Javier Casique tiene en José Murat, ex gobernador de Oaxaca, a su más conspicuo protector.
Su larga amistad data de los tiempos en que éste hacía lo que quería en el estado en el que ahora gobierna su hijo.
(Técnicamente lo sigue haciendo).
Las célebres parrandas que se corría el señor gobernador incluían vedettes de la farándula, quienes entraban y salían de la residencia oficial como de un foro de Televisa: con poca ropa y confeti.
Y ésas francachelas terminaban a veces en autoatentados delirantes.
Una de las ocurrencias de Murat fue hacer de Casique el secretario de Elecciones del CEN del PRI.
Desde ahí, nuestro personaje mueve los hilos para amarrar lo único que le interesa: la posición en la lista plurinominal de diputados federales por alguna circunscripción, sea la de Puebla o la de Oaxaca.
Va a ser diputado, faltaba más.
Y podrá subir sus pies en la curul.
(Lo mismo hace cuando viaja en su Suburban prieta).
Hay que decirlo:
Javier Casique es dueño de una enorme simpatía natural, así como una voz bastante decorosa para cantar las entrañables canciones del Istmo de Tehuantepec, de donde es originario.
(He disfrutado en varios momentos las canciones que entona con singular emoción).
Desde el CEN del PRI no se ve Puebla.
O sí: pero como una manchita de mole oaxaqueño en el mantel blanquísimo.
Su sonora carcajada cotidiana es la mejor muestra de que está viviendo su mejor momento.
Y vaya que vivió otras buenas épocas en la rectoría de Enrique Doger Guerrero.
O en el ayuntamiento de Puebla (2005-2008).
No obstante, lo que hoy vive es inmejorable.
Es el “hermano” del alma del cacique Murat, amigo del hijo de éste —gobernador de Oaxaca— y cercanísimo de Alejandro Moreno, “Alito”, líder nacional del ex partidazo.
Javier está en la curiosa zona en la que los cocodrilos vuelan.
Y bastante alto.
Por cierto:
Se acaba de acordar de Puebla ahora que pidió, con un manotazo leve en la mesa, una posición plurinominal para la siguiente legislatura local.
El beneficiado, jura, será un amigo suyo, también entrañable.
Ah, el poder, el poder.
Javier está como el personaje de esas líneas escritas por su admirado Andrés Henestrosa:
“Tantas cosas hay que ver, que admirar, que apenas me doy cuenta del paso de las horas”.
Extraordinary life, diría el clásico.
Ana Teresa y los Dones de la Dieta. ¿Cómo está eso de que la guanajuatense Ana Teresa Aranda será candidata a diputada federal por el distrito 9 de Jalisco?
Eso lo publicó ayer Reforma en un reportaje sobre otros posibles candidatos.
Hasta donde me quedé, la autodenominada “Doña” iba a jugarla por Puebla.
Algo es cierto: sea lo que sea ya regresó al partido al que renunció para irse a los brazos de los priistas: el PAN.
Hoy, como Margarita Zavala, está de regreso.
Y es que la dieta es la dieta.
Genoveva y la Simulación. La mentira es parte de los política, admiten los políticos.
La simulación es campo fértil en tiempo de elecciones.
Genoveva Huerta se ha vuelto una maestra en esas artes.
Mentir, simular, para sacar raja política.
Pronto habrá noticias sobre una trama mentirosa orquestada por quien ya es toda una maestra en el fascinante arte de mentir.
Qué Lalo Rivera la redima.