Puebla capital es una ciudad que desde el año de 1995 ha vivido la alternancia en su gobierno.
Por su administración ya han pasado tres diferentes partidos políticos, el PRI que dominó de más de 70 años, hasta que cayó derrotado por Gabriel Hinojosa Rivero, luego de esto se sucedieron la administración priista de Mario Marín, la panista de Luis Paredes, la priista de Enrique Doger, a quien sucedió la también tricolor Blanca Alcalá, quien le entregó la alcaldía al panista Eduardo Rivera, quien a su vez también fue sucedido por otro panista Tony Gali, quien dejó el cargo en manos de Luis Banck, quien le entregó la estafeta a la primera mujer de izquierda en gobernar la capital, Claudia Rivera, quien a su vez le entregó el poder de nueva cuenta a un panista.
Es decir, la historia marca que al poblano no le gusta la reelección, por un lado y que, por otro, ya se acostumbró a la alternancia, lo cual significa un verdadero reto para el Partido Acción Nacional y para quien vaya a ser su candidato a la alcaldía en el 2024.
Por si fuera poco, el candidato del albiazul va a tener que hacer frente al reto de enfrentar al partido oficial Morena, en una elección concurrente, en donde además de la gubernatura, también va a estar en juego la presidencia de la República, con todo lo que esto significa.
Luego del 2018, en donde la morenista, Claudia Rivera Vivanco, arrasó al propio Eduardo Rivera Pérez, en 2019 pese a la popularidad del presidente López, en la elección extraordinaria celebrada para la elección de gobernador, el entonces candidato del PAN a la gubernatura de Puebla, Enrique Cárdenas Sánchez, le ganó dos a uno al candidato del partido oficial, Miguel Barbosa, en la capital y en toda la zona conurbada, siendo el distrito 12, el que le dio más votos al académico, con más de 80 mil.
Las cosas se mantuvieron de la misma forma dos años después en la elección intermedia del 2021, en donde, la en ese entonces alcaldesa capitalina, Claudia Rivera, buscaba la reelección, pero cayó derrotada frente a Eduardo Rivera, quien consiguió 318 mil 424 votos, casi 100 mil votos más que su adversaria.
El tema ahora es saber si bajo otras circunstancias, como lo es una elección presidencial, con todo el peso que representa tener presidente de la República de extracción morenista, gobernador del mismo partido, el oficialista, Acción Nacional va a responder de buena forma ante un escenario tan adverso.
El panismo va a necesitar de una muy importante participación ciudadana y de que tanto el candidato a la presidencia, como el de la gubernatura, puedan ser competitivos de tal forma, que incentiven a los poblanos a salir a votar, en una proporción que supere el 60 por ciento, de lo contrario, una baja participación de 50 por ciento menos, podría significar el triunfo el partido oficial por su capacidad de operación política y las estructuras que se moverán a su favor.
Para Acción Nacional va a ser todo un reto el tener que enfrentar su segunda elección concurrente a la cual, los subió Rafael Moreno Valle y ahora sin el gobierno del estado en sus manos, aunque tampoco sirvió de mucho haberlo tenido en el 2018, ya que terminaron ganando la gubernatura de manera apretada y muy cuestionable, pero perdiendo el Congreso y las principales ciudades de la entidad.
Así pues, el albiazul se prepara para enfrentar uno de sus mayores retos en la historia moderna de Puebla, el ir a una elección en donde va a tener que luchar contra el aparato oficial, pero principalmente contra la alternancia, la cual como ya se vio, parece ser la constante de los últimos años dentro del electorado de la capital del estado.
El PRI se desmorona. La desbandada de priistas apenas inicia y eso que no ha comenzado la elección del 2024, en donde seguramente muchos cuadros van a abandonar a este partido.
El ex dirigente estatal del PRI en Sinaloa y ex alcalde de Culiacán, Jesús Antonio Valdés Palazuelos, decidió abandonar las filas de este partido para dedicarse, según él, a su familia, alegando diferencias con la dirigencia nacional que encabeza “Amlito” Moreno, quien no se cansa de destruir a lo que todavía queda del tricolor.
En Hidalgo, la dirigencia estatal, los 18 integrantes del Comité Directivo Estatal y los 8 diputados locales del tricolor, renunciaron al PRI, por diferencias con “Amlito”, lo cual significa un golpe más para el otrora “partidazo”, el cual se desmorona y arrastra a su paso a la coalición “Va por México”.
En Puebla no es necesario que los cuadros del tricolor renuncien a su militancia, de hecho, trabajan y cohabitan con el gobierno morenista, en el cual están incrustados, muchos de sus actuales cuadros. Desde presidentes municipales, hasta diputados.
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