El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció la acusación formal contra 26 presuntos líderes del Cártel de Sinaloa, señalados de participar en operaciones de narcotráfico y lavado de dinero hacia México. Entre los cargos figuran tráfico de metanfetamina, fentanilo y cocaína, así como el manejo ilícito de millones de dólares provenientes de estas actividades.
La DEA, en coordinación con autoridades federales y locales, llevó a cabo un operativo nacional en el que fueron detenidos 15 de los acusados. Según el comunicado, la investigación de varios años permitió la incautación de más de 400 kilogramos de fentanilo, 80 de metanfetamina y 50 de cocaína en comunidades del sur de Illinois.
Entre los acusados destacan Próspero Coronel-Sánchez (“Pro”), José Luis Angulo-Soto (“El Mi Niño”), Ángel Alemán Alatorre-Monge, Leobardo Alcaraz-Ibarra, así como otros integrantes señalados por colaborar en la distribución de drogas y en la red de lavado de dinero bancario.
La fiscal general Pamela Bondi calificó al Cártel de Sinaloa como una organización que “siembra veneno en nuestras comunidades” y subrayó que la acusación formal representa “un duro golpe a su infraestructura”. El fiscal federal Steven D. Weinhoeft añadió que se trata de una organización criminal internacional “despiadada” que utiliza la violencia para intimidar y controlar territorio.
Este caso forma parte de la operación “Recuperemos América”, estrategia del gobierno estadounidense para desmantelar cárteles, frenar el narcoterrorismo y proteger a la población.