Está decidido que la actual legisladora local Mónica Rodríguez Della Vecchia se postulará como candidata a la presidencia del Comité Directivo Estatal (CDE) del PAN, lo que es una apuesta fuerte para disputarle a la facción del ex candidato a la gubernatura de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, el control de la fuerza política de oposición más importante de la entidad. Sobre todo, si se permite que los nuevos mandos albiazules sean electos por el voto de la militancia panista.
El PAN poblano llega a esta etapa de renovación de sus cuerpos directivos con peculiaridades que no habían estado presentes en procesos anteriores, como son: que el partido ha sufrió el pasado 2 de junio la peor de sus derrotas desde que, en 1995, empezó a ser una agrupación que en cada elección ganaba espacios de un fuerte peso político.
Ahora, el PAN ha obtenido una suma de seis ceros, al haber perdido todas las contiendas que estuvieron en juego, desde la Presidencia de la República, las diputaciones federales y las senadurías, la gubernatura de Puebla, el Congreso local y las alcaldías.
Eso es un parteaguas. El PAN a lo largo de los últimos 29 años nunca se había ido “con las manos vacías” de un proceso electoral. A veces arrasaba –como en 2010 que ganó los poderes Ejecutivo y Legislativo— y en otras ocasiones, perdía posiciones importantes, pero al mismo tiempo equilibraba ganando plazas relevantes de alcaldes o legisladores.
Dicho comportamiento se rompió este 2 de junio. Fuera de la alcaldía de San Andrés Cholula, literalmente el PAN no ganó nada importante.
Una segunda característica es que la alianza que pactó el PAN con el PRI, el PRD, el Partido Pacto Social de Integración y Antorcha Campesina para intentar ganar la gubernatura, ha dejado “muchos heridos en el camino”, ya que importantes liderazgos regionales y figuras políticas panistas que tenían posibilidad de ser competitivas o de ganar en la reciente contienda, fueron “sacrificados” para otorgarles candidaturas a las agrupaciones que se unieron al blanquiazul para formar un frente opositor, que acabó siendo vapuleado.
Toda esa amalgama de factores ha generado un fuerte enojo entre la militancia de la derecha, que exige la salida de quienes controlaron el CDE desde la contienda de 2021, que fue cuando el grupo político de Eduardo Rivera tomó las riendas del partido y empezó a ejercer un liderazgo entre la militancia albiazul.
Dentro de las filas del partido se han empezado a escuchar voces que demandan romper la alianza con el PRI, partido que lo ven como un lastre, que cayó en sus índices de votación y ancló a la oposición, que no pudo ganar nuevos electores.
Y un reclamo sentido, es que muchos militantes opinan –son sobrada razón— que el PAN se desdibujó como una fuerza política de oposición. Primero por hacer alianzas con el PRI, que era el rival histórico del albiazul.
Segundo por la actitud acrítica que dirigentes del CDE, alcaldes y legisladores tuvieron con los gobiernos de la 4T, al largo del sexenio que está por fenecer.
El derrotero de la próxima elección panista que, podría ocurrir entre octubre y noviembre de este año, se definirá por la selección de los dos métodos que tiene el albiazul para cambiar dirigentes, que son: elegir por medio del Conejo Estatal del PAN o con el voto en urnas de las bases albiazules.
Si es por Consejo Estatal, la corriente de Eduardo Rivera tiene una amplia ventaja por haber una afinidad con la mayoría de los integrantes de ese cuerpo colegiado.
Pero si se deja elegir a la militancia, el desconcierto y el enojo que dejó la última elección, le va a “pasar la factura” la expresión que encabeza Rivera Pérez.
Madera opositora
Por todas estas condiciones es que cobra mucha relevancia la casi segura candidatura de Mónica Rodríguez Della Vecchia, una mujer con una larga militancia albiazul que se remota a su adolescencia, con más de 20 años participando en campañas electorales, y con la experiencia de que ha sido diputada federal, así como dos veces legisladora local, a lo largo del presente sexenio.
El principal atributo que tiene Rodríguez Della Vecchia es que, precisamente, en los últimos dos periodos legislativos fue de las pocas voces críticas del PAN desde el Congreso del estado en contra de la 4T.
Se sabe que ella, hacia el interior del PAN, en varias ocasiones reclamó que no se veía al partido como un comportamiento opositor frente a sus adversarios políticos.
De hecho, se tiene la sospecha de que, en la contienda de 2021, desde al PAN se le habría querido sabotear para que no se pudiera reelegirse como legisladora, por ser incomoda para el CDE que tenía la actitud de no confrontarse con el Poder Ejecutivo, primero encabezado por el finado Luis Miguel Barbosa Huerta y ahora por Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Por eso su candidatura, por ahora, “parece como anillo al dedo”.