Pues con la novedad de que para este viernes, el líder charrito del sindicato de trabajadores del ayuntamiento de Puebla, Israel Pacheco Velázquez, prepara una serie de acciones de sabotaje contra el gobierno de Eduardo Rivera Pérez.
Según fuentes al interior del sindicato, el emisario y operador electoral del ex alcalde y actual candidato del PRI a diputado federal por el distrito 6, Enrique Doger Guerrero, tiene todo un plan -digno de cualquier película de Juan Orol, el Rey del Churro- para boicotear y entorpecer las labores normales de la administración municipal.
En su bunker del Parque Ecológico, donde como Pinky y Cerebro pasan las horas planeando cómo conquistar el mundo, ha trascendido que en una acción coordinada, las huestes sindicales buscarán tomar varias de las principales oficinas de la comuna e impedir que servicios públicos básicos lleguen a la ciudadanía, la menos culpable de las calenturas del sobrino incómodo (¿o toto?) de don Guillermo Pacheco Pulido (sí, a la familia no se le escoge y los genes no saben de abolengos ni pedigrís).
Además del paro de brazos caídos y alguna otra provocación que vaya surgiendo en la jornada, Pacheco Velázquez ha girado instrucciones –y sus instrucciones son mandato- para que sus representados porten tapabocas y se cuelguen letreros en el cuerpo con consignas y toda clase de diatribas contra Eduardo Rivera, el síndico Ernesto Bojalil, y el secretario general de Gobierno, Pablo Montiel, más los funcionarios que se acumulen de aquí al viernes.
El dirigente, que está convencido que el ayuntamiento y la ciudad de Puebla –incluidos el zócalo, el Paseo Bravo y la Fuente de los Fraile- son suyos, anda engallado porque, en su terquedad, no quiere reconocer que el amparo que dice haber ganado contra la decisión de declarar ilegal su emplazamiento a huelga, sólo es para efectos, es decir, una decisión salomónica del juez, quien mandó de nuevo el tema al Tribunal sólo para que lo revise otra vez.
Israel no ha ganado nada, pero él jura –y perjura- que sí, y peor: que con medidas desesperadas de presión como las que tiene preparadas, doblegará a un ayuntamiento que se niega a ceder a sus caprichos y berrinches -y churros- por el bien de los poblanos. Como hace unos días le decía, es el único dirigente sindical que en estos tiempos de crisis se atreve a exigir un aumento salarial de ¡dos dígitos! (de 15%, para más señas), más toda clase de prestaciones y beneficios: nada más pretende 450 nuevas plazas y modificaciones a 170 cláusulas del contrato colectivo de trabajo.
Pero lo que no sabe, o si lo sabe se hace como el tío Lolo, es que al interior de su gremio, que maneja y controla a su antojo desde hace unos ochocientos millones de años (en homenaje, quizá, a otro célebre Velázquez, Fidel Velázquez), no hay consenso sobre el sabotaje del viernes: están hartos, verdaderamente hartos de ser utilizados como carne de cañón, únicamente para satisfacer los intereses personales y políticos de quien un día, bajo amenazas, los manda a echar porras a Andrés Manuel López Obrador y Manuel Bartlett y al otro les pide volantear para Enrique Doger, algo más, mucho más, que su alter ego.
Por supuesto que el gobierno municipal ya ha tomado todas las medidas que son necesarias para que el show sindical del viernes, que no está ajeno al contexto electoral, no afecte a los ciudadanos.
Hay que estar muy, pero muy atentos. No vaya a ser que a don Israel le salga el tiro por la culata.