Nacido el 8 de marzo de 1970, Nazario Moreno González, alias “El más Loco”, “El Macho Loco”, “El Chayo” o “El Doctor”, nació en Apatzingán, Michoacán, habiendo pertenecido a La Familia Michoacana, posteriormente, convertida en Los Caballeros Templarios.
La leyenda de “El Chayo” como líder Templario comenzó a afianzarse a finales de 2010, cuando autoridades federales dieron a conocer su presunta muerte durante un enfrentamiento contra la PF.
Fue el 9 de diciembre de 2010 cuando se difundió en los medios de comunicación el abatimiento del cabecilla en Apatzingán en un intercambio de balas que dilató 48 horas, en su momento.
Sin embargo, a pesar que el propio titular del Ejecutivo en ese entonces, Felipe Calderón Hinojosa, reveló que Moreno González había perecido, en ningún instante se pudo comprobar a falta de un cadáver.
A la postre del anuncio de su supuesta muerte, la Procuraduría General de la República dejó de valuar su cabeza en los 30 millones de pesos que originalmente dispuso entregar a quienes ofrecieran datos para localizarlo.
Precisamente, fue después de diciembre de 2010 cuando La Familia Michoacana mutó a lo que actualmente es conocido como el cártel de Los Caballeros Templarios. Asimismo, habitantes de la zona de Michoacán en repetidas ocasiones han relatado que Moreno González no había fallecido, incluso, continuaba paseándose por las áreas colindantes con Apatzingán.
Entre la doctrina y el salto de mata
Justo al término de su adolescencia e inicio de su adultez, Nazario Moreno González, emigró a los Estados Unidos en la parte final de la década de los ochenta, aunque se vio obligado a regresar del vecino país tan sólo diez años después.
La aventura del otro lado de la frontera tuvo que cortarla de tajo para que no fuera sometido a un juicio legal por supuestos cargos de narcotráfico.
Con una personalidad fuerte y con alta capacidad para convencer a la gente, Nazario Moreno, fue encargado de aleccionar a los miembros de la organización delictiva (en su momento La Familia Michoacana) para ejecutar las labores de vigilancia.
Sobre todo, a quienes se encargarían de llevar a cabo las órdenes directas, es decir, los gatilleros, contando con un manual, libro que en cierto modo se convirtió en una guía detallada para todo el cártel.
De nombre “Pensamientos”, un texto que cuenta con alrededor de 100 cuartillas, el documento muestra una máxima para todo personal que efectúa desde un homicidio, hasta un “mensaje”: “Esto es justicia divina”.
Palabras, ellas, que son la firma ineludible del modus operandi de una leyenda más del crimen organizado de México.