Dentro de 26 días habrá elecciones en el sindicato más grande y representativo del Colegio de Bachilleres de Puebla (Cobaep) y hay un tufo de que se prepara un fraude electoral, pues de manera selectiva se ha rasurado el 33 por ciento del padrón de afiliados. Parece que todo está preparado para que, una vez más, la organización gremial quede en manos de la familia Guerrero que, desde los años 90 del siglo pasado, de manera intermitente ha controlado a la representación gremial y en ocasiones la propia dirección del Cobaep.
La situación es clara, el candidato oficial es Alejandro Aguilar, quien es yerno de Moisés Guerrero Gutiérrez, el secretario general saliente del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres (Sitracobp), quien aunque estuvo impugnada su dirigencia –ante las autoridades laborales– los tres años de su gestión y fue un líder sin autoridad, está buscando dirigir el proceso electoral para que el sucesor sea su pariente político.
Aunque el apoyo más importante a Alejandro Aguilar proviene de Alberto Guerrero Gutiérrez, quien es hermano de Moisés Guerrero y tiene la muy notable peculiaridad de que fue dirigente sindical del Cobaep por muchos años y después fue director del propio Colegio de Bachilleres, algo que pocas veces ocurre en cualquier institución pública del país.
Ahí no termina todo, cuando Alberto Guerrero dejó de ser oficialmente miembro de la institución, siguió dirigiendo a la organización gremial por medio de Refugio Rivas Corona, hasta que este último rompió con su exdirigente y lo expulsó de la organización, a finales del gobierno de Mario Marín.
Alberto Guerrero fue el artífice de convertir al Cobaep, durante más de una década, en el centro de operaciones electorales del PRI. De esta institución, entre los años 1995 y 2006, salieron a favor del tricolor los recursos económicos, las brigadas de promoción del voto y las campañas de miedo en contra de la oposición cada vez que había comicios.
En 2010, Alberto Guerrero todavía se prestó a apoyar en su campaña electoral al entonces candidato opositor al PRI, Rafael Moreno Valla Rosas, pero este último, en su estilo fascista, decidió intentar acabar con el sindicato del Cobaep, lo que dio una pausa a la presencia de la familia Guerrero en el colegio, que después regresó de la mano de Morena.
Ahora el Sitracobp –encabezado por Moisés Guerrero– cada vez que puede, manda acarreados “voluntariamente a la fuerza”, de la mano del director del Cobaep, José Luis Nájera, a cualquier evento de masas de la 4T.
Los hermanos Guerrero, aunque entre ellos se dice que no hay una buena relación, tienen una segunda opción: se trata de Alejandro Macías, el secretario de Asuntos Administrativos del Sitracobp.
Macías en todas las reuniones dice que ya rompió con la actual dirigencia sindical. Sin embargo, es un secreto a voces que es una farsa orquestada por los hermanos Guerrero, en caso de que no funcione su pariente político, Alejandro Aguilar, como candidato a la secretaria general del sindicato.
El rasurado del padrón electoral
De los tres sindicatos que hay en el Colegio de Bachilleres, que es la institución más grande e importante de educación media superior del estado de Puebla, el más representativo es el Sitracobp, que oficialmente tendría 2 mil 100 afiliados.
Resulta que el 16 de diciembre del año pasado, se realizó la ratificación del Contrato Colectivo de Trabajo del colegio, mediante la representación gremial del Sitracobp. Y en ese proceso se observó, por primera vez, que unos 700 afiliados habían sido borrados contra su voluntad.
A ocho meses de distancia, se ha podido percibir que borraron fundamentalmente a líderes políticos dentro del colegio, como una manera de descabezar cualquier intento de crear una oposición política a la familia Guerrero.
Todo empezó cuando el director del Cobaep era Santos Alfonso Serrano Méndez, quien de manera arbitraria, habría ordenado borrar a cientos de trabajadores de la lista de sindicalizados. Lo hizo sin consultar a los afectados. A este funcionario lo destituyeron en diciembre de 2021.
Posteriormente, Arturo Rodríguez Ballinas, quien duró menos de un año al frente del colegio y nunca entendió el funcionamiento de este, inscribió en la plataforma digital de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social un listado mutilado de sindicalizados de la institución.
Ahora hay un embrollo terrible que se traduce de la siguiente manera, con cientos de trabajadores en estas tres situaciones: hay agremiados al sindicato que desde hace dos años no les descuentan las cuotas sindicales.
A otro número importante de empleados le restan de sus nóminas las cuotas al Sitracobp, pero no aparecen como miembros de la organización, lo que es un absurdo y un abuso, les quitan el dinero pero no les dejan pertenecer al sindicato.
En 2020, muchos docentes y administrativos se afiliaron al sindicato, pero sus nombres están borrados de las listas de integrantes de la agrupación y tampoco les quitan las cuotas sindicales.
Todos esos enredos son para favorecer un proceso electoral amañado, que registra otras anomalías, como son las siguientes:
Moisés Guerrero se postuló como secretario general del Sitracobp –en 2020– sin ser miembro activo del sindicato, por lo que su dirigencia fue impugnada y eso lo llevó a estar inactivo los tres años del periodo que le tocó encabezar a la organización.
Ahora resulta incongruente que, sin ser oficialmente el secretario general, es quien ha convocado a la renovación de la dirección del Sitracobp.
Durante tres meses se negó a emitir la convocatoria para renovar a la dirigencia sindical. Finalmente lo hizo el miércoles pasado, cuando están vencidos casi todos los plazos, ya que oficialmente el periodo como secretario general de Moisés Guerrero terminó este domingo 30 de julio.
La convocatoria se emitió dos días antes de que iniciara el periodo vacacional de verano y entonces, acaba dejando un plazo de apenas cinco días de campaña electoral, como para evitar una contienda real.
Es imposible que un candidato, en cinco días, pueda hacer campaña en los 36 planteles que el Cobaep tiene a lo largo y ancho de la geografía en el estado de Puebla.
Todas estas trampas las direccionaron para que el Sitracobp vuelva a quedar en manos de los hermanos Guerrero.
¿Cuál sería el problema de que esta familia siga al frente del Sitracobp?
Que fueron los autores –entre final del siglo XX y principios de este siglo– de una de las peores purgas en el Cobaep de alumnos, maestros y personal administrativo que no estaban a favor de los intereses del PRI y de Alberto Guerrero. A muchos de los afectados los golpearon, los humillaron y los echaron del colegio con absoluta impunidad y violencia institucional.
¿Ahora eso es lo que quiere la 4T?, es una pregunta que por ahora no tiene respuesta.