¿De verdad hay guerra de encuestas rumbo a la gubernatura de Puebla?
La pregunta viene al caso por una sencilla razón: en términos reales, son nueve las casas encuestadoras (Mitofsky, BEAP, Poligrama, RUBRUM, Demoscopia Digital, La Encuesta.MX, FactoMétrica, Gobernarte e Indicadores) que colocan al candidato de Morena-PT-PVEM-Nueva Alianza-FxM, Alejandro Armenta, con una ventaja de más de dos dígitos.
En notable contraste, solo una empresa (Massive Caller) ubica al candidato del PAN-PRI-PRD-PSI, Eduardo Rivera, con una mínima ventaja sobre Armenta.
Este jueves se dio a conocer el tracking (medición diaria con base a una misma muestra) que viene realizando otra firma (Populus.MX), misma que informó los siguientes porcentajes: Armenta (61.1), Rivera (33.9) y Fernando Morales (5.0).
Según Populus.MX, la ventaja de Armenta es “inalcanzable” ya en esta última etapa de la campaña.
Por su parte, Intolerancia Media Group y Solmoirago Consultora también vienen publicando un tracking, que este mismo jueves reportaba que Armenta alcanza 50.2% de la intención de voto; Rivera, 35.3%, y Morales, 4.8%.
Es decir, la coincidencia en resultados a favor de Armenta es generalizada.
Únicamente Massive Caller difiere.
Este jueves el equipo de comunicación del ex alcalde capitalino difundió la más reciente medición de esta empresa, misma que asegura que el candidato del PAN-PRI-PRD-PSI no sólo alcanzó al candidato del Morena-PT-PVEM-Nueva Alianza-FxM , sino que ya lo supera por un punto porcentual:
Rivera: 45.4%
Armenta: 44.4%
Morales. 3.4%
Aún no decide: 6.8%
La pregunta es obligada: ¿todos están mal, menos Massive Caller?
¿Es eso posible?
¿Tiene lógica?
¿Massive Calle es como el borrachito del famoso chiste, que maneja tan ebrio que se mete al Periférico en sentido contrario y de repente escucha en la radio que “un conductor va en sentido contrario por Periférico”, levanta la vista y dice: “¿Uno? Pooos yo veo a un ssshingo“?
Massive Caller es una encuestadora muy polémica, que incluso llegó a ser cuestionada, en su momento, por la actual presidenciable Xóchitl Gálvez.
En los últimos días, incluso, se viralizó en redes sociales un video de hace no mucho en el que la candidata del PAN-PRI-PRD señala, con todas sus letras, que a esa firma “cualquiera le paga y sale arriba, con todo respeto”.
Sí. Massive Caller ha acertado en el pasado en algunos comicios, incluso en Puebla; eso nadie lo niega, pero a muchos especialistas y políticos (o aspirantes a serlo) no les produce sino desconfianza.
¿Por qué pasa esto?
Fuera de apasionamientos, intentemos una respuesta:
Hay que entender que las encuestas miden la opinión del universo que muestran.
Encuestadoras como Massive Caller miden basadas en un modelo robótico de llamadas telefónicas.
Por ende, el universo donde la encuesta es “válida” para las personas que tienen teléfono.
Es decir, que de inicio no muestrea o no puede medir a un porcentaje de población que no tiene acceso a teléfono (las clases más desfavorecidas) y que por cierto tienden a votar por Morena.
Según el IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones), en México 44% tiene teléfono fijo y 87% teléfono inteligente.
Es decir, al menos hay un 13% no muestreado.
Además de esto, es claro que la tasa de rechazo es mucho más alta en las encuestas telefónicas que en las presenciales.
En promedio, entre el 90% y 95% de la gente rechazamos una llamada telefónica.
Sea de bancos o encuestadoras.
Colgamos, irritados, invariablemente.
Y tal vez más importante, una encuesta telefónica no puede tener certeza (y menos si es robótica) si la persona es del género que dice tener, si la edad que manifiesta es real y si la persona realmente vive en la entidad o municipio que se pretende muestrear.
Por último, las encuestas telefónicas no pueden hacer generalmente más de 5 a 10 variables, como máximo.
Por ello, es muy difícil que tengan medidas las variables suficientes para describir el tema del voto, pero también su contexto.
No está de más recordar que la encuesta es mucho más que una sola variable de voto.
Es cierto: las encuestadoras, todas las encuestadoras, se están jugando algo más que su prestigio.
Se están jugando su sobrevivencia y vigencia como instrumentos o termómetros de la realidad política-electoral.
Pero decir que hay “guerra de encuestas” en la lucha por la gubernatura de Puebla, parece un despropósito.
Sobre todo viendo prácticamente la unanimidad entre tantas casas encuestadoras y, sobre todo, faltando tan poco para la gran cita con las urnas del 2 de junio.