Como se sabe, sumamente polémica, ha resultado la iniciativa presentada en el Congreso del estado para garantizar la seguridad de los conductores de motocicletas en Puebla, así como de sus acompañantes y peatones, además de disminuir su uso para la comisión de delitos.
Tanto el gobernador Alejandro Armenta Mier como su secretario de Seguridad Pública, vicealmirante Francisco Sánchez González, y la presidenta del Poder Legislativo, la diputada de Morena Laura Artemisa García Chávez, han salido en su defensa y explicado las bondades y los beneficios de la misma. Se señala que muchos robos, homicidios y otros delitos están directamente relacionados con el uso de motocicletas, un vehículo de transporte que facilita la huida de los maleantes, como se ha visto en no pocos casos a lo largo de los últimos años.
Grupos de motociclistas se han manifestado en contra de algunos de los puntos incluidos en la reforma a la Ley de Movilidad, pues consideran que vulneran sus derechos y los criminalizan, y han exigido diálogo y que sus propuestas, en todo caso, se incorporen a dicha iniciativa, actualmente en análisis en comisiones, pero que muy probablemente esta misma semana podría pasar al Pleno para su eventual aprobación.
Los puntos principales del proyecto de reforma son:
* Retirar de la vía pública motocicletas con placas alteradas, dobladas o cubiertas, utilicen sistemas de ocultamiento removibles o mecanismos que eviten la identificación.
* Obligación de conductores y pasajeros de utilizar en la vestimenta materiales reflejantes de seguridad, para poder ser visibles en la noche.
* Los motociclistas deberán portar casco y chaleco, mismos que deberán llevar adherida la calcomanía con el número de placa expedida por la Secretaría de Planeación, Finanzas y Administración de manera visible.
* El chaleco deberá tener cuando menos el 30% de material reflejante y portar el número de placa tanto en la parte frontal como en la parte posterior.
* El número de pasajeros por motocicleta se determinará en la tarjeta de circulación.
* Los vehículos motorizados cuya tracción dependa de tecnologías eléctricas o similares, como es el caso de bicicletas eléctricas y monopatines capaces de superar los 25 kilómetros por hora, no podrán circular por vías primarias, salvo en los casos en que exista infraestructura segregada y segura destinada para su tránsito.
* Uso de luces y reflejantes.
* Prohibir el uso de dispositivos que dificulten la conducción.
Puebla no es el primer estado que busca regular el uso de motocicletas. Proyectos similares se han visto, por ejemplo, en la Ciudad de México, donde hace unos días el sicario de la secretaria particular y el asesor de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, huyó precisamente en una moto tras ejecutarlos a balazos.
Sin embargo, el caso Colombia puede resultar más ilustrativo para poder un mejor criterio sobre las verdaderas ventajas y desventajas de meter al orden a los conductores de este cada vez más común vehículo de transporte.
En febrero de 2018, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Bogotá prohibió el tránsito de motocicletas con dos pasajeros varones a bordo para frenar los índices de delincuencia.
Las estadísticas señalan que entre febrero y abril disminuyeron los robos de 501 a 330 casos, en comparación con ese mismo periodo del 2017. En zonas fuera de la restricción se pasó de mil 010 a 830 asaltos; esto demuestra que sí funcionó.
Otras ciudades de Colombia también han aplicado esa modalidad, entre ellas Cali (desde 1995) y Medellín (entre el 2012 y el 2015).
En opinión de Wilson Hernández Breña, especialista en criminología por la Universidad de Pennsylvania, en Colombia, hoy en día, el 40% de robos de dinero, cartera o celular se cometen en moto, mientras que 71% en moto o mototaxi.
Sin embargo, se muestra escéptico sobre la verdadera eficacia de dicha regulación en ese mismo país sudamericano.
En un artículo publicado en febrero de 2022, intitulado “Motos, prohibición y crimen”, apunta:
“Prohibamos los acompañantes en motos y, si no funciona, luego prohibamos las motos. ¿Tiene sentido?
”Muchos robos se cometen bajo la siguiente modalidad: dos personas en una moto que se escurren con facilidad por calles y pasajes para despojar de sus pertenencias a hombres y mujeres. Escapan con facilidad y para la policía es complicado perseguirlos. Es un negocio redondo.
”Las narrativas de medios de comunicación acerca de este tipo de modalidad delictiva nos han empujado a creer que el problema es la moto, algo que muchos políticos y autoridades han adoptado rápidamente para proponer una solución que, bajo esta lógica, cae de madura: prohibamos la circulación de motos con acompañantes.
