Por: Valentín Varillas / Status Puebla
Un de las primeras acciones que como presidente municipal de San Andrés ordenó Leoncio Paisano fue de carácter legal y tiene que ver con la próxima presentación de una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación por el resolutivo tomado por la 58 Legislatura del Congreso poblano en materia de límites territoriales.
Sus abogados y asesores jurídicos trabajan de la mano con el síndico, Paulino Pedro Lozada Cuaya, en la elaboración del documento con el que se pretende que el máximo tribunal electoral del país revierta la “histórica” delimitación territorial aprobada a finales del año pasado.
Ahora bien, ¿cuál es el papel real que está desempeñando el edil Paisano en esta historia?
¿Quién o quiénes están realmente detrás de esta determinación?
Lo pregunto porque, sin duda, se trata de un personaje por demás cómodo al morenovallismo.
A simple vista parece impensable un acto de rebeldía de esta magnitud en un personaje que, en campaña, realizó varias reuniones con el hoy edil de Puebla Tony Gali y en donde se anunciaba que había una absoluta comunidad de objetivos en el asunto limítrofe.
Fotos y declaraciones efusivas, signos de buena voluntad y caras sonrientes, parecen hoy quedar sin efectos ante la insólita determinación.
Todo parece indicar que Leoncio Paisano es rehén de grupos de interés que tiene un peso especifico real en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales del municipio y cuyo nivel de influencia en la vida diaria de San Andrés es tal, que romper con ellos sería un auténtico suicidio.
En su escenario de riesgos, es mejor fracturar la buena relación con Casa Puebla y el municipio vecino, antes de enfrentar peligrosos signos de ingobernabilidad al principio de una administración que estará cuatro años ocho meses en el poder.
El desgaste sería brutal.
La decisión de pelear los límites no debe ser considerada como sorpresiva.
Desde octubre pasado, el entonces candidato Paisano sostuvo una serie de reuniones con empresarios, líderes sociales y hasta caciques de la zona quienes lo habían advertido sobre las consecuencias que podría sufrir en caso de que el congreso emitiera un fallo que perjudicara a San Andrés.
Mientras el congreso “analizaba” el conflicto, en varios negocios, tiendas y lugares públicos se instalaron pancartas que invitan a los habitantes a cerrar filas en torno al municipio, defender el territorio de sus antepasados y no permitir una afrenta más por parte de la capital.
Hoy, la defensa heroica del municipio se juega en los tribunales, en donde también Paisano se juega la gobernabilidad del municipio conurbado más importante del estado.
Por cierto, otra muestra de qué tan acotado está el alcalde es la negativa de cabildo a autorizar a Paisano el contraer deuda o signar contratos de manera directa, facultad que en el caso de Tony Gali en Puebla, fue aprobada de inmediato.
Defender lo indefendible (2)
Ayer por la tarde-noche, recibí otra carta de José Salvador López Bribiesca que se refiere a la contestación publicada aquí desde el pasado jueves a la primera misiva enviada a quien esto escribe.
De entrada, me llama la atención la tardanza para hacerme llegar sus nuevos argumentos: ¿cuatro días para darle forma a tan elemental documento?
Parece ser que quien se la dictó “pensó” muy bien su contenido o bien la autorización requerida tardó de más en llegar.
Ni hablar, son los bemoles de tener dueño.
De la forma, vamos al fondo:
Me alarma que quien tiene en sus manos la Dirección de Recursos Materiales de la dependencia encargada de operar la política educativa del estado, no comprenda la diferencia entre la utilización de un nombre comercial y la razón social de una empresa.
Peor es escudarse en lo anterior para dudar de la veracidad de un hecho.
No me conmueve su disertación sobre la libertad de expresión, salpicada por cierto de cansones y muy utilizados lugares comunes.
En los hechos, resulta poco creíble viniendo de alguien que representa a un gobierno que no sólo no ha sido tolerante con quienes disienten del discurso oficial, sino que ha intentado exterminarlos por distintas vías.
Me llama la atención su elevada autoestima al inferir que desde este espacio se opera una campaña para “dañar su reputación”.
No, no es usted tan importante.
Busco sin encontrar algún arraigo en el estado o carrera en el servicio público local.
En cambio, noto todas las características de la tradicional imposición producto del padrinazgo político.
Su nombre en las líneas que tanto le incomodan es simplemente un ejemplo ilustrativo de cómo la corrupción sigue siendo un enorme flagelo para este país.
Lamento hacer caso omiso a su solicitud de ser un “intermediario” para que la empresa referida acuda a las instancias jurídicas a resolver este asunto.
El siquiera sugerirlo demuestra un absoluto desconocimiento de la naturaleza y los alcances de la actividad periodística.
Nuevamente me reitero a sus órdenes y espero la siguiente entrega de este estéril, aburrido y al parecer interminable intercambio epistolar.
