De pequeño muchas veces jugué en el cerro de Amalucan.
Una buena parte de la diversión familiar eran pararse temprano e ir a correr los fines de semana con mi padre y mi hermana a este lugar, subir hasta la punta y desde ahí observar la ciudad.
Muchas veces me entretuve jugando en sus cuevas y me sorprendí cuando con un grupo de niños descubrimos vestigios de algo que pudo ser una pirámide y que hoy se dice son restos de alguna cultura prehispánica.
Las cuevas del cerro de Amalucan, me contaba mi padre, se dice, formaban parte de la red de túneles que se construyeron por parte del ejército de Oriente, previó a la batalla del cinco de mayo de 1862 para espiar a las columnas francesas que previó a la batalla, habían pernoctado en Chachapa y en la hacienda de Los Álamos, en la cual también jugué de pequeño.
El bosque está literalmente pegado a la casa en donde yo viví en Infonavit Amalucan y, reiteró, es parte de mi niñez y de mi juventud. Tuve la fortuna de jugar todavía fútbol, en lo que alguna vez fueron las canchas de Bosques de San Sebastián y pescar en el pequeño jagüey que se formaba muy cerca de lo que es la junta auxiliar de Santa María Xonacatepec.
Es por eso que hoy levantó la mano y alzo la voz en defensa de lo que es uno de los últimos “pulmones” de la ciudad de Puebla, el bosque de Amalucan, cuyo ecocidio debemos de impedir.
En cumplimiento a una orden de un juez federal, con 19 votos a favor y 6 en contra, el cabildo de la ciudad, aprobó reactivar la construcción del conjunto habitacional, “Lomas de san Juan 1 y 2”, el cual se desarrollará precisamente en ese lugar.
El periodista y columnista del diario Intolerancia, Jorge Castillo, detalló en su columna “La Pasarela”, que: “Los dueños de la zona del cerro de Amalucan, los alemanes Juan Hans Guenther Petersen Windmayer y Julio Dirk Petersen Widmayer están de fiesta.
Y es que no solo les ha ido muy bien con la venta de departamentos de 1 millón y medio de pesos cada uno, sino que ahora ya tienen la puerta abierta para seguir construyendo.
Hasta ahora, el proyecto inmobiliario de San Juan ha vendido 120 apartamentos de 60 metros cuadrados, ubicados en tres torres de 40 cada una.
Solo quedan cinco por vender.
Además, ya se avanza con el 70 por ciento de la obra de al menos 360 “depas” más, que tendrán un costo menor a un millón de pesos.
Claro, no nada más son edificios, sino todo un clúster con proyecto de casa club con alberca.
Y todos con vista a nuestra estatua de la Victoria, copia de la de la Libertad de Nueva York”. Hasta aquí la larga, pero muy necesaria y reveladora cita.
Es cierto que los señores Guenther Petersen y Julio Dirk Petersen cuentan con los permisos correspondientes y que un juez les concedió la razón, pero ojalá tanto el ayuntamiento de Puebla como el gobierno del Estado, sumen fuerzas para buscar una alternativa, que permita preservar esta zona boscosa, pero que también los empresarios no resulten afectados en sus inversiones.
Cabe señalar que el gobernador, Miguel Barbosa, ya anunció que, a través de su consejería jurídica, a cargo de un hombre intachable, Carlos Palafox Galeana, ya estudia alternativas para poder echar abajo esta situación y que se logre mantener el bosque como un legado para las futuras generaciones.
Ahora falta ver qué es lo que puede hacer el ayuntamiento de Puebla y el alcalde capitalino, Eduardo Rivera Pérez, para tratar de frenar el ecocidio de uno de los últimos pulmones que le quedan a la ciudad.
Ojalá se pueda hacer algo para evitar que este punto emblemático de Puebla, se convierta en una plancha más de comento de la ciudad.
En Monterrey, Nuevo León, ya se comienzan a resentir los efectos de la sequía y también de la deforestación, lo cual se traduce en una terrible escasez de agua potable.
En Puebla está proyectado que en el 2024 el acuífero de la ciudad estará en peligro, producto de la deforestación de la Maliche y aun así no tomamos conciencia de lo importante que es mantener las pocas áreas verdes que aún existen en la ciudad.
#Yoafavordelcerrodeamalucan.
Twitter: @riva_leo