El enorme malestar que ha dejado las candidaturas de Morena tuvo como origen la falta de liderazgo, de control, de negociación, de los dos principales dirigentes del partido: Mario Delgado Carrillo y Citlalli Hernández Mora, que aunque representan a las dos corrientes morenistas más importantes y que están enfrentadas, se acabaron convirtiendo en unos “convidados de piedra” que no pudieron frenar la repartición de las postulaciones por las tribus de esta fuerza política, sin que mediaran criterios de pertinencia, popularidad e identidad para elegir a los aspirantes ediles y legisladores.
Este vacío para el caso de Puebla fue aprovechado por el senador Alejandro Armenta Mier, quien, a través de Carlos Alberto Evangelista Aniceto, quien es parte de la Comisión Nacional de Candidaturas, acabó controlando –según cálculos de algunos conocedores de las intrigas de Morena– entre el 25 y 30 por ciento de las postulaciones a presidentes municipales, entre las que se encuentran las más polémicas y rechazadas por las bases del partido.
La intención original era controlar la mayoría de las postulaciones a ediles y legisladores. Armenta le apostaba a convertirse en el “gran elector” de Morena, pero al final mediante la presión del grupo político del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta y otras expresiones se evitó esa condición.
El problema de fondo es que, en la disputa de la presidencia nacional de Morena –que culminó en octubre del año pasado–, los bloques que llevaban como candidatos a Mario Delgado y Porfirio Muñoz Ledo –a cuya corriente pertenece Citlalli Hernández– se dedicaron a hacer alianzas con las tribus del partido y éstas, en el actual proceso electoral se cobraron esos apoyos demandando candidaturas como “cuotas de poder” y sin analizar a los aspirantes nominados.
En ese esquema, el apoyo recibido por Mario Delgado en la disputa partidista de 2020 por la facción de Ricardo Monreal Ávila, el líder de los senadores de Morena, permitió en este año la incorporación de Carlos Alberto Evangelista a la Comisión Nacional de Candidaturas y que ete a su vez, se convirtiera en el gestor de los intereses de Alejandro Armenta y obviamente, del propio Monreal.
Solo de esa manera se puede entender por que en Puebla apareció la candidatura de Mauricio Toledo, un político repudiado por la mayoría de los grupos de Morena, pero que lo han nominado a aspirante a diputado federal por San Martín Texmelucan a través de la alianza que hay con el PT, sin importar los oscuros antecedentes de este personaje y que no tiene el más mínimo sentido de pertenencia a la región, pero lo nominaron por un compromiso que se dice habría signado el grupo de Monreal Ávila.
O los casos de Porfirio Loeza y Carlos Peredo que, siendo ajenos a Morena, van a buscar su cuarta reelección como ediles de Tlatlauquitepec y Teziutlán, respectivamente, despertando el ánimo de frustración de los militantes de Morena que han sufrido los abusos y los escándalos de ambos personajes.
Se dice que Loeza pactó con un ex dirigente estatal del partido y el segundo buscó el cobijo de Armenta. Por eso ahora portan la playera de Morena, sin tener ningún sentido de pertenencia a la 4T.
Un caso emblemático, de como surtió el efecto del apoyo del senador por Puebla, es el de Gabriel Alvarado Lorenzo, que fue en el periodo anterior unos de los consentidos del morenovallismo en su calidad de edil de Huauchinango y ahora ha colocado a su esposa Liliana Luna Aguirre y su hermana Gabriela Alvarado Lorenzo como candidatas de Morena a las alcaldías del municipio antes mencionado y de Xicotepec de Juárez, respectivamente.
El caso más grave, es sin duda, el de Norma Layón, actual edil de San Martín Texmelucan, que teniendo un rechazo brutal de 8 de cada 10 electores de ese municipio, consiguió la postulación para reelegirse y le dieron a Guadalupe Yamak Taja la candidatura a diputada local, sin importar que sea una mujer vinculada con la impopular alcalde.
Las nominaciones de Layón y Yamak son una muestra de que no se hicieron las encuestas para elegir a los candidatos de Morena o tal vez si se levantaron, pero no se respetaron los resultados.
Ahora, no todo fue miel sobre hojuelas para el bloque de Alejandro Armenta, Carlos Evangelista y Edgar Garmendia, pues aunque los dos últimos consiguieron candidaturas a diputaciones plurinominales, no pudieron colocar a muchos de sus seguidores.
El caso más sonado es el de Julieta Vence Valencia, actual diputada federal y esposa de Carlos Evangelista, quien primero la quisieron impulsar como aspirante para reelegirse por el distrito de Ciudad Serdán y luego que entrara en la lista de plurinominales de la cuarta circunscripción electoral del país, pero en ambos casos fracasaron todos los intentos.
Al final lo que queda es que Morena es un partido que sigue colgado de la enorme popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero al mismo tiempo, Morena no hace nada para llevar los postulados de la 4T a los gobiernos municipales y los distritos electorales.
Morena es un partido que se va a desinflar cuando López Obrador acabe su gobierno y se retire de la vida pública del país.