Silvia Ribeiro es una periodista y activista uruguaya que ha dado puntual seguimiento al Caso Granjas Carroll. Al pestilente Caso Granjas Carroll, un tema que muy pocos medios de comunicación de Puebla han abordado, pese a sus múltiples e importantesimplicaciones sociales, económicas, políticas y medioambientales en la zona limítrofe con el vecino estado de Veracruz.
Silvia es, además, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México.
El Grupo ETC es una importante Organización No Gubernamental (ONG), que en los últimos años ha cobrado gran notoriedad debido a su decidida labor para monitorear el impacto de las tecnologías emergentes y las estrategias corporativas sobre la biodiversidad, la agricultura y los derechos humanos.
El nauseabundo Caso Granjas Carroll no es el primer y seguramente no será el último caso que el Grupo ETC ha tomado comobandera.
El Caso Granjas Carroll -un criadero de cerdos que contamina y chupa indiscriminadamente el agua de la zona y al que se ubica como el origen en 2009 de la pandemia de gripe porcina que afectó a humanos, posteriormente llamada gripe A(H1N1)- importa no sólo por los recientes hechos de violencia que han sido noticia nacional e internacional, sino por la resistencia y la lucha de comunidades campesinas que han sufrido el despojo de sus bienes, la sobre explotación de sus recursos naturales y las políticas laborales agresivas de trasnacionales sin escrúpulos para obtener ganancias millonarias a costa de lo que sea y de quien sea.
Silvia Ribeiro ha escrito en su blog “El sueño de la razón” una detallada -y excelentemente documentada- reseña de lo que haydetrás del Caso Granjas Carroll, misma que reproduzco a continuación para todos aquellos que creen o fingen que nada grave está pasando en la región de Libres, Puebla-Perote, Veracruz:
“El pasado jueves 20 de junio, el gobierno de Veracruz, México, reprimió brutalmente una protesta pacífica de familias campesinas que se manifestaban contra Granjas Carroll, una mega-factoría porcícola con dueños trasnacionales. La Fuerza Civil de Veracruzasesinó a sangre fría –disparó a corta distancia– a los hermanos Jorge y Alberto Cortina Vázquez, que intentaban salir del lugar en su tractor. Arrojó gas lacrimógeno y baleó a manifestantes, persiguiéndoles incluso dentro de casas. Hay muchas personas heridas.
“Los manifestantes venían de comunidades de la región, integrantes del Movimiento en Defensa del Agua en la Cuenca Libres-Oriental. Protestaban contra el saqueo de agua, la contaminación de aire, agua y suelo y las enfermedades que provoca Granjas Carroll, criadero de cerdos que fue identificado en 2009 como origen de la pandemia de gripe porcina que afectó a humanos, posteriormente llamada gripe A(H1N1). En ese entonces se encontró en Perote “el paciente cero” de esa epidemia. Tanto Perote como muchas otras comunidades de las áreas de Veracruz y Puebla donde están los criaderos y factorías de Granjas Carroll sufren repetidas infecciones de vías respiratorias y otras enfermedades por la grave contaminación que éstas causan.
“Cientos de organizaciones regionales e internacionales y más de 1200 personalidades condenaron los hechos y exigen justicia pronta y expedita, investigación de cadena de mando hasta dar con los responsables, reparación de los daños, liberación de detenidos y cese de la persecución a los defensores de territorio, además de solidarizarse con las familias y sumarse a la demanda de que se vaya Granjas Carroll de la región y del país.
“¿A quiénes estaban protegiendo los represores?
“Granjas Carroll no es una empresa mexicana, aunque conserva el nombre y quiera aparecer como tal. Es propiedad de la mayor productora global de cerdos: la empresa privada china WH Group, a través de su subsidiaria Smithfield Foods de origen estadounidense.
“Smithfield, que ya tenía la mitad de las acciones de Granjas Carroll, fue comprada por la empresa china privada WH Group en 2013 (entonces Shuanghui Group). En 2021, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) le autorizó la compra del resto de Granjas Carroll.
“Cualquiera de las tres empresas, antes de su fusión, ya tenían un largo historial de contaminación, porque la cría industrial de cerdos en confinamiento es una actividad realmente puerca y cuánto más grandes son las instalaciones, mayor es el impacto ambiental y de salud humana y animal. En las megafactorías de cerdos, los animales crecen estresados, en hacinamiento, con sistemas inmunes debilitados y se les administran antibióticos y otros químicos en forma masiva y permanente, por lo cual son una fábrica de nuevas cepas de virus y bacterias, como las que han dado origen a las recientes pandemias.
