su ópera prima: Sólo con tu pareja, que luego de convertirse en un éxito en la cartelera, llamó la atención de varios productores de Hollywood que no tardaron en invitarlo a dirigir en Estados Unidos.
Su primer trabajo del otro lado de la frontera fue la dirección de un capítulo de la serie Fallen Angel, producida por Sydney Pollack, que también marcó el debut de Emmanuel Lubezki en el mercado anglosajón.
Nunca más se volverían a separar y ambos forjarían una carrera fílmica sin igual, cuya maestría se escapa de las palabras.
Algunos de los resultados de esa colaboración son La princesita, Grandes esperanzas, Y tu mamá también, Hijos del hombre y ahora Gravedad.
El único largometraje de Cuarón en el que no contó con la cinefotografía de Lubezki fue Harry Potter y el prisionero de Azkaban, que para muchos es la mejor de la serie sobre el aprendiz de mago creado por JK Rowling.
Es la brillante trayectoria de Alfonso Cuarón Orozco, nacido en la Ciudad de México hace 51 años y tres veces nominado al Oscar, y quien seguramente en enero volverá a acaparar las nominaciones por Gravedad, la que algunos presumen como obra cumbre en su carrera.