El documento “México: Seguridad Ciudadana y Democracia”, elaborado por el Programa de Seguridad Ciudadana Ibero y citado este lunes en la primera entrega de esta serie, no se guarda nada al hacer el diagnóstico de la tragedia que vive el país en materia de inseguridad.
Apunta que la militarización acompaña la crisis.
Y explica:
Desde 2006, con el inicio de la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” –un apresurado invento de Felipe Calderón para legitimarse en el poder–, México ha experimentado una transformación profunda y sostenida en su política de seguridad pública, marcada por una creciente militarización.
Esta estrategia se ha intensificado a lo largo de los gobiernos de Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, consolidándose como una política de Estado.
Entre 2007 y 2024, las Fuerzas Armadas se enfrentaron al menos una vez al día con grupos civiles armados.
El recurso sistemático a las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad ha sido una constante durante este periodo.
Más de 100 mil elementos han sido desplegados para funciones tradicionalmente civiles, como la vigilancia, el control migratorio y la investigación de delitos.
Este protagonismo militar ha estado acompañado por un incremento en las violaciones a derechos humanos, incluyendo desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y abusos contra personas detenidas.
Aunque la militarización ha sido justificada por la supuesta debilidad de las policías civiles, esta narrativa no se sostiene frente a los datos.
En 2015, las policías estatales y municipales alcanzaron su mayor número histórico, con más de 133 mil agentes en cada nivel.
Sin embargo, a partir de 2016 comenzó una disminución progresiva de estas corporaciones, al tiempo que se incrementaba el despliegue militar: en solo un año, el número de efectivos pasó de 40 mil 931 a 69 mil 476.
Este proceso no se tradujo en una mejora de la seguridad; por el contrario, entre 2015 y 2018 los homicidios aumentaron un 77 por ciento.
La reducción de la Policía Federal y su incorporación a la Guardia Nacional en 2019 evidenció un abandono de la apuesta por el fortalecimiento de las instituciones civiles.
Aunque el discurso oficial hablaba de profesionalización policial, en la práctica se profundizó la dependencia del Ejército.
Para 2022, al menos once estados del país ya contaban con más elementos militares que policías estatales.
En 2023, el número de efectivos castrenses asignados a tareas de seguridad pública alcanzó los 145 mil 931, superando con creces a las fuerzas civiles.
La creación de la Guardia Nacional consolidó esta tendencia.
Aunque constitucionalmente fue concebida como una institución civil, desde sus orígenes ha operado bajo una lógica claramente militar.
Bajo el liderazgo de los tres últimos gobiernos, se ha debilitado de forma sistemática el apoyo a las policías locales, privilegiando un modelo centralizado y militarizado cuya legitimidad y eficacia han sido cada vez más cuestionadas.
A pesar del despliegue masivo de fuerzas militares en tareas de seguridad pública, los niveles de violencia en México no han disminuido.
Entre 2007 y 2024 se registraron 452 mil 254 homicidios y 101 mil 933 desapariciones.
Estas cifras incluyen al menos 49 mil 100 mujeres, 140 periodistas y 221 personas defensoras del territorio, lo que evidencia el impacto desproporcionado sobre poblaciones específicas.
Tan solo en 2023 se contabilizaron 31 mil 602 homicidios, lo que equivale a un promedio alarmante de 85 asesinatos por día.
A pesar de ser una política sostenida en el tiempo, la militarización en el país no ha logrado reducir la violencia ni fortalecer el Estado de derecho.
Su implementación ha estado marcada por la violación de derechos humanos, la falta de controles civiles y el debilitamiento de las capacidades civiles de seguridad.
La presencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública ha sustituido, en vez de complementar, a las instituciones policiales y civiles.
Esto ha contribuido no solo a la normalización del uso de la fuerza, sino también a la reproducción de dinámicas de violencia.
La militarización, lejos de ser una solución, se ha convertido en parte del problema.
De este tamaño, la gran tragedia mexicana.