Xóchitl Gálvez Ruiz desperdició su mejor oportunidad de crecer electoralmente al perder el debate presidencial del domingo y con ello, se ha convertido en un lastre para las campañas de la oposición en Puebla, cuyos candidatos del ámbito local y federal aunque –muchos de ellos– se muestran competitivos, no logran conseguir un respaldo adicional que les permita obtener ventajas frente al bloque de la 4T, que por ahora camina en primer lugar en los principales frentes de la actual contienda.
La oportunidad que tenía Xóchitl Gálvez con el debate es que se podía meter a disputar el universo de los ciudadanos indecisos, quienes dicen que, si piensan votar, pero no han decidido por quién. Según los sondeos se estima que este segmento va del 7 y hasta el 15 por ciento de los electores que tienen el propósito de acudir a las urnas en los comicios del próximo 2 de junio.
Y lo que más necesita la oposición en Puebla, es encontrar la manera de ganar a los indecisos y a los ciudadanos que odian a la 4T, en especial al presidente Andrés Manuel López Obrador, pero no se identifican con ninguna fuerza política o los candidatos que están compitiendo por las diputaciones, alcaldías y por la gubernatura del estado.
Gálvez en el encuentro del fin de semana se dedicó a enlistar los mismos lugares comunes contra la 4T que ha utilizado en los últimos nueve meses, que es el periodo en que ha estado activa en la lucha por la presidencia de la República.
No pudo sembrar nuevos cuestionamientos contra su rival Claudia Sheinbaum ni tampoco pudo presentar una propuesta de gobierno que resultara atractiva, que sirviera para borrar el agravio ciudadano que persiste contra el uso del poder que ejerció el PRIAN en las tres décadas anteriores al año 2018.
Mientras que Claudia Sheinbaum –en el debate– se mostró como una candidata con aplomo, serena y con un convincente proyecto de nación para los próximos seis años.
Incluso ha surgido un par de comparaciones demoledoras, que son las siguientes:
Sheinbaum se mostró más segura, desenvuelta y mejor plantada que Andrés Manuel López Obrador, a quien siempre se le vio incomodo en los debates presidenciales de 2006, 2012 y 2018.
Gálvez se exhibió insegura, sin un discurso atractivo y poca capacidad para descalificar a sus rivales. Eso genera la idea de que los candidatos opositores, de contiendas anteriores, como los panistas Ricardo Anaya Cortés y Josefina Vázquez Mota, y el priista José Antonio Meade Kuribreña, fueron mucho mejores que la actual aspirante presidencial.
Un lastre para la oposición poblana
La rivalidad en el actual proceso electoral se ha concentrado en el corredor de municipios metropolitanos que va desde Santa Clara Ocoyucan, pasa por Puebla capital, así como San Andrés y San Pedro Cholula, Cuautlancingo y Coronango, y se extiende hasta Huejotzingo y San Martín Texmelucan.
Ahí se concentra poco más del 40 por ciento de los votos que hay en una elección estatal.
En todas esas plazas, hay una fuerte rivalidad entre los candidatos del 4T y la oposición, sin que hasta ahora se perfile una fuerza política ganadora o con mayor ventaja.
De ahí es donde surge la importancia de los candidatos presidenciales. Para ello es necesario explicar lo siguiente:
En 2018, la mayoría de los candidatos de la 4T –en la zona metropolitana de Puebla– eran pésimos aspirantes. La mayoría eran desconocidos para el electorado, muchos no hicieron campaña o tenían actividades que no les ayudaba a ganar votos. Al final triunfaron por la llamada “ola AMLO”, que fue la brutal popularidad de Andrés Manuel López Obrador que –como aspirante presidencial– permitió a Morena y el PT arrasar en todas las plazas importantes de la entidad.
Ahora en 2024, en los comicios de junio entrante no se va a repetir el mismo fenómeno arrasador de López Obrador, pero si se mantiene Claudia Sheinbaum como un factor de atracción de votos, no en los altos niveles de su antecesor en la candidatura presidencial, pero sí todavía como un fuerte “gancho” para que mucha gente sufrague por Morena y sus aliados
Incluso se cree que la presencia de Sheinbaum es lo que está permitiendo que muchos candidatos que no fueron bien recibidos por la 4T, se mantengan en un buen nivel de aceptación del electorado.
Eso no ocurre con la oposición. El desempeño de Xóchitl Gálvez poco o nada ayuda a generar nuevos votantes para el frente del PAN, el PRI, el PRD y el PSI, y sus candidatos, ya que la aspirante presidencial no se consolida como una opción frente a la 4T.
La abanderada de la oposición no ha logrado plantar un proyecto de nación que resulte atractivo, novedoso, alternativo, que atraiga una ola de votos para los candidatos locales a alcaldes y diputados locales, a legisladores federales y al abanderado a gobernador.
Por el contrario, las propuestas de Gálvez “pasan de noche” y lo que, si se hace popular, son los dislates y los escándalos que se generan en su campaña, junto con los conflictos internos de los partidos que la postularon.
En lugar de que se discuta su propuesta de los servicios de salud o de combate a la corrupción, lo que se queda plasmado en la opinión pública es el video del hijo de la candidata agrediendo a unos guardias de seguridad en Polanco o que la aspirante puso al revés la bandera de México al concluir el debate del domingo.