La presidenta Claudia Sheinbaum salió con éxito, por ahora, del brete de los aranceles que impuso Donal Trump. Si bien no es todavía una solución definitiva, el acuerdo de poner pausa a esa medida parece el camino hacia el enfriamiento total de las agresiones del presidente estadounidense.
Esa victoria -no hay que regatearle el sustantivo– no solamente se circunscribe al asunto comercial.
También se refleja en casa, con el cierre de filas de varios sectores, incluso algunos antagónicos, en torno a la Presidenta y su conducción del país.
En este episodio, que está lejos de considerarse concluido, ha destacado el respaldo de los gobernadores y en primer lugar, Alejandro Armenta.
A diferencia de muchos morenistas de cepa, el poblano ha sido punta de lanza del respaldo a Sheinbaum.
Ningún mandatario ni líder legislativo ha sido tan contundente como él.
Armenta ha calificado, sin medias tintas, de injerencistas y de intenciones aniquiladoras, las amenazas de Donald Trump.
También él se ha fortalecido con el respaldo -moral, por el momento- a los más de 3.5 millones de poblanas y poblanos que viven en Estados Unidos.
En este episodio, el equipo de la Presidenta ha demostrado que tiene reflejos ágiles y experiencia.
Pero dos personajes destacan.
El canciller Juan Ramón De la Fuente y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
Menospreciados y minimizados por la comentocracia nacional, los dos han sido eficientes.
A su manera.
De la Fuente, quien parecía ausente en esta discusión con Trump, pues no se pronunció públicamente, en los hechos hizo un trabajo silencioso y eficaz.
Hay que dar por hecho que la llamada que tuvo Claudia Sheinbaum con el magnate republicano la mañana de este lunes y que terminó con el acuerdo de pausar un mes las imposiciones arancelarias, se dio gracias al trabajo diplomático que ha hecho el ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ante funcionarios estadounidenses.
Igual hay que pensar del trabajo de Marcelo Ebrard, quien, en cambio, sí estuvo presente con sus pronunciamientos en redes sociales.
¿Qué sigue?, es la pregunta.
Necesariamente deberá venir un trabajo quirúrgico y de tiros de precisión en las mesas que se han establecido de seguridad y economía entre los dos países.
Mucho trabajo también habrá que hacer en el tema de seguridad, y ahí Omar García Harfuch, el secretario del ramo, ha sido mano firme y derecha de la Presidenta.
La captura de peces gordos del narcotráfico y el freno a los envíos de fentanilo a EU, son indispensables. La entrega de algún narcopolítico -de los muchos que abundan en nuestro país desde hace décadas- también ayudará a seguir conteniendo al todopoderoso y flemático Trump.
Estados Unidos quiere, por supuesto, dar la impresión de que ha ganado la partida y que habrá un cierre de la frontera del lado mexicano, para impedir el paso de migrantes.
No hay que olvidar que Donald Trump, con sus amenazas, amagos y exabruptos, le está hablando a su base social.
La está complaciendo.
Y esa misma base social es a la que tiene que convencer que ganó y que México y su Presidenta harán lo que él quiere.
En tanto, Sheinbaum ha ganado credibilidad y respeto tanto entre sus simpatizantes como en sus detractores, a quienes calló la boca. Al menos hoy.
La oposición, o algunos integrantes de la oposición, que ya festinaban los aranceles y hasta anunciaban con bombo y platillo que podría haber una intervención militar de Estados Unidos, se han quedado pasmados.
Hasta ahora, contra todo pronóstico, las cosas han salido bien.
En medio de las diatribas y los malos augurios de los opositores, no tendríamos por qué suponer que al final la relación con Estados Unidos no seguirá un rumbo positivo.
En el discurso y en los resultados Sheinbaum está fuerte.
Tiene el respaldo mayoritario de México.
Aunque nadie debe lanzar las campañas al vuelo, pues esta disputa tendrá más capítulos, por supuesto.
Pero los primeros pasos han sido firmes y correctos.
El resumen puede darse en una frase, pero también en una advertencia:
La patria está a salvo…
Al menos por ahora.