Para dar realmente la batalla en las elecciones intermedias federales, en varios procesos locales y en la definición de 17 gubernaturas en 2017, el Partido Acción Nacional (PAN) necesita un socio, un aliado que le proporcione esas décimas adicionales, de las carece hoy en todas las proyecciones.
Una vez que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha quedado en cenizas y está comprobado que le generó más negativos que fuerza al panismo en Puebla y a nivel nacional, solamente queda un camino: la alianza con Movimiento Ciudadano.
La ruta es clara y 2027 será el laboratorio para el experimento naranja.
Dirigentes panistas de Puebla y a nivel nacional han descartado reeditar el maridaje electoral con el priismo, que comenzó en 2021 y terminó con el rotundo fracaso de 2024.
Más allá de las declaraciones que han hecho algunos albiazules de que analizan la “posibilidad” de ir con Movimiento Ciudadano en 2027, están los números que muestran que esa es realmente su única posibilidad de dar batallas dignas o con posibilidades de triunfo contra el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
De los cuatro estados que gobierna el PAN, en tres se renovará la gubernatura: Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro.
(La otra entidad que gobierna es Guanajuato, pero no irá a las urnas en 2027).
Hay que señalar que en esos estados, como en los otros 14 en que se elegirá gobernador o gobernadora en 2027 en todo el país, todavía no hay candidatos ni candidatas definidas.
En la foto del momento, Acción Nacional tiene ventajas holgadas en Aguascalientes y Querétaro, pero está abajo por casi 8 puntos en Chihuahua.
De acuerdo con el más reciente estudio de LaEncuesta.mx, en los primeros dos estados mencionados el PAN puede ir solo, pues saca más de 10 puntos a Morena.
Sin embargo, esa ventaja, en esos dos casos, se potencia si va en alianza con el partido naranja y eso es garantía.
En esas dos entidades la aportación de Movimiento Ciudadano puede ser de 5.3%, en promedio.
En Chihuahua, en donde el PAN está abajo de Morena, la posible aportación de Movimiento Ciudadano es de 6.8 por ciento.
Es decir, en esa entidad fronteriza la única posibilidad de que Acción Nacional dé una batalla real para conservar la plaza es si se asocia electoralmente con los naranjas.
En otros estados, aunque no gobierna el PAN, su oportunidad de ser competitivo solamente se perfila en alianza con Movimiento Ciudadano.
El planteamiento a la inversa también funciona: en Nuevo León, que también renovará gubernatura en 2027, actualmente gobierna Movimiento Ciudadano, pero está muy abajo de Morena.
Si ahí se alían Movimiento Ciudadano y PAN, la posibilidad de triunfo es para la fórmula naranja por casi 6 puntos, de acuerdo con LaEncuesta.mx, incluso si Morena va en alianza con PT y PVEM.
Hay estados, como Michoacán, en donde se abre la posibilidad de arrebatarle el estado a Morena y sus aliados, si van juntos Movimiento Ciudadano y PAN, lo que en solitario simplemente no podría ocurrir.
En Puebla, con la incorporación de Néstor Camarillo, exdirigente del PRI, a Movimiento Ciudadano pareciera anunciarse una alianza.
Camarillo, a pesar de su pésima imagen, ha estado sumando cuadros priistas a Movimiento Ciudadano.
Eso puede ser contraproducente, por la mala reputación de muchos de ellos y ellas, pero al final también puede fortalecer a ese partido que en el estado es casi testimonial y no ha podido dar el salto a la verdadera competitividad electoral.
En la feria de las especulaciones, hay quienes vemos a Néstor Camarillo como la avanzada del exalcalde y excandidato a la gubernatura por el PAN, Eduardo Rivera Pérez, quien ya tiene un pie –y la mitad del otro– afuera de su partido.
Rivera, identificado con El Yunque –del que es empleado– y quien además perdió con su grupo la elección de los consejeros estatales y prácticamente todo en el PAN, pareciera tener un futuro naranja.
Las alianzas se definen en las dirigencias nacionales.
Los poblanos nada tendrán que decir y solamente acatar la instrucción.
Y esa ya está tomando color anaranjado.
Delfina Pozos y sus parientes incómodos
No hay que perder de vista al clan de los Pozos Vergara, esa familia caciquil empeñada en demostrar que el poder se arrebata a la mala.
Se sabe que uno de los hermanos de la diputada del PRI Delfina Pozos anda metido en “negocios inmobiliarios” muy a su manera: sin papeles, sin títulos y sin el menor asomo de pena.
Eso sí, dicho pariente tiene una lengua muy larga para presumir “influencias” con funcionarios de ayer y de hoy.
Una joya.
Y una bomba a punto de estallar, como si le sobraran al tricolor escándalos relacionados con personajes de muy dudosa reputación, como Tania N. y otras finas criaturas.
Lo preocupante para Delfina Pozos es que los pecados de sus familiares podrían convertirse en su mayor obstáculo para sus sueños de convertirse en la nueva dirigente de lo que queda del PRI en el estado de Puebla.
Al tiempo.




