Falta mucho camino por recorrer, pero el triunfo social de la Ley Olimpia es indudable.
Y es que la Ley Olimpia, iniciativa de la poblana Olimpia Coral, quien en carne propia sufrió violencia digital por parte de su expareja, no solo ha hecho historia en México, también ha tenido un impacto significativo en Estados Unidos, inspirando una legislación inédita para combatir este delito.
De hecho, esta misma semana ya se convirtió en ley federal en la Unión Americana.
Pero su trascendencia es tal, que actualmente se encuentra en discusión en los Congresos de Argentina, Honduras y Ecuador.
El presidente Donald Trump promulgó el proyecto de ley Take It Down el pasado 19 de mayo, que tipifica el delito de difusión de imágenes no consensuadas o creadas con inteligencia artificial con contenido sexual o pornográfico.
La ley fue presentada por los senadores Ted Cruz y Amy Klobuchar, y contó con la participación de las Defensoras Digitales del movimiento Ley Olimpia, quienes aportaron sus experiencias y conocimientos al proyecto.
La legislación busca proteger a las víctimas de violencia digital, obligando a las plataformas digitales a eliminar contenido íntimo no autorizado en un plazo de 48 horas después de ser denunciado.
Es innegable que la Ley Olimpia ha sido un precedente internacional para reconocer la violencia digital como una forma de violencia de género y sancionar a los agresores.
La aprobación de la Ley Take It Down es un avance significativo en la protección de las víctimas de violencia digital en Estados Unidos y demuestra la influencia global del movimiento Ley Olimpia.
Tanto que ya es ley en Estados Unidos, donde más del 90% de las deepfakes (imágenes, videos o audios que son editados o generados utilizando herramientas de inteligencia artificial y que pueden mostrar personas reales o inexistentes) publicadas en plataformas en línea tienen como objetivo a mujeres, quienes enfrentan consecuencias psicológicas graves, pérdida de oportunidades laborales, estigma social y revictimización.
Originaria de Huauchinango, Puebla, Olimpia Coral tenía solo 18 años cuando junto a su novio grabaron un video sexual. Llevaban seis años como pareja. Con el tiempo, el video comenzó a circular por WhatsApp. Pero solo se le veía a ella, desnuda. Nada de él, misteriosamente.
Los hombres que recibieron y vieron las imágenes comenzaron a acosarla por las redes. “Me decían cosas horribles, me pedían sexo“, recuerda en declaraciones a Clarín.
Entonces, Olimpia se encerró en su propia tragedia.
Fue normal.
Todo le daba vergüenza.
Tenía miedo.
Abandonó sus estudios, sus salidas, su vida.
Ella –como muchas otras mujeres– había accedido a grabar el video…
¿Quién iba a tomarle una denuncia?, se preguntaba.
¿Dónde estaba el delito?, le dijeron burlonamente en el Ministerio Público.
Intentó suicidarse tres veces.
Por fortuna, fracasó.
También vio cómo en las redes se mofaban de las mujeres, de sus cuerpos.
Nadie hacía nada.
La violencia digital sexual, pese a su gravedad, estaba normalizada.
No era la excepción, sino la regla.
Sintió la impunidad. La maldita, asquerosa impunidad.
“Empecé a entender que yo no tenía la culpa, y que debía denunciar lo que me había pasado”…
Así nació la Ley Olimpia, que no solo se quedó en la legislación de México, sino que ahora está sujeta a ser replicada también en Latinoamérica.
“En Honduras, Ecuador y Argentina ya se presentó la reforma en el Congreso de la Nación, el proceso va en la creación del dictamen y la votación del pleno; el más avanzado ha sido Argentina, esperamos que este mismo periodo que inició el 1 de marzo, sea un parteaguas para que ya sea parte de la agenda”, declaró Olimpia recientemente a Noticias ONU.
Sin embargo, aún falta mucho por hacer.
Olimpia Coral, quien recientemente se ha sumado como asesora en materia de igualdad sustantiva del Gobierno del estado, considera que ya es momento de hablarle a las empresas, a aquellos hombres que hoy día tienen en su poder el dominio de los algoritmos, de la creación de plataformas y aplicaciones en dónde se continúa cosificando el cuerpo de la mujer.
“Ahora el pendiente es hablarle a las empresas, a la iniciativa privada, hablarle a los señores que tienen en sus manos el dominio de los algoritmos, que tienen en sus manos el dominio de la Internet, el dominio de la mercantilización completa de nuestros cuerpos a través de las tecnologías. No es la intención satanizar los espacios digitales, sino encontrar espacios digitales más armoniosos para que los habitemos las mujeres”, explica.
Y agrega:
“Si tuviera la oportunidad de hablarle a Mark Zukenberg, y a todas esas personas que tienen el poder, primero les diría que el algoritmo es patriarcal, está hecho desde una visión masculina, desde una condición para que las mujeres habitemos el Internet desde la cosificación de nuestros cuerpos, desde la otra mirada minimizada a solo ser un aparador. Queremos estar inmiscuidas dentro de una postura en dónde no seamos unas ciudadanas de segunda”.
Para Olimpia, visibilizar la problemática es partir justamente de qué se quiere hacer. “Hoy en día es más fácil que bajen un tendedero de un acosador, a que bajen un mercado de explotación sexual en línea”.
El reciente caso de la actriz mexicana Issabela Camil es un buen ejemplo de ello.
Como ha reportado el diario español El País, Netflix México ha respondido en el litigio que lleva desde hace más de dos años, después de que en 2023 ella solicitara que las escenas de contenido sexual que aparecen aludiendo a su persona en la producción Luis Miguel, la serie, fueran retiradas por violar su derecho a la intimidad sexual y por la representación que se hace de ella sin su consentimiento.
Un juez federal de Control dictó en febrero pasado medidas de protección y solicitó a Netflix responder a la denuncia, retirando el contenido solicitado.
Sin embargo, la filial mexicana ha argumentado que no es responsable de revisar los contenidos que llegan a su plataforma y que la empresa estadounidense Netflix Inc, con sede en Estados Unidos, es la que decide el contenido que sube a las plataformas.
“Esto obstaculiza a las víctimas a proteger sus derechos y hace que la Ley Olimpia sea prácticamente inaplicable a la plataforma de streaming”, señalan los abogados de la actriz.
El derecho a la intimidad sexual recogido en el Código Penal Federal forma parte de las reformas que se implementaron hace unos años como parte de la Ley Olimpia.
En ellas se considera a la violencia digital como toda acción dolosa realizada mediante el uso de tecnologías de la información y la comunicación, por la que se exponga, distribuya, difunda, transmita, comercialice, oferte, intercambie o comparta imágenes, audios o videos reales o simulados de contenido íntimo sexual de una persona sin su consentimiento.
También plantea que se comete un delito cuando las imágenes divulgadas de contenido sexual son representadas por una tercera persona, pero la víctima es plenamente identificable, como es el caso de Camil en la serie.
Los abogados de la actriz aseguran que el que se use el criterio de la ubicación del servidor para determinar la ley y autoridad responsable de su aplicación “impide el acceso a una tutela judicial efectiva”. La legislación estipula, además, que la pena será mayor cuando quien publique y comparta el contenido, lo haga con fines lucrativos, como ocurre con la plataforma de contenidos Netflix.
Sí, falta mucho camino por recorrer, pero visto lo visto, lo alcanzado hasta hoy por la Ley Olimpia y su impulsora, debe ser enaltecido y reconocido en su justa dimensión.