Ni en sus mejores proyecciones Morena y sus partidos aliados habían previsto ganar todas las diputaciones federales y todas las diputaciones locales. El “carro completo” que ningún gobernador había logrado, desde Mario Marín, es una de las lecturas más importantes de la elección.
La Cuarta Transformación ganó por una amplísima mayoría las 16 diputaciones federales.
También logró el triunfo holgado en 24 distritos locales. Los únicos cerrados son el 17, en donde María de la Barreda supera apenas por un punto a Oswaldo Jiménez; y Cholula, en donde Nay Salvatori ya gana por 5 puntos.
Con las diputaciones federales, Puebla hizo su más alta aportación a la mayoría constitucional que por fin los morenistas tendrán para hacer realidad el Plan C que plantea el presidente, Andrés Manuel López Obrador, antes de terminar su sexenio.
Además, la entidad sí aportó los más de 2 millones de votos prometidos para la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum.
El gobernador, Sergio Salomón Céspedes y el gobernador electo, Alejandro Armenta entregaron las mejores cuentas a la ahora presidenta de la República electa.
Con tal triunfo, la oposición debió replegarse. Esta mañana, los opositores no tuvieron más que salir admitir la derrota.
En entrevista con Ambas Manos, la vocera Nancy de la Sierra dijo algo importantísimo, que había que admitir que los partidos de oposición se habían equivocado.
Dijo que tendrían que hacer un análisis, pero citó que por ejemplo tal vez no les gustó la postulación de candidatos. El agandalle de dirigentes, las posiciones para familiares de los políticos.
No entendían, es muy pronto aún, qué había pasado que en Puebla había un voto de castigo tan grande para la oposición, a pesar de que representaría una alternancia.
Habían elucubrado un discurso perfecto sobre la “elección de estado” desde hace unas semanas, uno que ya no pudieron usar por dos razones.
El primero es la amplísima diferencia de votos que hay en todas las candidaturas y la segunda es que la premisa de la “elección violenta” nunca se cumplió.
Sobre todo en la capital, así entonces no hubieron hechos que enunciar para acusar que el Estado intervino para el triunfo de Pepe Chedraui.
“¿Qué viene?”, le preguntamos a Nancy de la Sierra y la verdad es que no lo han decidido. Y es que se preparan, la gran mayoría de ellos, para ser una oposición sin cargo y sin sueldos del erario.
Lo que ya se avizora, y pronto estaremos escribiendo sobre ello, será una batalla campal por las dirigencias estatales. La más importante la de Acción Nacional que sigue siendo la segunda fuerza política en la entidad, el Yunque querrá dirigir el partido, también los Riestra y también los pocos morenovallistas que quedan.
En el PRI ya no quedan muchos que quieran pelear por la dirigencia, pero sí habrá competencia.
Solo si conservan un cargo partidista, podrán mantenerse vigentes. Que comiencen, pues, los “juegos del hambre”.