”Confesemos que suena atractivo. Muerto el perro, se acabó la rabia. Sin acompañante en moto, se acabó el robo. Simple y atractivo.
”La idea no es nueva y ya ha sido evaluada en Colombia. Un reciente estudio evaluó el efecto de esta medida sobre ciertos delitos en seis ciudades distintas. Pero antes de lanzarnos a redactar el proyecto de ley para el Perú, es clave ver qué resultados obtuvo esta medida.
”Empecemos por lo más elemental. ¿Cuál es el rol de las motos en el crimen para el caso colombiano? El problema de motos y crimen en Colombia es de una intensidad mucho mayor que en Perú.
”El estudio en mención reporta que entre 5 y 7 de cada 10 hurtos de celulares cometidos con armas de fuego fueron perpetrados por delincuentes en moto. Además, el 21% de los homicidios con arma de fuego se cometieron desde una moto.
”Ante esta situación, distintos gobiernos locales colombianos dispusieron tres medidas diferentes. En Barranquilla y Bogotá se prohibió que las motos tengan acompañantes hombres. En Cartagena y Neiva, se prohibió motos con cualquier sexo de acompañante. Más radicales aún, en Barranquilla y Soledad, hubo prohibición total de motocicletas en ciertas zonas o en ciertos horarios.
”Entonces, ¿prohibir las motos cambió radicalmente la seguridad ciudadana? La respuesta corta es no. Ni radicalmente, ni en forma importante.
”Ahí donde hubo prohibición de acompañante hombre en moto, se redujeron los delitos contra la propiedad, pero no los homicidios ni lesiones. Gran logro, podríamos adelantar. Sin embargo, hay dos grandes ‘peros’ que desinflan los ánimos: la reducción fue muy pequeña y, además, el crimen se desplazó. Es decir, se fueron con moto y todo a robar a zonas aledañas donde la prohibición no regía.
”Si no funcionó prohibir acompañantes hombres en las motos, ¿qué pasó con la prohibición de todo acompañante? Los resultados son contradictorios. En Cartagena, no redujeron los delitos contra la propiedad, aunque sí los homicidios y lesiones; mientras que en Neiva sucedió lo opuesto.
”Ya que los resultados anteriores son contradictorios, ¿sería mejor prohibir totalmente las motos? La respuesta del caso colombiano es que esta prohibición total no disminuyó los delitos contra la propiedad, aunque en una de las dos ciudades sí se redujeron los homicidios.
”Los autores del estudio señalan que el abanico de prohibiciones a motorizados no tiene sentido. Hay un costo social fuerte y se requiere mucho despliegue para hacer cumplir la medida y, cuando se logra reducir el crimen, esta reducción no solo es pequeña sino que desparece en poco tiempo.
”Regresemos ahora al Perú. ¿Cuántos delitos se cometen con moto? Según la Encuesta Nacional de Programas Presupuestales (2019) del INEI, el 40% de robos de dinero, cartera o celular se cometieron en moto y el 71% en moto o mototaxi. Las cifras son más altas de lo que inicialmente pensé.
”¿Habría que extender la prohibición a los mototaxis también, pese a ser una herramienta de trabajo para muchos? La ruta motorizada de las prohibiciones es más compleja de lo que parece.
”Más allá de las motos y prohibiciones, cierro con tres ideas que debemos discutir. Primero, utilizar softwares para que cámaras de seguridad reconozcan automáticamente robos en motos (sí, se puede) y conectar esos sistemas a las alertas de patrullaje de la policía y serenazgos interdistritalmente. Segundo, mejorar el patrullaje preventivo policial (estrategias, lugares, tiempos) para ese tipo de delitos. Tercero, equipar logísticamente a la policía para un buen patrullaje”.
Hasta ahí la larga –pero necesaria– cita.
Quizá revisar al detalle lo sucedido en otros estados o países que han intentado regular –que no prohibir– el uso de motocicletas (personalmente estoy totalmente de acuerdo con la mayoría de los puntos de la iniciativa) sirva para que Puebla cuente con una ley que sirva verdaderamente para los fines buscados, que no son otros que dificultar sus actos delictivos a rateros y homicidas, pero sin lesionar al mismo tiempo los derechos de quienes tienen a este vehículo como su único medio de trabajo o de transporte, ni a quienes las usan para socializar, compartir su pasión o disfrutar de la camaradería.