Una pregunta fundamental que ha de rondar en la cabeza de muchos militantes y simpatizantes panistas es: ¿Quién tuvo el mejor desempeño electoral entre las dos últimas dirigentes estatales del PAN? Desde el punto de vista numérico, la actual presidenta del albiazul, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, logró que esta fuerza política obtuviera un poco más de votos que hace tres años. Pero en la valoración cualitativa, sin duda alguna, la anterior líder albiazul, Genoveva Huerta Villegas, pese a toda la avalancha de críticas que enfrentó, demostró haber sido una mejor conductora del principal partido de oposición en el estado de Puebla.
Incluso se puede advertir que, si Genoveva Huerta Villegas hubiera dirigido al partido en la presente contienda, podría haber sido menos severa la debacle que ha sufrido al PAN, que ha tenido su peor derrota electoral de los últimos 17 años.
Si se toma como base la votación de diputados locales y los sufragios que obtuvo el PAN como partido solo, sin el aporte de sus aliados del PRI, el PRD y el PSI, el balance es el siguiente:
Hace tres años el blanquiazul –con Genoveva Huerta a la cabeza– obtuvo 468 mil 351 sufragios y ahora el pasado 2 de junio, el PAN –tutelado por Augusta Díaz de Rivera– consiguió 546 mil 940 votos.
Es decir, se incrementó en 78 mil 589 las boletas marcadas a favor de esta fuerza política.
Aunque el PAN bajo la conducción de Augusta Valentina Díaz de Rivera obtuvo más votos que en 2021, en realidad el partido se anotó el resultado más desastroso de las últimas dos décadas.
El PAN –en los comicios de hace dos semanas– no ganó literalmente nada: ni una sola diputación local o federal; perdió la capital y todos los gobiernos que tenía en la zona metropolitana de Puebla –a excepción de San Andrés Cholula– y fue vapuleado el candidato panista la gubernatura, Eduardo Rivera Pérez.
Lo que es peor, Eduardo Rivera y Augusta Díaz de Rivera hicieron uno de los peores ridículos de la historia electoral de Puebla al darle toda la credibilidad a la errática encuestadora Massive Caller, que hizo decir a ambos panistas –hasta el cansancio– que la coalición encabezada por el PAN ya estaba cuatro puntos arriba de la 4T.
Al final, en la contienda de gobernador, la oposición perdió por una diferencia de 21 puntos y más de 856 mil votos. Quedó lejos de las fantasías de Massive Caller.
En cambio, hace tres años, el PAN bajo la batuta de Genoveva Huerta Villegas sobajó a la 4T y obtuvo un resultado que, en ese entonces, ponía a la oposición en la competencia por la gubernatura.
Con Huerta Villegas el PAN obtuvo nueve diputados locales –seis de mayoría y tres plurinominales–, 4 legisladores federales, más el ayuntamiento de la capital, junto con los gobiernos de San Andrés y San Pedro Cholula, Cuautlancingo y Coronango, que se los arrebató a Morena y significó dominar la zona metropolitana de Puebla.
Otro punto importante de comparación: en los comicios locales de 2007, es decir hace 17 años, el PAN había tenido su peor derrota electoral –en el siglo XXI–, ya que en esa ocasión solo ganó un diputado de mayoría y 7 de representación proporcional. El albiazul obtuvo 51 alcaldías y el PRI, que era la fuerza dominante, logró 145 ayuntamientos.
Si esos resultados de 2007 se comparan con los obtenidos este año, no cabe duda de que el pasado 2 de junio el Partido Acción Nacional sufrió su peor humillación.
¿Cuál fue la diferencia entre ambas dirigentes?
En la opinión de voces críticas del PAN, más allá del llamado “tsunami de la 4T”, hubo errores graves cometidos por este partido que le restaron toda capacidad de competitividad.
El principal error fue la conducta obsesiva de Eduardo Rivera de no querer recorrer el estado de Puebla, hasta que arrancara la etapa previa al inicio de campañas electorales. Mientras la 4T como marca penetró en todas las regiones de la entidad, la oposición tuvo una presencia poco significativa.
Un segundo error es que, casi todos los candidatos del PAN a alcaldes y diputados locales, así como federales, fueron electos por el principio de que fueran afines a los intereses de Eduardo Rivera.
Eso llevó a que se postularan a abanderados poco populares, algunos con señalamientos de actos de corrupción y otros más, vinculados al crimen organizado. Eso alejó a muchos electores del partido de la derecha y sus aliados.
El tercer yerro fue no advertir que el PRI y Antorcha Campesina (AC) le restaban votos al PAN, en lugar de sumarle.
El tricolor es conocido en la población como “el partido de la corrupción”. Y AC es una agrupación repudiada por las clases medias.
Todos estos problemas se magnificaron porque Augusta Díaz de Rivera únicamente se ceñía al guión dictado por Eduardo Rivera.
El alejamiento de la dirigente panista de las bases del blanquiazul, de líderes regionales del PAN y de conocer las diferentes regiones del estado, la llevó a no advertir que no estaba funcionando la estrategia electoral de la oposición.
En cambio ¿Qué caracterizó a la dirigencia de Genoveva Huerta? Tres aspectos:
Primero: fue una rabiosa crítica de la 4T, del entonces gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, del presidente Andrés Manuel López Obrador, entre otros actores. Es decir, asumió su papel de líder opositora. Eso no lo hizo Díaz de Rivera.
Segundo: Huerta como presidenta del PAN recorría cada semana de cinco a diez municipios. Su fuerza como dirigente estaba entre los panistas del interior del estado y sus críticos se concentraban en la capital.
Tercero: a regañadientes, Huerta Villegas hizo a un lado su ortodoxia morenovallista y dio juego a diferentes corrientes internas del PAN en la contienda electoral de hace tres años. Eso no se hizo en la contienda de 2024.
Un dato certero: en los comicios de 2021 –bajo la conducción de Genoveva Huerta—ganaron cargos de elección popular Eduardo Rivera Pérez, Ana Teresa Aranda, Humberto Aguilar Coronado, Mario Riestra Piña, entre otros, que eran ultracríticos de la entonces dirigente del Partido Acción Nacional.