“WH es la mayor productora de cerdos a nivel global. Es en sus instalaciones en China y de allí al resto de mundo que se difundió la llamada “peste porcina africana”, que ha decimado más de un cuarto de los cerdos en criaderos en el mundo -aunque no afecta directamente a humanos. No obstante, esta es una de las razones por las que WH Group ha buscado aumentar la cría de cerdos en otros países, para generar exportaciones a China, buscando evitar este y otros impactos ambientales y de salud causados por la cría industrial en China.
“Smithfield trasladó parte de sus operaciones a México en 1994, porque como explica el economista Andrés Barreda, con la firma del TLCAN, el gobierno mexicano ofreció como “ventaja comparativa” la devastación ambiental. En Estados Unidos Smithfield ya enfrentaba varios procesos por contaminación y malas prácticas corporativas.
“Actualmente, Granjas Carroll cría 1 millón 800,000 cerdos por año, de los cuales procesa en sus plantas hasta 30,000 por semana. Según declara la empresa, 85% es para el mercado mexicano y 15% para exportación. En el cálculo más conservador (Mekonnen y Hoekstra, 2012), producir un kilo de carne de cerdo en criadero industrial consume 6,000 litros de agua. Con variaciones entre las instalaciones, puede llegar a 9,000 litros por kilo.
“Esto es adicional al agua que se apropian estas empresas debido a la contaminación, las filtraciones a capas subterráneas y contaminación por heces, etcétera.
“La alta extracción, explotación y contaminación del agua generada por Granjas Carroll y unas pocas empresas más en la zona, entre otras Audi y Driscolls, ha sido sufrida y denunciada por comunidades de la zona desde hace años, que se resisten a abandonar su territorio y la producción campesina y saludable de alimentos. El área ha sido diagnosticada por organizaciones ambientales y comunidades organizadas de todo el país como un infierno ambiental, dato reconocido posteriormente por la secretaría de medioambiente, Semarnat, que la clasificó como “zona de emergencia ambiental”, aunque no ha tomado medidas para atenderla.
“Contrariamente, el secretario de Agricultura pro-transgénicos y pro-agrotóxicos Víctor Villalobos visitó Granjas Carroll en 2023, y se congratuló de su expansión, asegurando que además era una contribución importante al municipio, lo cual es una burla del mayor cinismo contra las comunidades rurales que vienen sufriendo y denunciado las enfermedades, contaminación y desplazamiento forzado por eliminación de su fuente de producción de alimentos.
No es extraño que el secretario Villalobos apoye esta instalación, ya que esta forma de cría industrial está directamente relacionada a las importaciones de maíz transgénico a México: la alimentación de los cerdos de Granjas Carroll se basa en soya y maíz transgénico.
“De hecho son este tipo de instalaciones de cría animal industrial el destino de la vasta mayoría de las importaciones de maíz a México. México es autosuficiente y excedentario en producción de maíz para su población, son estás mega instalaciones controladas por transnacionales las que demandan importar maíz -que viene de otras transnacionales-.
“Un argumento que se usa para justificar la presencia de Granjas Carroll y similares, es que producen alimentos para la población, que son necesarios porque México incluso importa carne de cerdo. Nuevamente, esto es una falacia. Desde el TLCAN, la producción porcícola pasó a estar controlada por transnacionales, desplazando cerca de la mitad de lo que antes era producción nacional, por amplia mayoría en manos de pequeños ganaderos, que alimentaban a los animales con una diversidad de forrajes, según la zona donde estuvieran ubicados. Además, muchas de estas mega-factorías exportan parte de su producción, según les convenga por lucro, no según las necesidades del país.
“Toda esta cadena de contaminación, enfermedad, dependencia, desplazamiento de comunidades, para el lucro de unas cuantas trasnacionales, es lo que defienden los asesinos de Jorge y Alberto y quienes los mandaron a reprimir las justas protestas de las comunidades”.
Sí, como bien explica la periodista Silvia Ribeiro, el Caso Granjas Carroll hiede, apesta… a kilómetros de distancia.
¿O alguien todavía lo duda?