En el proceso de elegir al próximo candidato presidencial de la 4T, en Puebla, solo tocará levantar 125 de los 12 mil 500 cuestionarios que se aplicarán en todo el territorio nacional. Ello por ser considerada la entidad poblana de mediana competitividad para Morena y donde hay una fuerte presencia de los partidos de oposición, principalmente el PAN.
Al principio se supuso que en Puebla tocaría una muestra de entre 300 y 350 cuestionarios, por ser el estado con el quinto padrón electoral más grande del país y la cuarta entidad donde más votos han surgido para Morena.
Sin embargo, se privilegiaron los estados en donde los partidos de las 4T –a lo largo del sexenio– tuvieron triunfos con votaciones elevadas y no ha habido una recuperación electoral de las fuerzas de la oposición. Esas plazas se han catalogado de alta competitividad para el movimiento lopezobradorista.
La entidad poblana no entra en ese grupo por la fuerte derrota que se tuvo en los comicios locales de 2021, en los que se perdió la capital –con el proyecto de reelección de la entonces edil morenista Claudia Rivera Vivanco– y la mayor parte de la Zona Metropolitana de Puebla, que es donde se concentra entre el 38 y el 40 por ciento de la votación estatal.
A eso se debe que Puebla está considerado un estado de mediana competencia para la 4T.
Los factores que decidirán al ganador
El lunes próximo arranca la aplicación de los cinco sondeos que utilizará la 4T para designar a su abanderado y concluirá el domingo 3 de agosto, es decir, tardará siete días en que se intente reunir la muestra representativa, que fue acordada con los seis aspirantes a la postulación.
El resultado se les entregará a los precandidatos el miércoles 6 y tendrán 24 horas para revisar la base de datos en que se incluye los sitios específicos en que se aplicó cada cuestionario, la hora y el día, así como si estuvieron presentes, aparte de los encuestadores, los representantes de las llamadas “corcholatas” de la 4T.
Habrá cinco sondeos. El más importante es el que realizará la Comisión Nacional de Encuestas de Morena, y después habrá cuatro “encuestas espejo” que levantarán las empresas privadas que propusieron los contendientes y que al final, se seleccionaron mediante un sorteo.
Morena aplicará 2 mil 500 cuestionarios y cada empresa privada, una cantidad similar, hasta sumar 12 mil 500 personas adultas entrevistadas en las 32 entidades federativas.
La pregunta clave será la siguiente: ¿A quien prefiere como coordinador o coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación rumbo a las elecciones de 2024? La contestación a esta interrogante es la que definirá al ganador o ganadora del ejercicio demoscópico nacional.
Se le da un valor del 75 por ciento a esa pregunta para obtener una definición sencilla de la contienda y no aplicar otros criterios de selección, como el conocimiento, la confianza e identidad con la 4T. Lo que se busca evitar es que al final haya confusión y guerra de interpretación de los resultados.
Va a ganar quien salga en primer lugar en los cinco ejercicios demoscópicos.
Si no hay nadie que tenga esa condición, entonces va a triunfar quien haya obtenido la mayoría en 3 de las 5 encuestas.
La tercera opción, si no se dan los dos anteriores escenarios, vencerá quien gane en dos de los cinco sondeos.
De tal forma que el viernes 8 de septiembre habrá “humo blanco” en la 4T para definir quién va a ser el sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Quien gane la encuesta, en la práctica, ya es el próximo o próxima presidente de México, pues están dadas las condiciones para un triunfo electoral del binomio Morena y la imagen de AMLO.
Y lo que vendrá, al final, será un muy largo proceso de transición para sustituir al mandatario más poderoso de las últimas décadas en México y que está concluyendo su sexenio con índices de popularidad por encima del 60 por ciento de aceptación, que ningún otro titular del Poder Ejecutivo federal había tenido.
O visto de otra manera, desde el periodo de Carlos Salinas de Gortari, que fue el primer ciclo en que se midió el pulso del electorado –antes no se hacía porque había un partido hegemónico, el PRI–, no se había dado el fenómeno de la alta popularidad que tiene López Obrador.
Aunque al final, el éxito o el fracaso en la transición en el obradorismo va a depender si el próximo 8 de septiembre aceptan todos los aspirantes el resultado de las encuestas o alguno de ellos se rebela.