Cuitlatlán
Por Fermín Alejandro García
El reparto de despensas a los damnificados por el paro económico que ha generado la cuarentena del Covid-9, no solamente ha estado a cargo de los gobiernos estatal y de la capital, así como de algunos restauranteros, sino también se han sumado las que al parecer están distribuyendo el matrimonio de José Antonio Gali Fayad y Dinora López de Gali.
Cuenta una fuente bien informada que a muchos de los meseros, garroteros, cocineros y acomodadores de autos que los restaurantes que están cerrados en la avenida Juárez y en otras partes de la capital, que en estos momentos críticos no tienen ingresos económicos o se han reducido drásticamente, le han llegado despensas con el mensaje verbal de que son de parte del ex gobernador y exacalde de la Angelópolis.
La estrategia que se sigue es que los encargados de esa distribución primero recaban nombres y direcciones privadas, o puntos de encuentro, para que se entreguen personalmente esos paquetes de alimentos.
Dichas despensas no llevan logotipos o mensajes políticos. Simplemente cuando se entregan al beneficiario, se les dice que es un gesto humano del matrimonio Gali–López, que no se trata de ninguna campaña proselitista o de alguna fuerza política.
Quienes han visto ese paquete de ayuda, dicen que son más pequeños en comparación a los que reparten de manera oficial de los gobiernos de Luis Miguel Barbosa Huerta y Claudia Rivera Vivanco. Incluyen un par de rollos de papel higiénico, una botella de aceite comestible, 4 o 5 latas de atún, algunos sobres de pastas, un kilo de arroz, así como un bote de cloro y piezas de jabón. En total serían entre 14 y 16 artículos.
De ser cierta la versión de que la pareja Gali–López estaría atrás del reparto de despensas, surgirían dos lecturas de dicha acción:
Una que es un gesto solidario, de ayuda, de parte de Gali Fayad y su familia, pues si en algo ha destacado el ex mandatario es un su carácter conciliador, de mucho trato humano. Ello permitió que cuando fue alcalde y gobernador logró despresurizar el ambiente político de violencia, intolerancia y prepotencia que había sombrado Rafael Moreno Valle.
La segunda lectura, es que Gali estaría buscando que su nombre empiece a flotar en el ambiente ciudadano como una manera –sutil y discreta– de reposicionar su marca personal, para que él o su hijo José Antonio Gali López, puedan ser medidos en torno a la definición de candidaturas del PAN rumbo al proceso electoral de 2021.
Hasta ahora Gali Fayad no ha hecho ninguna definición sobre su posible regreso a la política partidista.
Se encuentra en una especie de autoexilio. Se dice que busca estar lo más alejado de Puebla y de su ambiente político.
Sin embargo, su nombre es constante mencionado como el mejor prospecto de candidato del PAN para la alcaldía de Puebla, partiendo que cuando ocupó esa posición, entre los años 2014 y 2017, se fue de ese cargo muy bien posicionado.
No obstante, se antoja poco probable que Gali pudiera buscar la nominación, por dos puntos débiles:
Primero: que es vulnerable por el contenido de sus cuentas públicas como exgobernador y exalcalde. Por un lado, le tocó enfrentar compromisos del morenovallismo que se inscribían en graves abusos del erario y de los que no se podía negar, pues en ese entonces estar en contra –en lo más mínimo o insignificante– de Rafael Moreno Valle podía significar perder todo.
Por otro lado, quien enfrenta graves problemas para solventar sus cuentas es Xavier Albizuri, un político muy cercano a Gali y quien fue secretario de Infraestructura en el periodo de la ldenominada minigubernatura.
Segundo: Gali Fayad llegó a los dos cargos de elección popular que ha ocupado con ciertas peculiaridades, que era ser candidato sin desarrollar una plena identidad con los partidos que lo postularon, entre ellos Acción Nacional; siempre compitió como parte del proyecto global del morenovallismo de dominar el poder político por un largo periodo y con el uso de un desproporcionado apoyo económico; y el par de ocasiones que su nombre apareció en las boletas, la oposición era casi inexistente.
Ahora esas condiciones ya desaparecieron totalmente.
Si Gali decidiera competir, tendría que ganarse en un plazo breve la aceptación y legitimidad de las bases del PAN, que ahora ya no son manipuladas por el morenovallismo.
Ya no se tiene el poder del dinero del morenovallismo que permitía controlar desde el conjunto de partidos políticos hasta los órganos electorales, a grupos de empresarios, a encuestadoras, organismos gubernamentales y la policía, para dominar plenamente los comicios.
Y no se percibe a José Antonio Gali como un político que salga a confrontarse abiertamente con Morena.
Claro está, que estar fuera de los presupuestos públicos lo podría llevar a cambiar de carácter político y buscar regresar al ruedo electoral.