Sin duda al PAN poblano le vendría bien una renovación de su dirigencia, luego de sufrir la peor derrota electoral de las últimas dos décadas. Pero lo que no le convendría, es que la conducción del albiazul recaiga en el grupo de panistas críticos, encabezados por Rafael Micalco Méndez y Mónica Rodríguez Della Vecchia, que están convocando a una rebelión de las bases contra los actuales liderazgos del partido, por una razón básica: ellos, los disidentes, en su momento fueron los responsables de la crisis que vive esta fuerza política y que le ha alejado, como nunca, a importantes núcleos de electores.
Nadie duda que Eduardo Rivera Pérez, en su calidad de candidato a la gubernatura del frente opositor, y que Augusta Valentina Díaz de Rivera, junto con Marcos Castro, como dirigentes estatales del PAN, son responsables directos e inmediatos de que Morena aplastara al Partido Acción Nacional y sus aliados en las elecciones de alcaldes, legisladores y de la titularidad del Poder Ejecutivo.
“Un par de pecados” mayúsculos de Eduardo Rivera y Augusta Valentina Díaz de Rivera, fue creerse las fantasías de Massive Caller, la encuestadora que les hizo caer en la falsa idea de que el frente opositor estaba creciendo a pasos agigantados y “le pisaba los talones” a la 4T, cuando ocurría todo lo contrario, tal como lo reportaban muchos estudios demoscópicos. Y sobre todo, otro error, fue entrar tarde a hacer proselitismo en diferentes regiones de la entidad.
Tal vez si no hubieran cometidos esos yerros, entre otros tantos, el PAN no le hubiera ganado a la 4T, pero la derrota hubiera sido menos brutal y se podrían haberse obtenido algunos ayuntamientos importantes.
Más allá de lo que se hizo mal en los últimos meses, el PAN poblano enfrenta una profunda crisis resultado de que miles de electores ven al albiazul como una fuerza política corrupta, autoritaria, frívola, elitista y sobre todo, como un partido “palero”, que perdió toda capacidad de crítica hacia el grupo en el poder.
Y los responsables de esa crisis tienen nombres y apellidos: Rafael Micalco Méndez, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Paola Angon Silva, Guadalupe Leal y Eduardo Alcántara, aunque este último ya no esté en el partido de la derecha.
Es decir, los responsables son aquello que ahora están exigiendo una renovación del PAN y que Eduardo Rivera deje de ser el líder político del partido de la derecha.
A lo largo del actual sexenio si algo fue notorio, es que todos los gobernantes importantes de la 4T en el estado de Puebla no tuvieron ningún contrapeso, ya que fue inexistente la presencia de la oposición como voz crítica y combativa.
Los conflictos, intrigas, criticas y rivalidades se dieron entre las corrientes internas de Morena. Mientras que la oposición “le hizo lo que el viento a Juárez” a todos los legisladores, líderes políticos y gobernantes de la 4T.
Para nadie es un secreto que cuando Eduardo Alcántara Montiel fue el coordinador de los diputados locales del PAN, esta fracción parlamentaria no movía “un dedo” en contra del gobierno del entonces mandatario Luis Miguel Barbosa Huerta.
La razón era muy sencilla, en el PAN había un acuerdo con el entonces líder de la bancada del PRI, Jorge Estefan Chidiac, de mantener una actitud acrítica hacia la 4T. Por esa razón el segundo de ellos se acabó acomodando en el gobierno estatal de Morena y desertó sin problemas del tricolor.
Una vez que ya no estuvo Alcántara al frente de los legisladores albiazules, tomó el relevo Rafael Micalco, quien se destaca por ser “tibio”, timorato, para adoptar una posición real de oposición en el Congreso del estado, ahora frente al gobierno de Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
La parte más absurda, es que hace unos días las diputadas locales Mónica Rodríguez Della Vecchia y Guadalupe Leal hicieron el diagnóstico: el PAN perdió porque, desde el periodo de Barbosa, dejo de ser una fuerza crítica del poder.
La aseveración no es incorrecta, lo que se cuestiona es el cinismo de ambas panistas que siendo legisladoras del PAN en los últimos tres años no han hecho nada relevante para cuestionar, exhibir, denunciar, los abusos, exceso y errores de los gobiernos de la 4T.
Hay algo todavía más grave, que tiene el siguiente antecedente:
El PAN poblano entre los años 80 y 90, así como en la primera década de ese siglo, se destacó por ser un partido de derecha, pero con valores democráticos. A lo largo de ese largo periodo el panismo supo construir una estructura electoral poderosa y convertirse en un firme contrapeso del PRI, en la época en que el tricolor era la fuerza política hegemónica.
Al llegar el ex priista Rafael Moreno Valle Rosas –bajo las siglas del PAN– a la titularidad del Poder Ejecutivo Estatal en el año 2010 y controlar la vida política de la entidad hasta 2018, el Partido Acción Nacional solapó, aplaudió, consintió, la persecución judicial de los críticos del morenovallismo, los graves escándalos de corrupción que se cometieron con la obra pública; y guardó silencio ante el crecimiento permitido, desde el gobierno estatal, del robo de combustible, el narcomenudeo y los asaltos carreteros y de trenes.
Lo que fue peor: en 2018, el morenovallismo y el PAN operaron un monumental fraude electoral en los comicios de gobernador. Esa situación le quitó el aura democrática al panismo poblano.
Por eso uno de los líderes histórico del PAN poblano, Francisco Fraile García, insistió hasta el cansancio de que el partido, en el actual proceso electoral, debía pedir “perdón” a la ciudadanía por los abusos y los fraudes electorales del morenovallismo. Nunca le hicieron caso, pese lo relevante de su petición.
¿Qué tienen que ver con todo esto los actuales críticos internos del PAN? Tienen que ver mucho.
Rafael Micalco Méndez en su calidad de presidente estatal del albiazul, durante la primera década del siglo actual, es quien le “abrió” las puertas del Partido Acción Nacional a Rafael Moreno Valle Rosas, quien llegó a quitarle el control del PAN a los panistas poblanos.
Mientras que Mónica Rodríguez Della Vecchia, junto con su esposo Pablo Rodríguez, fueron de las pocas familias panistas y yunquistas que fueron parte del morenovallismo, y que a su vez, excluyeron a muchos líderes y militantes del albiazul de la participación política en el periodo de 8 años de dominio ejercido por Moreno Valle.
Y como colofón: Paola Angon como edil de San Pedro Cholula logró que su gobierno fuera ejemplo de corrupción, excesos, escándalos y actos de represión contra ciudadanos de ese municipio, a lo largo del último trienio. Ante ese comportamiento, lo críticos del PAN guardaron un silencio cómplice.