No es menor el hecho de que la FIFA haya finalmente elegido al estadio Cuauhtémoc como una de las 13 sedes oficiales de entrenamiento para alguna de las selecciones que participarán en el Mundial de Fútbol 2026.
Por su cercanía con la Ciudad de México, su altitud promedio (de 2 mil 160 metros sobre el nivel del mar), su infraestructura turística y hotelera, su abolengo –dos veces mundialista: en 1970 y 1986–, sus vías de comunicación, su capacidad logística y su cultura y sociedad, Puebla resultó una de las mejores opciones.
“El Coloso de Maravillas” fue evaluado y aprobado por la Federación Internacional de Fútbol Asociación como parte del proceso de certificación previo al torneo, garantizando que la ciudad donde se encuentra cumplirá con los estándares internacionales en infraestructura deportiva, hospedaje y seguridad.
Por cierto, el Grand Fiesta Americana Angelópolis fue designado como hotel sede de la selección que entrenará en Puebla antes de su participación en la justa mundialista.
La decisión de la FIFA es verdaderamente relevante, sobre todo en esta, una época de desaceleración económica.
Será muy positivo para el impulso del turismo y una excelente oportunidad para reforzar la promoción de la marca Puebla, de los productos hechos en Puebla y de la estrategia “Puebla, el Latido de México”.
Si bien hasta el mediodía de ayer miércoles no había confirmación oficial al Gobierno del estado, se daba por hecho que el estadio Cuauhtémoc volverá a vivir la pasión de un mundial de fútbol, así sea esta vez como sede de entrenamiento, lo que redundará en un círculo virtuoso para todo Puebla.
Dueños de palcos y plateas podrían, incluso, realizar un buen negocio con la renta de sus espacios.
Y si toca una buena selección, con jugadores top o jugadores mediáticos que podrían entrenar aquí por tal vez un mes o medio mes, será doblemente bueno.
Por supuesto que, como en su momento lo dio a conocer el jefe de Gabinete estatal, José Luis García Parra, el estadio Cuauhtémoc deberá ser sometido a un intenso proceso de mejoramiento, pues actualmente no luce en las mejores condiciones.
La última remodelación fue en tiempos del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, es decir, hace unos nueve años. No quedó mal, pero no como el estadio tipo Europa (al estilo del Allianz Arena en Múnich, Alemania) que se había prometido.
Para el reto del Mundial 2026, el gobierno de Alejandro Armenta Mier debe invertir una buena cantidad de dinero y rehabilitar, especialmente, el sistema de drenaje y el césped, que quedaron exhibidos como muy deficientes apenas el pasado mes de septiembre durante el caótico partido Puebla contra Chivas.
⚠️ ¡Siente tu liga! ⚠️ Aficionados empiezan a salir del Estadio Cuauhtémoc tras ser reprogramado el partido que se jugaría esta noche entre #Puebla 🎽 y #Chivas 🐐; mientras tanto, trabajadores continúan sacando el agua de la cancha con tecnología de punta: unos bonitos… pic.twitter.com/mObcnkm9ti
— Arturo Luna Silva (@ALunaSilva) September 27, 2025
Las obras durarán, se calcula, tres meses o más, por lo que seguramente para el Clausura 2026, La Franja deberá buscar una nueva sede temporal, misma que podría ser el estadio de Lobos BUAP. Tras el Mundial, al Club Puebla le quedará un estadio renovado, mucho mejor al que hoy se observa, sobre todo en días de fuertes lluvias.
El estadio Cuauhtémoc es el quinto estadio con mayor capacidad (51 mil 726 espectadores) en México después del Azteca, el Olímpico Universitario, el Jalisco y el BBVA, y el más alto del país, con 45.9 metros de altura desde nivel de calle al techo.
A lo largo de su historia –fue inaugurado en 1968, en el marco de los Juegos Olímpicos de ese año en México–, ha sido escenario de grandes eventos (peleas de box, conciertos de grandes artistas, mítines políticos) y testigo en 1990 del Campeonísimo Puebla de La Franja, pero sobre todo de dos mundiales de fútbol, algo que pocos estadios en el planeta pueden presumir.
En 1970 vio jugar a futbolistas de la talla de los italianos Alessandro Mazzola y Luigi Rivera, además de ser anfitrión de la selección de Uruguay.
Y en 1986 tuvo el gran privilegio de observar al considerado mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, el argentino Diego Armando Maradona, quien precisamente en México llegaría a la cumbre de su exitosa carrera ganando la Copa FIFA.
Todavía hay quienes se emocionan al recordar el golazo que “El Pelusa” le metió el 5 de junio de 1986 a Italia, cuchareando el balón –que le puso Jorge Valdano– a la salida del portero Giovani Galli. Uno de los mejores tantos de ese Mundial.
Ahora, el estadio Cuauhtémoc tendrá una nueva oportunidad para vivir la pasión de un Mundial como sede de entrenamiento, una plan de la FIFA para descentralizar la experiencia y llevar el torneo a más ciudades, no solo a las ciudades oficiales: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
El logro no es menor, pues será en gran beneficio para Puebla, que consolidará su rol como anfitrión estratégico, se vestirá de fiesta y demostrará que es una sede de talla mundial, dentro y fuera de la cancha.