Santa Isabel Xiloxoxtla, en el estado de Tlaxcala, se preparaba para celebrar. El aire olía a pólvora y devoción, y las calles del pequeño municipio tlaxcalteca se llenaban de luces, música y fe. Mientras, una procesión recorría el camino rumbo a la parroquia, marcando el inicio de la Feria del Elote. Pero lo que debía ser una jornada de júbilo terminó en tragedia.
La noche de ayer, miércoles, la explosión de una camioneta cargada con pirotecnia arrebató la vida a Luis Enrique N., un adolescente de apenas 16 años, y dejó a un hombre severamente herido. Dos personas más sufrieron crisis nerviosas.
Un estallido que lo cambió todo
Según los reportes oficiales, todo ocurrió en cuestión de segundos. Mientras algunos pobladores encendían cohetones como parte de la procesión, una chispa alcanzó el resto del cargamento de fuegos artificiales, almacenado en la batea de una camioneta. El estallido fue brutal.
El estruendo retumbó en todo el pueblo. “Se escuchó a varios metros a la redonda”, contaron testigos. La detonación alcanzó a vehículos cercanos y provocó caos entre quienes apenas comprendían lo que acababa de suceder.
Luis Enrique estaba cerca de la camioneta. Su cuerpo recibió el impacto de la explosión. Herido de gravedad, fue trasladado por policías municipales, a petición de sus familiares, al Hospital General de Tlaxcala IMSS-Bienestar. Ingresó a las 21:00 horas, pero los esfuerzos médicos no fueron suficientes y falleció poco después.
Emergencia, dolor y suspensión de festejos
Tras el incidente, bomberos, paramédicos, Protección Civil y elementos del Ejército mexicano acudieron al lugar. Acordonaron la zona, revisaron posibles afectaciones y aseguraron lo que quedó del cargamento pirotécnico.
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En un comunicado, el Gobierno del estado de Tlaxcala confirmó la muerte del menor y la gravedad del siniestro. Se suspendió de inmediato el espectáculo de fuegos artificiales que se tenía previsto para esa noche. Castillos de pólvora que nunca encendieron. Una festividad que se detuvo en seco.
Además de los daños humanos, el estallido causó pérdidas materiales considerables, incluyendo la destrucción total del vehículo que transportaba los cohetones y afectaciones a autos estacionados.
Una vida joven apagada
Luis Enrique N. no volverá a la escuela, ni correrá con sus amigos por las calles de Xiloxoxtla. Su nombre quedará grabado en la memoria de su comunidad, no por una fiesta, sino por una tragedia que pudo haberse evitado.
Las investigaciones continúan, pero para su familia y para quienes presenciaron la escena, ya no hay marcha atrás.