Si algo quedó de manifiesto con la visita de Xóchitl Gálvez Ruiz a Puebla es que, de entrada, tiene mayor aceptación, por lo menos entre los panistas, que el diputado federal Santiago Creel Miranda.
Otra cosa evidente es que en su proyecto convergen militantes de diferentes expresiones, incluso algunas antagónicas, lo que significa que su posible candidatura presidencial por el Frente Amplio por México no dividirá aún más a los miembros del PAN.
A sus actos acudieron panistas identificados con la actual dirigencia estatal de Augusta Díaz de Rivera y con la anterior encabezada por Genoveva Huerta Villegas; promotores de la aspiración de Eduardo Rivera Pérez a la gubernatura de Puebla y de la senadora Nadia Navarro Acevedo; y la mayoría de los diputados locales incluyendo al anterior y al actual coordinador parlamentario, Eduardo Alcántara Montiel y Rafael Micalco Méndez, respectivamente.
En suma: Xóchitl Gálvez mostró que su eventual candidatura no solo tiene potencial para ser competitiva frente al candidato que surja de Morena y sus partidos aliados, sino que puede unificar en la coyuntura electoral del 2024 a los divididos panistas poblanos.
Lo que no se ve claro hasta ahora es cómo el bloque opositor pueda ganar en Puebla la gubernatura, los comicios para elegir senadores, diputados federales y diputados locales, así como presidentes municipales.
Para que Xóchitl Gálvez gane las elecciones presidenciales de 2024, los partidos del Frente Amplio por México (PAN, PRI y PRD) necesitan buenos candidatos para todos los cargos de elección popular que estarán en juego.
Xóchitl Gálvez representa para el bloque opositor una opción altamente competitiva, pero no una garantía de triunfo; para que la hoy senadora pueda vencer a la Cuarta Transformación (4T) y a su principal estratega y coordinador de campaña, el presidente Andrés Manuel López Obrador, necesita ser apuntalada por el PAN, el PRI y el PRD, así como por las organizaciones ciudadanas que la respaldan.
Tal apuntalamiento pasa, inequívocamente, por la postulación de candidatos competitivos en las nueve entidades donde habrá elecciones concurrentes para gobernador, y figuras de prestigio y con un alto perfil para ser parlamentarios en el Congreso de la Unión y los congresos locales, así como presidentes municipales.
Y esta es precisamente la debilidad estructural que encuentro en la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez, y en los diezmados partidos del Frente Amplio por México, que carecen de figuras competitivas y dispuestas a participar en las elecciones sin red de protección.
Lo que veo son dirigentes partidistas medrosos, con poca apertura para postular a sus mejores cuadros o para abrirse a los liderazgos de la sociedad civil organizada, y que al final no soltarán las plurinominales, ni las principales candidaturas por temor a ser desplazados o perder el control de sus partidos.
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