Qué emoción: el martes arrancan las campañas.
El otro día escuché la voz chillona de una de las candidatas a presidentas municipales en un Facebook Live.
Una voz chillona cargada de cierta prepotencia.
“Voz panista”, me dije.
No fallé.
En efecto: la voz era de una señora llamada Paola Angón, quien busca ganarle a Julio Lorenzini —el señor de las demandas— la alcaldía de San Pedro Cholula.
La señora Angón jura y perjura que era la mejor amiga de Martha Ericka Alonso, a quien llama “mi hermanita”.
Dice que nadie cómo ella era su confidente, su bro, su amiguis del alma.
Uno se pregunta inevitablemente: siendo tan amiguis, ¿por qué no la arropó en su momento?
Lo peor es que ésa es su única bandera en una puja perdida de antemano, salvo que las demandas contra Lorenzini terminen por fructificar y alcanzarlo.
Sólo así la multicitada señora podría tener acceso a la alcaldía.
Los candidatos a diputados federales ya llevan un mes y no se notan.
Mario Riestra, por ejemplo, decidió convertirse en Moreno Valle 2 para hacer su campaña.
Cosa curiosa: en vida, Moreno Valle lo humilló hasta el cansancio.
Una vez lo hizo aprobar una ley que iba en contra de un desaparecido político: Juan Carlos Mondragón.
En otra ocasión, lo sacó del presidium y lo obligó a sentarse en un banquito fuera de la mesa principal.
No obstante el odio que fue acumulando durante años, Mario Riestra busca hoy ser el doble de su maltratador.
Síndrome de Estocolmo, le llaman.
El Depredador Vuelve a Casa. En un jardín muy bonito, con pajaritos cantarinos, Saúl huerta accedió a dar una entrevista a modo a un pésimo reportero del noticiero de Ciro Gómez Leyva.
De entrada, el monstruo de Totimehuacán dijo que era víctima de un boicot orquestado por “la mafia en el poder”.
(El hipócrita lector puede soltar la carcajada).
Luego dijo que dicha conspiración no sólo era en contra suya, sino de la 4T y del ¡presidente López Obrador!
(El mismo que dijo que no metería las manos por delincuentes sexuales).
Metido en su órbita de mentiras, nuestro vomitivo personaje recurrió a otra ridícula teoría del complot.
Y es que puso en duda que el niño abusado pudiera tener certeza de las horas y los minutos en que ocurrieron los hechos.
(Luego diría que forma parte de una familia de extorsionadores).
Siempre con los pajaritos cantarinos en primer plano (de sonido), el depredador confió en que las autoridades despejarán las dudas y las mentiras de tan asquerosa trama.
Lo impactante fue que el entrevistador no tuviera dudas de sus dichos.
El final de la escena fue conmovedor.
Con los pajaritos dentro (de la casa), el monstruo de Totimehuacán se despidió de lo más tranquilo y relajado.
Qué marrano, qué puerco, qué cochino.