Hace 25 años fue aprobado el Fobaproa, que ha sido el peor fraude a la nación, pues significó entregarles un billón de pesos a banqueros, empresarios y políticos que, con toda impunidad, cometieron quebrantos y sus deudas privadas fueron liquidadas con dinero público. Uno de los artífices de ese robo fue Moisés Ignacio Mier Velazco, quien, como legislador priista en 1998, contribuyó a que el Congreso de la Unión legalizara ese latrocinio.
De los 22 legisladores federales de Puebla que había en esa época en las dos cámaras del Congreso de la Unión, 21 de ellos –19 del PRI y dos del PAN– votaron a favor del rescate bancario. Solo hubo un diputado que se opuso, el perredista Adolfo González Zamora.
Y de todos ellos, el más notorio es Ignacio Mier Velazco, porque es el único que aparentemente cambió de bando político, pasó del priismo neoliberal a la izquierda nacionalista, que es ahora Morena.
El papel de Mier en el Congreso de la Unión no fue de un diputado federal más del “montón”, que solo levantan la mano y no tienen mayor peso.
Fue de los operadores que directamente se dedicó a ganar votos de otros diputados –no solo entre los de Puebla– a favor del dictamen aprobado en San Lázaro la madrugada del 12 de diciembre de 1998.
En la 57 Legislatura federal había 16 diputados priistas de Puebla –15 de mayoría y un plurinominal, que era Ángel Aceves Saucedo– y quien controlaba a esa bancada era formalmente José Luis Flores Hernández –quien un año antes perdió la candidatura a gobernador–, pero el que realmente “movía los hilos” y era quien les decía a la mayoría de los representantes populares del tricolor cómo se debía votar era Ignacio Mier Velazco, que en ese entonces representaba al distrito electoral de Ciudad Serdán.
El rescate bancario se aprobó con 326 votos del PRIAN y el rechazo de 158 legisladores, llamando la atención que hubo 11 panistas, cinco del Partido Verde Ecologista –que en esa época estaba ceñido al tricolor– y cinco independientes, entre ellos Marcelo Ebrard, que sufragaron en contra, pese a la presión política y la entrega de cuantiosos “cañonazos”, es decir sobornos, para que apoyaran el llamado “robo del siglo”.
Es decir, Ignacio Mier se podía haber negado a respaldar este asunto que le acabó costando al PRI perder la Presidencia de la República un par de años más tarde.
Sobre todo, porque se sabe que el entonces gobernador de Puebla, Manuel Bartlett Díaz, les dijo a los diputados y senadores poblanos que votaran “en conciencia”, que él no les daría “línea”, es decir, no los obligaría a apoyar el Fobaproa.
Para esa época, a Bartlett le quedaba menos de un mes en el cargo de gobernador y ya había roto totalmente con el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, como parte de un camino que había tomado el entonces mandatario estatal de establecer una marcada distancia del modelo neoliberal que impuso el PRI desde la administración de Carlos Salinas de Gortari.
Mier “esconde la cabeza”
Ignacio Mier Velazco nunca ha mostrado arrepentimiento por el daño que provocó al país al permitir el robo de los impuestos a favor de la elite económica.
El rescate bancario es una deuda que se sigue pagando hasta la fecha –con los impuestos de todos– en un monto promedio de 50 mil millones de pesos anuales y que es un factor para que el Estado mexicano no tengan fondos suficientes para procurar un mejor desarrollo social para el país.
Es un tema “espinoso” del que siempre el señor “Morenacho” se niega a hablar. Aunque le han pedido oficialmente –medios de comunicación de la Ciudad de México– que dé una posición sobre el Fobaproa, siempre “entierra la cabeza” como los avestruces y no responde una sola palabra de dicho asunto.
Despliega la misma actitud que ha mostrado al no hablar, no esclarecer, de dónde salió la escandalosa y millonaria inversión para su reciente campaña de promoción personal con la que intentó ganar la candidatura de Morena al Gobierno de Puebla.
Cuando le preguntan el origen de los 400 o 700 millones de pesos que se habrían erogado en la contratación de espectaculares, anuncios de radio y televisión, propaganda y actos masivos a su favor, Mier se concreta a responder con vaguedades diciendo que él “no tuvo nada que ver con eso”.
El papel que jugó en el Fobaproa exhibe la incongruencia y mentira con que se conduce Ignacio Mier Velazco dentro de la 4T.
En su intento fallido de buscar ganar la candidatura de Morena a la gubernatura se autodenominaba como un “auténtico fundador de Morena”, como queriendo aparentar que él representaba la ideología del movimiento obradorista.
Nada que ver, porque el verdadero origen del movimiento obradorista surge cuando siendo presidente nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador fue la voz más crítica y poderosa en contra del rescate bancario. Fue quien exhibió la clase de robo que se estaba cometiendo y, desde entonces, las elites económicas del país lo ven con odio porque casi les frenó la ejecución del fraude cometido con el Fobaproa.
Desde ese año de 1998, López Obrador supo marcar dos modelos de país: el de una izquierda nacionalista y el de la política neoliberal que solo obedece a los intereses de los capitales financieros.
Tal vez por esa razón el presidente Andrés Manuel López Obrador siempre ha tratado con respeto a Ignacio Mier, sobre todo por su papel de coordinador parlamentario de Morena, pero nunca lo ha considerado como parte de su círculo de confianza, pues sabe perfectamente de su pasado neoliberal y su actuación en la aprobación del Fobaproa.
“Morenacho” está en la 4T por conveniencia política, no por convicción, pues el PRI y el PAN, por donde transitó en años recientes, ya no garantizan triunfos electorales.
Por eso desde Palacio Nacional nunca lo vieron como alguien en quien confiarle la candidatura a gobernador de Puebla, contraria a la versión que difundía Nacho Mier de que era “el consentido del presidente”, lo cual es algo totalmente alejado de la realidad.
Mier abandonó el PRI luego de que él mismo contribuyó a destrozar al partido que lo hizo nacer en la actividad política.
La población le pasó, y le sigue pasando la factura al PRI, por provocar en el sexenio de Zedillo como presidente y de Mier como legislador “estrella” la peor crisis económica de México de todos los tiempos.
En ese infausto periodo miles de mexicanos perdieron casas, terrenos, autos, empresas, ahorros, por la imposibilidad de pagarles a los bancos intereses exorbitantes, mientras los dueños del capital financiero cubrían sus deudas con los impuestos de la población.
Por eso Ignacio Mier padece amnesia selectiva para no hablar de esa infamia de la que tiene mucha culpa.