Rápidamente transcurrió un año de la muerte de Miguel Barbosa, hecho que cimbró a Puebla y que volvió a cambiar radicalmente el rumbo de la entidad en todos los aspectos.
Nunca me ha gustado criticar a los que ya no se pueden defender, como es el caso de Miguel Barbosa, con quien no tuve una relación de amistad, pero sí de respeto mutuo, como también lo tuve con su coordinadora de comunicación social, Verónica Vélez, a quien ahora muchos desconocen.
Sin embargo, es un hecho que Puebla cambió tras la muerte de Barbosa y el arribo al poder de Sergio Salomón, que en los hechos hoy sabemos iba a ser su carta fuerte rumbo al 2024.
La política de reconciliación puesta en marcha por Sergio Salomón, le ha dado a Puebla paz y estabilidad, algo que era necesario y más que urgente, luego de la polarización y el miedo que se respiraba y que se hubiera mantenido, si Barbosa no hubiera muerto.
Sergio Salomón ha sabido darle un sello diferente a la administración de Puebla, en donde como lo dice su propio lema, hay un gobierno presente en los 217 municipios de la entidad., algo que no era posible por las limitaciones físicas que enfrentaba el exmandatario.
El nuevo mandatario ha buscado la auténtica reconciliación con los diferentes sectores de la entidad, quién sabe si le alcancen estos dos años para cambiar la percepción creada por el barbosismo, pero al menos ha trabajado con ahínco en ello y ha logrado establecer un estilo personal de gobierno, que dista mucho de parecerse al de su antecesor.
Un año después de la muerte de Miguel Barbosa, en Puebla se respira un ambiente diferente y eso nadie lo puede negar, hay una forma diferente de hacer las cosas y eso sin duda se agradece, hay voluntad por tratar de mejorar y recuperar parte del tiempo perdido, hay obras y hay recuperación económica, hay certidumbre, algo que no se había vivido desde los tiempos de la administración de Tony Gali.
Céspedes Peregrina ha sido respetuoso de todos los actores políticos, ha abierto el escenario, tanto al interior de Morena como en su relación con el resto de los partidos, aunque por supuesto vendrá una dura prueba para su administración en el 2024, en donde tal vez las pasiones se puedan desbordar, pero hay un mandatario que practica la filosofía de Melquiades Morales Flores, de ponerse una bolsa de hielo en la cabeza antes de tomar decisiones.
Miguel Barbosa tuvo su propia forma de hacer gobierno y ya comenzó a ser juzgado por la historia desde el momento mismo de su muerte. Hoy Sergio Salomón, pese a emanar del mismo grupo político, tiene la propia y también cuando concluya su mandato será objeto del escrutinio público.
Por lo pronto, a un año de la muerte del exmandatario, Puebla sí cambio y para mejorar, pocos pueden refutar esta afirmación.
Si Barbosa no hubiera muerto
En lo personal, siempre he dicho que él hubiera es el verbo de los tontos, pero en esta ocasión bien vale la pena hacer un ejercicio de periodismo ficción para recrear un escenario de qué hubiera pasado si Barbosa no hubiera muerto.
Si el fallecido gobernador no hubiera muerto, me atrevo a decir que, aun así, Alejandro Armenta Mier hubiera sido el candidato a la gubernatura, pese a que el “gallo” de Barbosa era el hoy mandatario y en ese entonces líder del Congreso local, Sergio Salomón.
Armenta hubiera sido el candidato por la misma razón que hizo que obtuviera la nominación, es y era el personaje que tenía los mejores números y hasta hubiera sido el elegido de una manera más holgada, ya que jamás hubieran existido los espectaculares que proliferaron a favor de Nacho, tras la muerte del entonces mandatario.
De la misma forma, Nacho no hubiera podido tener acceso a los medios de comunicación, que sí tuvo tras la muerte de Miguel, quien había establecido un cerco para evitar la promoción de quien Barbosa consideraba como un enemigo.
Contrario a Nacho, Armenta, dicho por él, había establecido buena comunicación con el mandatario, a través del entonces secretario de Gobernación y primo de este, Julio Huerta, lo que es cierto, ya que Alejandro asistió a la última comida de mole de caderas la cual presidió Barbosa en Tehuacán, en donde ambos cruzaron algunas palabras y hasta brindaron con un mezcal.
Si Barbosa siguiera vivo, en Puebla aún se viviría el clima de miedo y crispación social que prevaleció durante la vida del entonces mandatario, quien metió a la cárcel a muchos personajes, algunos de manera injusta y a otros de forma más que merecida.
Si Barbosa no hubiera muerto, tal vez la oposición hubiera tenido una oportunidad mayor de ganar, debido a que durante su mandato las elecciones realizadas siempre fueron muy reñidas, tal y como dimos cuenta en las pasadas entregas.
La falta de obra pública, la pésima relación con la mayor parte de los actores políticos y especialmente los sociales, le hubieran pasado el costo a su partido, Morena, en el proceso electoral del 2024, la toma del campus de la Universidad de las Américas Puebla es algo que muchos no olvidan y que también tendrá su impacto en las urnas el próximo año, pero no de la dimensión que hubiera sido si Barbosa aún viviera.
Si Miguel Barbosa aun estuviera vivo, jamás se habrían conocido los alcances del “hoyo financiero” que él y su secretaria de Finanzas, Teresa Castro Corro, así como su entonces contralora, Amanda Gómez Nava, cometieron en contra de la administración pública de Puebla, por un monto superior a los 600 millones de pesos.
Sergio Salomón tuvo el valor y la responsabilidad de darlo a conocer, haciendo a un lado los “sentimentalismos” y pensando en el costo que iba a tener en el futuro este tipo de acciones, de colocar los recursos de Puebla en instituciones de crédito poco conocidas en el mundo financiero.
Esto es solo algo de lo que jamás habría ocurrido si Barbosa no hubiera muerto.
Megacoalición contra megacoalición
Ayer, el Frente Corazón por Puebla conformado por el PAN, el PRI, el PRD y el PSI, anunciaron que irán juntos al proceso electoral del 2024, llevando de la mano al todavía edil capitalino, Eduardo Rivera Pérez.
Eduardo logró sumar al partido de corte local Pacto Social de Integración que encabeza el hábil Carlos Navarro Corro, cuya hija, Nadia, se prepara para encabezar otra vez la fórmula al Senado de la República por el Frente, llevando como compañero de fórmula al dirigente estatal del PRI, Néstor Camarillo.
El PSI a nivel local es un partido interesante, el cual, en el pasado proceso electoral, tuvo una votación superior a la que registró el PRD, gracias a lo cual logró colocar como diputado a su dirigente, Carlos Navarro.