En los próximos y escasos cuatro meses, los alcaldes del estado de Puebla cumplirán el primer año en el poder y, por ende, tienen que rendir su informe anual de actividades y hacer un corte de caja de lo que prometieron en campaña y de lo que han alcanzado. Por eso, la mayoría de los ediles ya están inaugurando obras públicas o, por lo menos, ya han echado a andar el proyecto que buscan que los distinga. Eso está pasando con todos los presidentes municipales, menos con uno: Alejandro Barroso Chávez, de la ciudad de Tehuacán.
A ocho meses de que el médico Alejandro Barroso arrancó su gestión como alcalde, no hay nada que lo distinga de sus antecesores en materia de obra pública, en proyectos de bienestar social o de mejoramiento de los servicios públicos.
Fuera de arreglar algunas pequeñas calles y jardines, literalmente no se percibe ningún logro que vista y le dé realce a la gestión de Barroso, el cuarto alcalde que de manera consecutiva ha llegado al cargo de edil de Tehuacán por la vía de la 4T.
Una situación que se ve reflejada en la propia comunicación oficial del Ayuntamiento. Hay semanas en que tres o cuatro días lo que se informa es el parte de la Policía Municipal, consistente en dar a conocer el número de personas fueron detenidas por cometer un delito –principalmente de narcomenudeo– o incurrir en faltas administrativas en la vía pública.
Hace unos días se llegó a algo inaudito, pues el principal asunto que informó la comunicación oficial del gobierno de Alejandro Barroso es que: gracias a la Dirección de Bienestar Animal, se había logrado que un perro y un gato fueran adoptados.
Este columnista no tiene nada en contra del gusto de la gente de poseer un animal o que se haga un esfuerzo de que sean adoptados los perros y gatos de la calle. Lo que se cuestiona es: ¿en verdad, no había algo más importante que informar por parte del gobierno municipal?
Tehuacán es la segunda ciudad más poblada del estado de Puebla, con 327 mil habitantes, según el censo más reciente del Inegi. En los últimos 15 años, el incremento de los habitantes fue del 19.1%, lo que ubica a esta metrópoli con un acelerado crecimiento poblacional.
Además, tiene un alto desarrollo económico que se traduce en ventas internacionales por alrededor de 226 millones de dólares al año, es decir unos 4 mil 500 millones de pesos, tan solo en el rubro de la maquila de prendas de vestir.
Dichos datos reflejan que Tehuacán es un municipio con problemas y retos complejos, que plantean que un gobierno de esta demarcación tendría mucho que informar de temas relevantes, por encima del asunto de que alguien adoptó a un gatito y a un perrito.
Todo indica que Alejandro Barroso llegó a ejercer el cargo sin un proyecto sólido de gobierno o no sabe ejecutar sus propuestas o, mejor dicho, cumplir lo que ofreció en la campaña electoral de 2024.
Hasta ahora su gestión se ha destacado principalmente por su opacidad y conflictos internos.
Dos ejemplos del errático gobierno de Barroso:
Una constante en los últimos meses ha sido cambiar a funcionarios del Ayuntamiento, incluidos los que son de primer nivel, del círculo de confianza del alcalde.
Por supuesto que el presidente municipal tiene todo el derecho y las posibilidades de hacer los ajustes que crea necesarios en su equipo de trabajo. El problema es que nunca se informa de quién entra y quién sale del gobierno de Tehuacán.
No hace mucho, una destacada periodista de la ciudad le pidió al área de Comunicación Social que le informara de los cambios de funcionarios que ha ordenado el edil Alejandro Barroso.
La solicitud la realizó en la cuenta oficial de WhatsApp del área de Comunicación Social y de un momento a otro, un funcionario de esa oficina dijo que habían “hackeado” el sitio de esa red social, por lo cual lo cerró.
Horas más tarde abrió una nueva cuenta en WhatsApp, desde otro número telefónico, sin incluir a la periodista que pidió la información, misma que nunca le dieron.
Un segundo asunto son las divisiones e intrigas que hay entre los funcionarios del Ayuntamiento.
Un ejemplo: hay un escándalo que se está “cocinando”, que inició al arrancar la gestión de Barroso cuando se anunció que la regidora Mayra Guadalupe Vázquez Gordillo renunciaba a ese cargo, para incorporarse como directora del Sistema DIF.
El asunto hubiera pasado intrascendente si no fuera porque la suplente de la regidora es Karina Xúchitl González, quien es cuñada del presidente municipal.
El pasado 6 de junio, Mayra Vázquez Gordillo le ha comunicado al Cabildo su deseo de regresar como regidora.
El escándalo no es el retorno, sino que la representante ha denunciado en un escrito –cuya copia tiene este tecleador– que a principios de la gestión municipal, ella quiso presentar una licencia al cargo de regidora, pero el escrito con la petición se lo arrancó de las manos el alcalde Alejandro Barroso y la habría obligado a firmar una renuncia, que es improcedente de acuerdo con la Ley Orgánica Municipal.
Dicho asunto, es “una papa caliente” en las manos del alcalde que, si no lo sabe arreglar pronto, lo va a acabar “quemando”.